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No uses antibióticos sin prescripción medica

Aunque no puedas percibir el riesgo del uso indiscriminado de los antibióticos, cada vez que los utilizamos pueden generar resistencia en los gérmenes. Por eso es fundamental usarlos sólo cuando sean prescriptos por un médico.

Qué es la resistencia antimicrobiana

La resistencia antimicrobiana ocurre cuando las bacterias, virus, hongos o parásitos que causan enfermedades, mutan y se vuelven resistentes a los medicamentos que se utilizan para combatirlas. Es la creciente habilidad de estos microorganismos para volverse inmunes a la acción de los fármacos.

Los antimicrobianos son los medicamentos que se utilizan para tratar las infecciones causadas por microorganismos como bacterias, virus, hongos o parásitos. Dentro de este grupo de medicamentos, los antibióticos son los que tratan específicamente las infecciones causadas por bacterias.

La resistencia es un proceso natural, pues los medicamentos van perdiendo con el tiempo su capacidad para matar agentes patógenos. Pero, en los últimos años, el uso inapropiado de antibióticos ha acelerado exponencialmente este proceso. ¿Cómo? Por ejemplo, cuando no se finalizan los tratamientos prescritos o cuando se prescriben erróneamente, a veces por desconocimiento y otras veces por no disponer de métodos diagnósticos eficaces.

Es importante que todas las personas sepan que si consumen un antibiótico sin prescripción médica o si interrumpen un tratamiento antes de lo indicado, puede ocurrir que dichos medicamentos no maten a todas las bacterias que causan la enfermedad, por lo cual las que sobreviven podrían mutar y volverse “superbacterias”.

Los antibióticos no tratan infecciones virales

Los antibióticos tratan bacterias, pero la mayor parte de las infecciones ambulatorias comunes tales como la faringitis, otitis y sinusitis, son causadas por virus. En estos casos los antibióticos no solamente no contribuyen a la curación sino que además alteran la flora normal.

La aparición de este fenómeno, también llamado farmacorresistencia, se debe además al empleo generalizado de antibióticos en la ganadería, tanto para prevenir enfermedades de los animales como para fomentar su crecimiento. La propagación de la resistencia a los antibióticos en el ganado contribuye a la propagación de la resistencia en los seres humanos, a través de las enfermedades de transmisión alimentaria y otras vías de infección.

Existe una vinculación directa entre la salud humana y la salud animal. Es por eso que el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) creó en 2015 el Programa Nacional de Vigilancia de la Resistencia Antimicrobiana en animales destinados al consumo humano, con el objetivo de prevenir la generación y difusión de bacterias que resisten la acción de los antibióticos.

¿Qué impacto tiene la resistencia antimicrobiana en nuestra vida cotidiana?

La resistencia a los antimicrobianos –entre ellos los antibióticos– provoca que se incrementen los costos médicos, que se prolonguen las internaciones hospitalarias y que aumente la mortalidad. Cuando ya no se pueden tratar las infecciones con los antibióticos de primera línea, es necesario emplear fármacos más caros, tratamientos más largos y con más efectos adversos. Es así que la neumonía, la tuberculosis, las infecciones urinarias o la gonorrea, por ejemplo, son enfermedades cada vez más difíciles de tratar.

En otras palabras, disponer de antibióticos menos eficaces generará que las enfermedades infecciosas, los trasplantes de órganos, la quimioterapia y las cirugías se vuelvan más peligrosas y atenten contra la vida de las personas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que “la resistencia a los antibióticos es hoy una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo” y asume su lucha como un tema prioritario. Desde 2015 dirige una campaña mundial de sensibilización sobre esta problemática bajo el lema “Antibióticos: manéjalos con cuidado”.

La Secretaria de Gobierno de Salud de la Nación y la ANMAT adhieren a la campaña de concientización y recuerdan que se pueden adoptar medidas en todos los niveles de la sociedad para reducir el impacto de este fenómeno y limitar su propagación.

¿Se puede solucionar el problema de la resistencia antimicrobiana desarrollando nuevos medicamentos más potentes?

La resistencia antimicrobiana hace necesario hallar nuevos tratamientos. Pero, aunque se logren desarrollar en el mediano y corto plazo, éstos serán más caros, más largos y con más efectos adversos.

En febrero último, la OMS publicó la lista de patógenos prioritarios resistentes a los antibióticos, en la que se incluyen las doce familias de bacterias más peligrosas para la salud humana. La lista es una herramienta para guiar la investigación y el desarrollo (I+D) de nuevos antibióticos, como parte de las numerosas actividades que lleva adelante la OMS para combatir este creciente problema mundial.

Si bien es esencial aumentar la I+D, no basta para solucionar el problema. Para luchar contra la resistencia, tiene que haber también una mejor prevención de las infecciones y un uso apropiado de los antibióticos existentes en la medicina humana y veterinaria, así como un uso racional de cualquier nuevo antibiótico que se desarrolle en el futuro.

Solo algunos gérmenes son causantes de enfermedades

Los seres humanos tenemos gérmenes “colonizantes” en buena parte de nuestra superficie corporal. Estos gérmenes nos protegen y nos ayudan a cumplir funciones vitales. Sólo debemos combatir los gérmenes que causan infecciones.

¿Qué podemos hacer?

Todas las personas podemos contribuir a la lucha contra la resistencia antimicrobiana. Si nos enfermamos, es muy importante consultar a un profesional de la salud y seguir estas pautas:

  • Utilizar antibióticos solo cuando los prescriba un médico u odontólogo.
  • No demandar antibióticos a los profesionales de la salud si éstos deciden que no son necesarios.
  • Utilizar los medicamentos según lo indicado, respetando la dosis, los horarios de toma y el tiempo de tratamiento, sin interrumpirlo incluso si nos sentimos mejor.
  • No automedicarnos ni usar los antibióticos que nos hayan sobrado, o que le hayan sobrado a otros.
  • Asegurarnos de que los profesionales de la salud que nos atiendan se laven las manos y/o usen guantes descartables.

También podemos ayudar a prevenir las infecciones siguiendo estas recomendaciones:

  • Lavarnos las manos con agua y jabón regularmente.
  • Evitar el contacto directo con enfermos para impedir el contagio.
  • Usar preservativos para prevenir las enfermedades de transmisión sexual.
  • Vacunarnos y tener al día el carnet de vacunación.
  • Ventilar los ambientes.
  • Cubrirnos la nariz con el codo o axila al estornudar.

Fuentes
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