Cómo fue la recuperación y puesta en valor del Museo Penitenciario “Antonio Balvé”
A lo largo de dos años, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación ha impulsado un programa tendiente a garantizar la conservación del edificio y de los objetos que encarnan el archivo museológico de la política carcelaria y los desarrollos de la Criminología en nuestro país.
Un reservorio de Historia nacional emplazado a metros de la Plaza Dorrego, en el barrio de San Telmo: el Museo Penitenciario Argentino “Antonio Ballvé” ha atravesado en los últimos años un proceso de restauración edilicia y de preservación de los valiosos elementos museológicos y documentación que atesora en sus salas.
Bajo la dirección de Oscar González, el programa de recuperación se ha llevado adelante, entre 2020 y 2023, con un staff de archivistas que se han encargado de aplicar las técnicas de preservación tanto para el archivo fotográfico de las distintas etapas históricas del desarrollo del sistema carcelario nacional, como la puesta en valor de los materiales recolectados de las unidades carcelarias que integran el sistema penitenciario a nivel nacional.
“Este museo es el ente público que dentro del contexto del Servicio Penitenciario Federal (SPF) registra, preserva, contiene y pone a disposición de investigadores y público el valioso acervo histórico, material, de la historia carcelaria argentina -explica González-. Y reúne en sus salas y dependencias una multiplicidad de objetos, cerca de dos mil, que refieren a la historia carcelaria argentina y en los distintos ámbitos geográficos del país.
También preserva, ordena y tiene la misión de clasificar miles de historias criminológicas referidas a las personas que a través de las décadas itineraron por el ámbito de las distintas unidades penales de la Argentina”.
Una historia de la criminología argentina
“Desde el área de archivo fotográfico encaramos un tratamiento archivístico de los fondos -explican Mora de Vicentis y Victoria Irene, integrantes del staff de archivistas-. Lo cual implica identificación, clasificación, limpieza, cambio de guarda, digitalización y acceso al público”.
El material fotográfico se preserva a través de distintos soportes: en vidrio hay registros que abarcan un arco temporal de 1947 a 1966, y la cifra alcanza las 1500 imágenes, así como también están al alcance de los investigadores álbumes con testimonios de las distintas unidades carcelarias de la Argentina, así como un fondo de copias en papel.
“Acá conservamos documentación desde la época de los primeros calabozos emplazados en el Cabildo, pasando por lo que fueron las primeras colonias penales, la emblemática Penitenciaria Nacional, algunos materiales pertenecientes a la Cárcel de Ushuaia, establecimientos federales de otras provincias y una serie de legajos criminológicos, que contienen abundante material en lo que respecta a mujeres que han permanecido detenidas durante muchos años en este edificio que hoy ocupa el Museo”, postuló Irene.
Hay, efectivamente, vitrinas con uniformes de detenidos y guardicárceles, y una serie general de objetos que revelan las distintas etapas de la evolución de la criminología argentina. Junto a paneles explicativos, pueden verse maquetas de unidades penitenciarias, materiales personales de personalidades como José Ingenieros o Roberto Pettinato, funcionario innovador del sistema penitenciario durante la gestión del presidente Juan Domingo Perón.
El programa de restauración encabezado por González se ha ocupado también de diseñar una web del Museo, desde donde es posible además realizar una recorrida virtual.
También, ofrece un paneo histórico sobre el edificio, sus distintos roles desde el siglo XVIII hasta la actualidad, junto con material fotográfico y textos de destacados académicos e investigadores sobre temáticas afines a las políticas carcelarias y lo criminológico. La dirección es