Utilizan sensores remotos para monitorear la producción forrajera en áreas serranas
Un equipo de especialistas del INTA junto con productores ganaderos trabaja en la calibración de un método con base en el uso de sensores remotos para estimar la productividad del forraje natural en áreas serranas. Un dato indispensable para definir la carga animal de un sistema y alcanzar un balance sustentable entre la producción de carne y el ecosistema.
En Catamarca una parte importante de la ganadería bovina se desarrolla en las zonas serranas de la región central de la provincia. Por esto, un equipo de especialistas de la Estación Experimental Agropecuaria y de diferentes Agencias de Extensión Rural del INTA analizan, junto con productores ganaderos, la topografía de la región para ajustar métodos que permitan estimar con mayor precisión la productividad forrajera. De esta manera, será posible ajustar la carga animal y lograr un balance entre la producción de carne y la recuperación del forraje natural.
“Nos enfocamos en calibrar un método basado en el uso de sensores remotos para estimar la productividad primaria neta aérea (PPNA) de los recursos forrajeros ubicados en áreas serranas”, señaló Laura Cano, especialista en teledetección del INTA Catamarca, quien expresó además que “si bien es una tecnología que se utiliza en muchas regiones ganaderas del país, no se encuentra difundida en áreas con relieve accidentado”.
Los trabajos realizados hasta el momento indican que “se producen variaciones apreciables en los resultados del índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI), uno de los factores que se utiliza para estimar productividad, al aplicar en las imágenes satelitales distintos métodos de corrección del efecto topográfico”, explicó Cano y añadió: “Hay que ver qué calibraciones al método son necesarias, en principio tienen que ver con que en esta topografía, la posición del sol en el momento en que el satélite pasa y registra la imagen va a provocar que algunas zonas queden bien iluminadas y otras oscuras, con sombras”.
Se trata de un proceso largo que involucra trabajo a campo, la instalación de clausuras y búsqueda de datos y mediciones, una vez concluido permitirá tener un dato de disponibilidad forrajera, es decir, cuantos kilogramos de materia seca por hectárea se tiene disponible en un periodo de tiempo determinado.
“Es un trabajo que se realiza en coordinación con las Agencias de Extensión Rural y con la participación de los productores, son ellos los que nos van indicando los lugares por donde los animales se mueven, donde están más tiempo en las diferentes épocas del año y llevándonos, porque son lugares de poco acceso donde se llega a caballo para ver el lugar, instalar las clausuras y demás”, indicó la investigadora del INTA.
La importancia de esta propuesta radica en que muchos productores ganaderos desconocen los valores de productividad del forraje natural y su conocimiento es fundamental para definir la capacidad de carga animal de un sistema y alcanzar un balance sustentable entre la producción de carne y la salud del ecosistema.