Presidencia de la Nación

7 de julio: Día Nacional de la Conservación del Suelo

El 7 de julio se celebra en nuestro país el Día Nacional de la Conservación del Suelo, una jornada que busca sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de cuidar y proteger uno de los recursos naturales más esenciales para la vida en la Tierra.

El suelo no solo es fundamental para la producción agrícola y la sustentabilidad de los ecosistemas, sino que también desempeña un papel crucial en la regulación del ciclo del agua, la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático.

En Argentina, la degradación del suelo es un problema cada vez más preocupante impulsado principalmente, por prácticas agrícolas insostenibles, deforestación, sobrepastoreo y urbanización descontrolada.

Cerca del 85 % de los suelos argentinos en uso agropecuario presentan algún grado de pérdida de fertilidad o erosión, lo que impacta directamente en la producción agrícola, uno de los pilares económicos del país. La erosión y la desertificación en vastas regiones productivas, como la región pampeana, el NOA, el NEA y la Patagonia, amenazan la seguridad alimentaria y generan pérdidas económicas significativas debido a los menores rendimientos de los cultivos y las pasturas, e incluso incrementan los costos de producción. La degradación del suelo en Argentina no solo tiene implicaciones ambientales, sino también profundas consecuencias económicas que afectan a productores, comunidades rurales y al país en su conjunto. Por ello, es esencial adoptar políticas públicas y prácticas responsables para revertir esta tendencia y asegurar un futuro próspero.

Diversas instituciones públicas y privadas, ONG, instituciones ambientales y organizaciones sociales llevan a cabo campañas y actividades educativas durante esta fecha, con el objetivo de promover prácticas agrícolas sostenibles, el uso racional de los recursos y la adopción de políticas públicas que garanticen la conservación del suelo a largo plazo. El INTA ha estado promoviendo diversas técnicas para lograr una agricultura más sostenible y responsable con el medio ambiente. Entre ellas se encuentran las rotaciones de cultivos, que ayudan a reducir la presión de plagas y enfermedades, y los cultivos de cobertura, que mejoran la estructura del suelo y su fertilidad. También fomentan la incorporación de abonos orgánicos, que enriquecen el suelo de manera natural y sustentable. Además, se trabaja en el control de la escorrentía mediante obras ingenieriles y corredores biológicos, que previenen la erosión y conservan la biodiversidad. Asimismo, promueven un uso racional de plaguicidas y fertilizantes químicos, minimizando su impacto ambiental y promoviendo una agricultura más amigable con el ecosistema. También se impulsan técnicas de labranza mínima o siembra directa, las cuales protegen la superficie del suelo, reducen la pérdida de humedad y fomentan la biodiversidad del suelo, contribuyendo a un sistema productivo más resiliente y sustentable. La integración de estas prácticas contribuye de manera efectiva a la conservación del suelo y fomenta una agricultura más responsable y respetuosa con el medio ambiente.

En este contexto, la educación ambiental desempeña un papel fundamental. La enseñanza para el cuidado de los suelos es una tarea compleja dirigida especialmente a las generaciones futuras, como parte de la construcción de una ciudadanía participativa y comprometida. Ante una crisis ambiental global de carácter civilizatorio, resulta imprescindible reevaluar nuestras formas de habitar el planeta y de relacionarnos con la naturaleza. Solo a través de una educación consciente y activa será posible fomentar una actitud responsable y un cambio real hacia la sostenibilidad.

Créditos: Ing. Agr. Héctor Sánchez. EEA Famaillá. Esp. en Comunicación Ambiental Adriana Ruiz. Centro regional Tucumán Santiago del Estero. Ing. Agr. María Quinteros. EEA Famaillá.
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