Presidencia de la Nación

Silvia Révora: “La gestión ambiental hace a la cosmovisión del mundo”

La especialista y exsubsecretaria de Planificación y Política Ambiental dio una charla en el marco del curso “Espacios culturales sustentables”.


La pandemia y los últimos desastres medioambientales han demostrado la fragilidad de la relación de la humanidad con su entorno. Todas las alarmas se encendieron, pero qué podemos hacer ante un modelo económico y social que provoca un aumento excesivo de gases de efectos invernadero (GEI), con una modificación del clima a nivel planetario de consecuencias todavía impredecibles.

“Construir una sociedad ambientalmente sustentable requiere de un cuestionamiento a los valores sociales predominantes y de la empatía hacia los sectores sociales más vulnerables, de un cambio de nuestros hábitos de consumo, de combatir las desigualdades sociales, de la conservación de nuestra madre tierra y del buen vivir”, opina Silvia Révora, exsubsecretaria de Planificación y Política Ambiental de la Nación y actual asesora del Ministerio de Ambiente.

Es decir, que implica un cambio cultural también y es en esa línea que la Dirección Nacional de Formación Cultural del Ministerio de Cultura, con el Ministerio de Ambiente y el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires organizaron, a través de la plataforma Formar Cultura, el curso Espacios culturales sustentables, destinado a trabajadores y trabajadoras de centros culturales bonaerenses.

La formación incluyó conceptos, propuestas y experiencias prácticas sobre la economía circular, la gestión de residuos, la soberanía alimentaria y la comunicación. El cierre estuvo a cargo de Révora con una charla abierta que abordó conceptos y herramientas necesarias para construir una agenda ambiental desde una perspectiva popular.

— La pandemia dejó al desnudo las grandes desigualdades planetarias. ¿Qué influencia tienen en ello la crisis climática y los modelos económicos basados en un extractivismo desmedido?

—Estamos en presencia de una crisis civilizatoria y tiene una única causa y es cómo la sociedad se relaciona con la naturaleza. La sociedad global, con algunas excepciones, se relaciona con la naturaleza a través de un modelo de producción capitalista hegemónico basado en energías fósiles y este modelo se sustenta por una estructura de poder cada vez más concentrada, donde el 10% de la población mundial posee el 76% de la riqueza total, mientras que el 50% más pobre solo alcanza poseer el 2%, de acuerdo al Informe sobre la Desigualdad global 2022 publicado por la CEPAL.

Este modelo a su vez transgrede los límites biofísicos de la naturaleza, al no respetar su capacidad de regulación y sus ciclos naturales y pone en riesgo la vida del planeta tal como la conocemos. El aumento excesivo de gases de efectos invernadero (GEI) en la atmósfera, provoca una modificación del clima a nivel planetario, con consecuencias impredecibles.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), organismo asesor de la Convención Internacional de Cambio Climático, conformado por cientos de científicos de todo el mundo, advierte que estamos ante el preludio de un desastre climático. Plantea que la transición energética debe profundizarse para frenar las emisiones de CO2 a fin que el aumento de la temperatura no supere un 1,5°C. Para ello, el mundo debe reducir las emisiones anuales de GEI en un 48% para el 2030 y ser cero neto para 2050.

Con respecto a los Estados responsables de generar el calentamiento global de la atmósfera o cambio climático, destaca que los países ricos (Estados Unidos, Canadá, Japón, Europa, Australia y Nueva Zelanda) han contribuido desde la revolución industrial de 1850 hasta el 2019 con el 43% de las emisiones acumuladas en la atmósfera con el 22% de la población mundial. Asia y África en el mismo período han emitido el 11% de las emisiones de Dióxido de Carbono (CO2) en la atmósfera, con el 66% de la población mundial.

El desafío actual es desarrollar políticas públicas de distribución de la riqueza y promover la transición ecológica del actual sistema económico y social a un modelo productivo y de consumo responsable que respete los límites biofísicos de la naturaleza y que garantice la justicia social y ambiental.

— En ese marco, ¿cómo se puede equilibrar el cuidado del ambiente con acciones para superar la pobreza?

— El informe sobre desigualdades globales, que cité, plantea que la desigualdad es evitable y se requiere decisiones políticas. Hace eje en una política distributiva a través de una mayor presión impositiva al sector más rico de la población, cuya concentración de la riqueza global aumenta significativamente cada año.

El impuesto extraordinario a los sectores más ricos de la Argentina (Ley N° 27.605 Aporte extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia) y el ahora proyecto de Ley sobre un impuesto sobre los capitales fugados sin declarar, para hacer frente a la deuda con el FMI, van en esa dirección.

El cuidado del ambiente y el combate a las desigualdades sociales requiere de una batería de medidas de corto y mediano plazo a nivel municipal y acuerdos estratégicos a nivel nacional y provincial.

— ¿Cuál es la principal diferencia entre un ambientalismo liberal y otro de tipo popular?

— Todos los movimientos ambientalistas a nivel nacional e internacional mencionan el modelo de producción y consumo vigente, como la causa de la degradación ambiental y del cambio climático. No obstante, las acciones de los que adhieren al neoliberalismo están dirigidas principalmente a paliar los efectos de este modelo, sin proponer un cambio sustancial que cuestione la esencia del mismo.

El ambientalismo popular hace eje en la justicia social y ambiental, el combate a las desigualdades sociales y la construcción de un modelo productivo y de consumo responsable que defienda el interés de las mayorías populares. Trabajar en los territorios, a nivel local, generando conciencia y organización ambiental a fin de construir una sociedad justa y ambientalmente sustentable.

— ¿La educación y las iniciativas culturales promovidas desde una perspectiva ambientalista pueden generar un aporte?

— La conciencia que aporta la educación ambiental al comprender la significación de la relación sociedad-naturaleza, conlleva a que la ciudadanía se comprometa en el cambio de paradigmas vigentes y asuma un rol activo desde sus hábitos cotidianos hasta plantearse un accionar colectivo.

Las iniciativas culturales desde una perspectiva ambientalista, son fundamentales en este desafío que implica la batalla cultural por los valores sociales de empatía, solidaridad y de justicia social y ambiental.

— ¿Por qué es importante qué los espacios culturales se gestionen con una perspectiva ambiental?

— Los centros culturales convocan a ciudadanos activos, que brindan sus saberes e iniciativas a la comunidad. Aportan al crecimiento de la cultura local. La gestión ambiental hace a la cosmovisión del mundo que se quiere cambiar y construir uno inclusivo.

Su contribución es muy importante pues pueden generar conciencia a los que participan en las actividades culturales.

— En la práctica, ¿qué herramientas tienen esos colectivos para construir espacios sustentables?

— La conversión de un centro cultural en sustentable implica acciones en la administración del centro y acciones colectivas con la comunidad.

La eficiencia energética, la separación de los residuos para su reciclado, el consumo responsable del agua, la preservación de la biodiversidad, forman parte de los hábitos cotidianos que debemos asumir con responsabilidad hacia los bienes naturales comunes. Las acciones para que impliquen una mayor participación ciudadana deben ser colectivas.

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