El aumento fue anunciado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien advirtió que la suba “no va a impactar en la formación de precios” porque los trabajadores a quienes alcanza la medida “no trabajan en grandes grupos o empresas que sean formadoras de precios”. Recordó además que los convenios que se firmaron este año fijaron salarios básicos no inferiores a los $ 2100 mensuales.

El salario mínimo, vital y móvil se elevará de $ 1500 a $ 1740 desde septiembre, mientras que en enero de 2011 llegará a los $ 1840. Considerando la cifra final, el aumento es del 22,6% e impactará en 227.000 trabajadores, aproximadamente un 3% de los asalariados del sector formal.

El salario mínimo -que es una cifra en bruto, es decir, sujeta a los descuentos por aportes a la seguridad social- tiene impacto directo en trabajadores no alcanzados por algún convenio. Y, según el Ministerio de Trabajo, su mejora empuja también los ingresos de los trabajadores en negro. Están excluidos de su alcance los peones rurales y el servicio doméstico, ya que los ingresos básicos de esos grupos dependen de otras normativas.

Este año la discusión del nuevo salario mínimo se dio en un marco diferente del de períodos anteriores. Por un lado, porque meses atrás se aprobó una ley -pese a la resistencia del Poder Ejecutivo- que habilita el uso del sueldo mínimo como referencia de negociaciones colectivas.

Entre los integrantes del Consejo estuvieron ayer el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, y los dirigentes sindicales Julio Piumato (judiciales) y Carlos Ríos (Obras Sanitarias). Por la CTA participaron, entre otros, Hugo Yasky y Pedro Wasiejko. El sector empleador estuvo representado, entre otros, por Daniel Funes de Rioja (Unión Industrial), Pedro Etcheberry (Cámara de Comercio) y Gregorio Chodos (Construcción).