Los encuentros, organizados por el Ministerio de Cultura, a través de la Dirección Nacional de Diversidad y Cultura Comunitaria de la Secretaría de Gestión Cultural, y coordinados por la tallerista María Ussher y el tallerista Moyi Schwartzer, se realizaron de forma virtual, dos veces por semana, y contaron con la participación de organizaciones sociales de todo el país pertenecientes a la Red Nacional de Puntos de Cultura, con quienes se viene trabajando en el intercambio de saberes y estrategias para el abordaje de la ESI en las diferentes comunidades que son parte de la red.

“La Educación Sexual Integral está en todos lados, no sucede solo en el aula o frente a un libro. Cuando hablamos de sexualidad nos referimos a lo que sabemos de nuestro cuerpo, de cómo nos vinculamos con otras personas, si podemos poner en juego nuestros sentimientos y cómo lo hacemos”, explicó Schwartzer al tiempo que remarcó que “la sexualidad es parte de nuestra cotidianeidad, no es algo que solo sucede de noche y en una cita, no se reduce a “tener sexo” o la genitalidad. La sexualidad nos acompaña todo el rato, somos seres sexuados, esto quiere decir que nuestros cuerpos, las ideas y conocimientos que construimos de ellos, nuestra identidad, la manera en que nos vinculamos, hacen a la sexualidad de las personas”.

“En los encuentros se generó un clima de reflexión, creatividad y escucha. Se sintió y se vio mucho compromiso en la participación", rescató el especialista.

Al contar sobre los encuentros virtuales que sucedieron en el verano, los talleristas destacaron: "Se compartieron lecturas acordes al tema propuesto cada día. Reflexionamos acerca de lo leído. Propusimos disparadores lúdicos para que cada participante cree su texto, historia o poema y luego compartimos las producciones. Jugamos con las palabras, jugamos para que cada participante comprobara que una poesía, una historia, un relato son posibles y están ahí…, es sólo animarnos a crear sin juicios de valor".

“Mi vinculación con la ESI fue primero personal. Tengo dos hijos chicos y me parece fundamental que la ESI esté presente en la educación formal y no formal. Después se convirtió en algo profesional porque empecé a trabajar con la ESI desde la literatura, que siempre confío que es un camino para habilitar preguntas, reflexiones e ideas desde un lugar lúdico y poético. La propuesta de escribir desde la huerta, desde el mundo de los vegetales, que también nos llevó “al mundo plantas” como un universo mucho más amplio y diverso, árboles nativos, plantas acuáticas, raíces, semillas, flores silvestres, se convirtieron en nuestras aliadas para poder conversar sobre lo que somos, lo que sentimos, lo que necesitamos”, expresó María Ussher centrando su interés en relacionar a la literatura, su especialidad, como aliada para abordar la ESI.

La sanción de la Ley N°26.150 de Educación Sexual Integral establece que la Educación Sexual en las escuelas es un derecho de todas las chicas y chicos.

“Abordamos la ESI como un eje transversal y sensible que aparece atravesando todos los temas y los disparadores que encaramos. La propuesta de los encuentros fue jugar con la literatura y la huerta (que la pensamos como la naturaleza en toda su expresión) y, pensando la ESI como eje transversal, aparece en todo lo que producimos a partir de las propuestas lúdico literarias y en las lecturas que compartimos”, sostuvo Schwartzer.

“Se notó mucho el compromiso en cada encuentro. La participación fue muy activa con una escucha para todo lo compartido (tanto las lecturas que compartí y propuse como las producciones de los participantes) muy disponible. También destacó la predisposición a los disparadores y consignas. Los grupos se entusiasmaron y eso generó un ida y vuelta muy productivo y creativo. Se charló mucho sobre la posibilidad de llevar las propuestas del encuentro a sus propios espacios culturales. Y ese sería otro aporte fundamental del taller, lograr que se multiplique en espacios culturales de todo el país, llevado a cabo por sus protagonistas. Que lo que sucedió en el taller sea eso: un disparador, una semilla que después será alimentada por muchas otras ideas para ser aplicadas en cada espacio cultural”, explicó el especialista.