Presidencia de la Nación

Desertificación, degradación de tierras y sequía


La definición oficial del término desertificación, que Argentina adopta por ser país miembro de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, es: “…se entiende como la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas; por degradación de las tierras se entiende la reducción o la pérdida de la productividad biológica o económica y la complejidad de las tierras agrícolas de secano, las tierras de cultivo de regadío o las dehesas, los pastizales, los bosques y las tierras arboladas, ocasionada, en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, por los sistemas de utilización de la tierra o por un proceso o una combinación de procesos, incluidos los resultantes de actividades humanas y pautas de poblamiento, tales como: la erosión del suelo causada por el viento o el agua, el deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas o de las propiedades económicas del suelo, y la pérdida duradera de vegetación natural.” (Artículo 1 del texto de la Convención).

La degradación de las tierras es el resultado de uno o varios procesos simultáneos, antrópicos y naturales, que ocasionan la pérdida total o parcial de los servicios ecosistémicos de los suelos, de su biodiversidad y productividad. Entre los procesos más conocidos están las erosiones hídrica y eólica, y los procesos físicos, químicos o biológicos, que impactan negativamente en los suelos. Cuando esta degradación ocurre en tierras secas (estas pueden ser aquellas donde las precipitaciones anuales son menores a 600 mm o donde el índice de aridez es menor a 0.65) se denomina desertificación. Las tierras secas ocupan el 70 % del territorio nacional.

Sequía es el fenómeno que se produce naturalmente cuando las lluvias han sido considerablemente inferiores a los niveles normales registrados, causando un desequilibrio hídrico que perjudica los sistemas de producción de recursos de tierras. La sequía puede ser meteorológica, agropecuaria e hidrológica.

Las principales causas de la degradación de tierras y la desertificación son el sobrepastoreo, la deforestación, las prácticas de agricultura no sostenible, los incendios repetitivos, la introducción de fauna y flora exótica, el uso petrolero, el aumento de la producción ovina para exportación de lana, el uso inadecuado del suelo y del agua, los eventos naturales extremos —como por ejemplo las erupciones volcánicas— y la insuficiencia de tecnología. Son fenómenos complejos que se evidencian mediante uno o más tipos de procesos de degradación.
Los principales procesos presentes en el país son:

  • La erosión hídrica, consistente en el desprendimiento y traslado de las partículas del suelo —pequeñas o en masa— por acción del agua que cae o circula.
  • La erosión eólica, que es el proceso de remoción del suelo a partir de la acción del viento, sobre todo en áreas con escasa cobertura vegetal.

Ambos tipos de erosiones constituyen uno de los procesos principales de degradación de la tierra en Argentina. Aproximadamente el 12 % de la superficie del país presenta tasas altas de erosión, concentrándose en zonas áridas y semiáridas con fuertes pendientes y baja cobertura vegetal tales como Patagonia, Cuyo y NOA.

La degradación del suelo puede ser química, física y biológica. El primer tipo se vincula con la pérdida de materia orgánica y otros nutrientes y las alteraciones en los niveles de acidez, salinidad, alcalinidad y/o toxicidad. Mientras que la física involucra procesos relacionados a la pérdida de estructura propia de cada tipo de suelo y que afecta su aireación, la dinámica del agua y el desarrollo de las raíces. La degradación biológica incluye la alteración de los microorganismos del suelo así como la pérdida de biodiversidad mayor y la afectación de la tierra como hábitat, y de la cobertura vegetal que actúa como protectora del suelo.

También puede mencionarse un tipo de degradación relacionada con el agua, que afecta su calidad y cantidad.

La degradación, la desertificación y la sequía impactan sobre las poblaciones que habitan en áreas afectadas, que en el país es cercana al 30 %. La migración, el abandono de tierras, la pobreza y la marginalización, además de un desequilibrio territorial y ambiental, afecta la calidad de vida de las poblaciones rurales pero también a las poblaciones urbanas que sufren efectos indirectos, como la disminución de la producción agrícola, la pérdida de biodiversidad, la inseguridad alimentaria y el aumento del riesgo de enfermedades.

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