Pautas para la prevención de la brucelosis caprina y el cuidado de la salud de las personas
Recomendaciones brindadas por el Senasa para conocer más detalles sobre la enfermedad transmitida por alimentos y evitar contagiarse.
Buenos Aires - La brucelosis caprina es una enfermedad transmitida por alimentos (ETA) producida por la bacteria Brucella melitensis que genera problemas reproductivos y abortos en las cabras, y puede transmitirse a las personas provocando una enfermedad crónica.
Las cabras se infectan a través de la ingesta de agua y alimentos que contienen la bacteria Brucella melitensis, por el consumo de leche materna (cabritos) o por el contacto con fluidos corporales de animales enfermos. De este modo, la transmisión a las personas se relaciona con el consumo de leche cruda y/o productos lácteos que en su elaboración utilizan leche proveniente de animales sin sanear y durante el proceso no reciben tratamiento térmico combinado o no con procedimientos físicos y/o químicos y/o biológicos.
La producción caprina se encuentra presente desde el norte al sur del país y es una actividad propia del sector de la agricultura familiar. En Santiago del Estero, cerca del 80% de las explotaciones caprinas están conducidas por familias campesinas; además hay producciones en gran parte del territorio cuyano, en las provincias del norte, en la Patagonia y, en menor medida, en la provincia de Buenos Aires.
Prevención
Con el fin de contribuir a cuidar la salud pública y prevenir la brucelosis caprina, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) brinda una serie de recomendaciones a tener presente al momento del consumo de alimentos:
Evitar consumir quesos de procedencia dudosa.
No consumir productos o subproductos de origen caprino como quesos, leche o dulce de leche que no se encuentren elaborados en plantas habilitadas por el Senasa o la autoridad sanitaria correspondiente (gobiernos y/o bromatologías provinciales de acuerdo al tránsito que se realice o establecidas por convenio).
Mirar siempre el rótulo del producto, cuya información debe contener el nombre del fabricante, productor o fraccionador de la marca, número de lote, y fecha hasta cuándo se puede consumir.
Al comprar leche y productos lácteos frescos, comprobar siempre la fecha de elaboración y cuál es el tiempo en el que puede consumirse una vez abierto.
Asimismo, es clave poner atención a los principales síntomas, que incluyen fiebre intermitente o irregular de duración variable, dolor de cabeza, debilidad, sudoración, escalofríos, adelgazamiento y dolores generalizados. En este sentido, resulta dable destacar que las personas que trabajan con las cabras en los corrales son las principales que corren riesgo de enfermarse, motivo por el cual deben adoptar medidas de prevención y, ante cualquiera de estos síntomas, asistir al centro de salud más cercano.
Acciones del Senasa
Desde su Coordinación de Agricultura Familiar (CAF), el Senasa, junto a otras instituciones públicas, implementa iniciativas para sanear los rodeos caprinos mediante la toma de muestras de sangre de las cabras, para determinar la presencia de brucelosis caprina. Los productos que se elaboran en tambos caprinos están orientados a consumo humano: un animal sano colabora en que un alimento sea inocuo.
El Senasa realiza la habilitación y fiscalización de los establecimientos elaboradores de productos lácteos que los comercien a nivel federal para consumo local.
Todos los establecimientos lácteos donde se trate, manipule, elabore, industrialice, fraccione, estacione, envase o deposite leche o sus derivados –tanto los que se destinen para consumo interno como para exportación– deben estar registrados y habilitados por el Senasa y cumplir con las exigencias y requisitos de higiene contemplados en las regulaciones nacionales. En caso de exportar sus productos, deben cumplimentar las exigencias y normas de los mercados o países de destino.
En este sentido, resulta pertinente mencionar que, para los establecimientos lácteos de elaboración artesanal, se ha incluido una adecuación en el Código Alimentario Argentino (CAA) que establece algunas excepciones acordes a las realidades productivas de este sector, siempre cuidando la inocuidad del producto final.
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