Presidencia de la Nación

La Gesta de Malvinas escrita a fuego

Esta es la historia del suboficial principal (R) “VGM” Norberto Boudet y del ex cabo primero “VGM” Alfredo Franzese, quienes arriesgaron su vida ejerciendo la especialidad de Contraincendio en la Base Aérea Militar Malvinas durante el Conflicto del Atlántico Sur


A principios de abril de 1982, el entonces cabo primero Alfredo Franzese se encontraba de turno en el Comando en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina con asiento en el edificio Cóndor cuando se le informó que debía entregar la camioneta que utilizaba el Servicio de Contraincendio.

Al conocer que el vehículo iba a ser trasladado a la Base Aérea Militar Malvinas “solicité de inmediato que me llevaran con él, junto con dos soldados que trabajaban conmigo y que se propusieron para acompañarme”.

En aquel entonces Franzese ya contaba con experiencia previa al haber cumplido funciones en la Base Aérea Militar Río Gallegos durante cinco años, donde había sido entrenado en tareas de la especialidad vinculadas con la actividad aérea. Este dato fue el detonante para ser elegido para participar en el Conflicto.

“El 13 de abril llegamos en avión a Comodoro Rivadavia y de ahí emprendimos el viaje a las islas. Sentí una gran alegría al llegar a Malvinas, fue un sentimiento único que hay que vivirlo en carne propia, no hay palabras que lo describan. Íbamos a la guerra por amor a la Patria”, manifestó Franzese, quien en ese momento se convirtió en el primer integrante de la especialidad de Contraincendio en arribar a Malvinas.

Este equipo de trabajo, al que luego se sumaría el entonces cabo Norberto Boudet del Área Material Río IV, tenía la misión de balizar todas las noches la pista del Aeropuerto de la BAM Malvinas, “para eso usábamos bochones de luces que encendíamos con querosén y al amanecer las retirábamos”.

Esta tarea implicaba un gran riesgo que el personal de la especialidad enfrentaba con valentía: “Cuando veíamos que se acercaba una aeronave, cruzábamos la pista y encendíamos las tres balizas de la cabecera, luego las de las laterales y las últimas tres del final de la pista. Era una operación de 5 minutos en los que usualmente recibíamos el ataque de los buques británicos que nos bombardeaban. En esos casos era muy importante conocer el terreno para saber por dónde correr en el medio de la noche”.

EL BAUTISMO DE FUEGO DE LA FUERZA AÉREA ARGENTINA: EL ANTES Y EL DESPUÉS

“Recuerdo el 1° de mayo como una noche hermosa, casi primaveral, sin viento. A eso de las 4 de la mañana me levanté porque no me podía dormir y, cuando me estaba quedando dormido de nuevo, escuché el vuelo rasante de los Vulcan y los primeros impactos”, recordó el ex cabo primero.

Durante este ataque perdieron la vida los soldados clase 63 Guillermo García y Héctor Bordón, primeros caídos de la Fuerza Aérea Argentina en un conflicto armado contra una potencia extranjera.

“Amaneció y seguíamos sacando heridos, mientras tanto, en Darwin (Base Aérea Militar Cóndor) ya estaban en alerta, es ahí cuando los atacan los Harrier. En ese momento estaban poniendo en marcha el Pucará del primer teniente Jukic cuando los bombardearon, provocando otras 8 bajas”, afirma el veterano de Guerra.

Ese día también observó, con profunda angustia, el derribo por parte de la artillería argentina del capitán Gustavo García Cuerva. De acuerdo a la vivencia del combatiente, esto se debió a que “al llegar a la pista tuvo que arrojar los tanques suplementarios y, en el medio de la confusión, creyeron que era otra aeronave británica que venía a atacar. No tuvo tiempo de eyectarse”.

“Antes del 1° de mayo teníamos dos vehículos de Contraincendio, uno de ellos era el que pertenecía al edificio Cóndor y otro que se confiscó a las islas, que quedó completamente destruido después del ataque. La camioneta del Cóndor estaba averiada pero aún se podía manejar”, declaró el veterano de Guerra y agregó: “Con la destrucción de las camionetas no podíamos apagar los incendios, nos ocupábamos por colaborar en el rescate de heridos, brindarles los primeros auxilios y entregarlos al personal de sanidad”.

Al pasar los días, ocurrió uno de los hechos que permanecen imborrables en la memoria del cabo primero: “Estábamos con el soldado, preparándonos para balizar la pista, cuando cayó una bomba a 10 metros de donde estábamos. Cerré los ojos y tenía miedo de abrirlos para saber si estaba vivo. Cuando los abro, observo que la bomba no había detonado, son esos momentos en los que no estaba escrito que teníamos que partir”.

En paralelo, el suboficial principal (R) “VGM” Norberto Boudet, en aquel entonces cabo, se encontraba ejerciendo funciones en el Servicio de Contraincendio del Área Material Río IV cuando el 28 de abril lo notificaron que se tenía que presentar en la Unidad para retirar armamento, donde lo esperaba una aeronave Guaraní que lo trasladaría a Comodoro Rivadavia para permanecer allí durante 10 días.

“Al llegar a Comodoro me dijeron que estaba destinado a la Base Aérea Militar Malvinas. Llegué a las islas el 8 de mayo a bordo de un C-130 Hercules y permanecí en Puerto Argentino hasta terminar el Conflicto, mientras que un compañero mío fue destinado a Darwin”, explicó Boudet.

Al sumarse al Servicio de la BAM, el cabo primero hacía turno junto con uno de los soldados y lo relevaba el cabo Boudet acompañado de otro conscripto en la carpa de Sanidad. “El que no estaba de turno iba a descansar a la Escuela que estaba en Puerto Argentino, junto con el resto del personal de la Fuerza. Al lado de la carpa estaba el pozo de zorro donde nos refugiábamos cuando comenzaban los ataques”, relató el suboficial principal.

Una de las experiencias que marcaron la vida de Boudet ocurrió mientras que estaban esperando en la pista para recibir a un C-130 Hercules: “En ese momento nos sorporendió uno de los Harrier, arrojó una bomba de retardo que explotó cerca del lugar donde estábamos. Nos arrastramos hasta cubrirnos, parecían fuegos artificiales. El Hercules estaba demorado, si hubiera llegado a tiempo y el Harrier nos encontraba en la pista preparando las balizas, otra hubiera sido nuestra historia. En ese momento te pasan muchas cosas por la cabeza”.

Avanzado el Conflicto, el 29 de mayo de 1982, el cabo primero Franzese asistió a los heridos del bombardeo naval sobre Puerto Argentino que se llevó la vida del capitán (PM) Luis Darío Castagnari, con quien la noche anterior había jugado a las Damas, dado que se conocían de su paso por la Base Aérea Militar Río Gallegos.

“Con sanidad fuimos a buscar a los heridos, los llevamos al refugio. Fue espectacular verlos trabajar en la guerra, conocer su profesionalismo y cómo se arriesgaban para rescatar heridos, los atendían en el medio del bombardero naval. Habrán sido 3 minutos lo que duró este ataque en particular, pero parecía una eternidad. Esa fue una noche terrible. Son esos casos en los que tenés miedo, porque no hay nadie que no tuvo miedo, pero te reponés y salís adelante, a luchar”, declaró Franzese, quien a su vez destacó que “el capitán Castagnari arriesgó su vida heroicamente tratando de poner en resguardo a su personal, los salvó a todos”.

“Con la guerra nos dimos cuenta que todos éramos iguales, que no importaba el Instituto de Formación donde habíamos egresado, porque cada uno tenía una misión, que se la daba la especialidad. Fallaba uno y fallábamos todos, cada uno era una pieza fundamental dentro del gran engranaje”, explicó el cabo primero.

Tanto Franzese como Boudet permanecieron en la Isla hasta el final de la guerra, cuando fueron tomados prisioneros. Regresaron al continente mediante el buque Bahía Paraíso de la Armada Argentina y fueron recibidos por las autoridades en la Escuela de Suboficiales de Ezeiza.

EL ROL FUNDAMENTAL DE LA CONDUCCIÓN DE LA BAM MALVINAS

“Tuvimos buenos conductores. El entonces comodoro Héctor Destri (jefe de la BAM Malvinas) y el mayor Héctor Rusticcini (jefe del Escuadrón Servicios, jefe del Escuadrón Abastecimiento y del Escuadrón Terminal de Cargas Aéreas) estaban con nosotros todo el tiempo, éramos como sus hijos, nos cuidaban a cada uno y estaban hasta en el más mínimo detalle”, recuerda con emoción el ex cabo primero y agrega: “Una vez, en el medio de un bombardeo, se me acerca Destri cuerpo a tierra y me pregunta cuánto tiempo hacía que no le escribía a mis papás desde que había llegado a la Base. Al terminar el ataque me dio un papel y un lápiz para que me comunique con ellos. Eran dos personas que iban al frente, nosotros no nos podíamos quedar atrás”.

Pasaron los años y el comodoro (R) “VGM” Rusticcini se convirtió en presidente de la Asociación Bahía Agradable y colaboró activamente con el Departamento Gesta de Malvinas de la Secretaría General de la Fuerza Aérea Argentina hasta el último día de su vida, con la única meta de inmortalizar el legado de aquellos que combatieron con honor en la heroica Batalla por las Islas Malvinas.

“Rusticcini nos juntó a todos los veteranos de Guerra, después de 35 años, y nos volvió a unir, nos hizo desfilar en la 9 de Julio y nos hizo sentir el amor del pueblo. Era un líder nato, llevaba en el alma el liderazgo y su ausencia se siente”, confesó Franzese.

NACER CON LA VOCACIÓN DE SERVICIO: LA ESENCIA DEL SERVICIO CONTRAINCENDIO

Al finalizar la guerra, los caminos de estos dos representantes de la especialidad se separaron hasta que las redes sociales permitieron que se volvieran a encontrar personalmente, cuando el ex cabo primero visitó en Neuquén a quien se retiró de la Fuerza con el grado de suboficial principal, un momento que quedará en sus memorias para siempre.

Al mirar atrás, Franzese rememora que “siempre quise ser bombero y me encantaba la Fuerza Aérea. Un día estaba mirando la tele y vi una publicidad en la que la Institución incorporaba personal para sumarse como Contraincendios, ahí supe que ese era mi destino. Quienes quieran seguir este camino tienen que sentir la especialidad, no sólo es apagar un incendio, tiene muchas otras funciones, como brindar primeros auxilios, iluminar las pistas o rescatar a pilotos de aeronaves”.

Por su parte, antes de ingresar a la Fuerza, el suboficial principal (R) “VGM” Boudet fue bombero voluntario y luego se incorporó como personal civil al Área Material Río IV para ejercer esta función. Posteriormente comenzó su formación militar en el Centro de Instrucción Profesional de Aeronáutica (CIPRA) de la Fuerza Aérea Argentina, egresando con la especialidad de Contraincendio.

Se retiró de la Institución en 2008, con el cargo de encargado de Operaciones del Aeropuerto de Neuquén, destino donde brindó cursos de PREVAC y primeros auxilios al personal perteneciente a las entidades aeronáuticas locales.

A lo largo de su carrera escribió el libro “Mi relato: Vivencias en Malvinas”, el cual sólo entregó a sus familiares y amigos cercanos para que conozcan en primera persona esa etapa tan importante de su vida marcada por la Gesta. La tapa está ilustrada con la foto tomada por el periodista Nicolas Kasanzew en pleno bombardeo, mientras se resguardaban en uno de los refugios de la Base.

Actualmente, la Dirección General de Seguridad Operacional Aeroespacial Militar es el órgano rector de la especialidad, siendo el Instituto de Formación Ezeiza el establecimiento educativo encargado de formar a los suboficiales de la Fuerza Aérea Argentina que elijan este perfil profesional.

Continuando con este legado, el suboficial principal Boudet compartió un mensaje a las nuevas generaciones de Contraincendio: “Si realmente tienen la vocación, tienen que seguir adelante, deben sentir la responsabilidad de exponer su propia vida para salvar a otra”.

Al respecto, el ex cabo primero Franzese concluyó: “Aprovechen las oportunidades que les da la Fuerza, capacítense y valoren al grupo humano que está con ustedes. Afuera, en otro trabajo, hay compañeros, adentro son camaradas que están dispuestos a dar la vida por ustedes”.

Créditos: Nota por: Lic. Sosa Florencia
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