¿Quién soy?
En esta nota compartimos historias de vida de personas que desconocen su identidad biológica o se ven afectados por esta problemática. Se trata de casos que no están vinculados con delitos de lesa humanidad
Ester:
“Esperaba con mucha ilusión el nacimiento de mi segundo hijo. El 29 de marzo de 1978 di a luz en la Maternidad Sardá. Tenía 24 años.
Allí desarrollé un parto normal y, cuando sentí que el bebé nació, automáticamente me incorporé para agarrarlo. Alcancé a verlo. Largo y rosado como mi hijo mayor. Pero el médico que me asistió en el trabajo de parto, me empujó hacia atrás y me aprisionó contra la camilla. Cuando logré soltarme, el bebé no estaba más.
Me dijeron que era varón y que nació muerto. Pero nunca me dieron ninguna evidencia al respecto. Volví diez días más tarde a buscar los resultados de la supuesta autopsia que realizó la institución y me despacharon con las manos y el corazón vacíos”.
Hugo:
“Soy un ciudadano sin identidad. Soy apropiado, sin relación con los crímenes de lesa humanidad. Desconozco mi etnia, mis orígenes biológicos, mis raíces biológicas y mi historial médico.
Mi lugar de nacimiento y fecha son inciertos, a pesar que mi partida y documentación es legal, todos sus datos son falsos.
Ignorar nuestros lazos sanguíneos, nuestra identidad biológica, nos lleva a padecer un conflicto existencial, de hasta desconocernos y preguntarnos quiénes somos. La ausencia de nuestra historia de origen nos crea infinitos interrogantes, donde afecta directamente nuestras emociones más íntimas”.
Nélida:
“El 30 de mayo de 1965, mi madre dio a luz a un niño. Fue en la casa de una partera, en la calle Reconquista 452 de la localidad de Turdera, partido de Lomas de Zamora.
Mi madre me contó que el bebé nació muerto. Nunca lo dudé. Yo era muy pequeña, tenía 5 años en ese momento y mi hermana menor, 3.
En el año 2010, mi madre confesó que presionada por su situación en ese momento -separada, con dos niñas y sin un techo propio- accedió a la entrega de ese bebé a una familia, tal como lo habían acordado su madre y la partera.
Fue un gran golpe para mí. Pasé del dolor de la verdad a la alegría de saber que mi hermano estaba vivo. Aún sigo buscando y lo seguiré haciendo mientras esté viva”.
Desde la Red de Trabajo sobre Identidad Biológica (RETIB), estamos trabajando fuertemente en la promoción y protección del derecho a la identidad biológica, como un derecho humano fundamental. Si tenés dudas sobre tu identidad o crees que la misma ha sido alterada, escribinos a [email protected]. Tu consulta tendrá respuesta. Siempre.