Mapa cultural moqoit: un proyecto participativo recupera la memoria en Campo del Cielo
El Ministerio de Cultura, la provincia de Chaco y referentes moqoit avanzan en el registro, preservación y divulgación cultural de lugares sagrados en Campo del Cielo y sus meteoritos.
¿Qué significa construir un mapa cultural? ¿Cómo se entrelazan la memoria ancestral, las historias de cada comunidad y la identidad de un pueblo con el paisaje? Con estas preguntas como disparador, las comunidades moqoit de Campo del Cielo (Chaco) avanzan en un plan participativo para preservar la memoria y los elementos de su cosmovisión vinculados a lugares patrimoniales considerados sagrados, como la reserva de Campo del Cielo y sus meteoritos.
El proyecto, impulsado por la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación en coordinación con la Dirección de Patrimonio Cultural de la provincia de Chaco, involucra de forma activa a las propias comunidades. A lo largo de todo el año se organizaron talleres y campamentos de trabajo en distintas localidades del sur del Chaco, y se hicieron registros audiovisuales con testimonios de ancianos, ancianas y referentes moqoit.
“Fue maravilloso, los mayores respondieron a la invitación, aunque para ellos fue algo nuevo: era la primera vez que se exponían a una cámara”, relata Abel Salteño, profesor bilingüe intercultural de la comunidad El Pastoril y quien formó parte del equipo que entrevistó a personas de la comunidad para recabar los relatos que nutrirán la elaboración de material didáctico. Bajo la dirección de la socióloga Victoria Sosa, investigadora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL), y la coordinación de Marcelo Pérez, responsable del Departamento de Patrimonio Inmaterial del Instituto de Cultura del Chaco, quienes también se encargaron de la realización de las entrevistas Lucas Silvestri, Antonio Ríos y Fabián Valdéz.
El plan de investigación y acción participativa se desarrolla en paralelo a un proyecto de ley -cuya redacción estuvo a cargo de un comité designado por el Ministerio de Cultura nacional- para la protección de los meteoritos de Campo del Cielo -sitio denominado Piguem N’Onaxa en lengua qom-, objetos amenazados desde hace décadas por el tráfico ilícito.
De ancianos a jóvenes
“¿De dónde provenimos los moqoit?”, le pregunta un joven Juan Carlos Martínez -hoy docente bilingüe intercultural- a un anciano en el documental La Nación oculta (2010), realizado por la Coordinadora Audiovisual Indígena Argentina y el Consejo del Pueblo Moqoit. A lo que el mayor responde, en base a lo transmitido por sus abuelos: “Nuestros padres vinieron desde el sur, bordeando los ríos, pescando y cazando en el bosque. Así llegaron hasta Napalpí. Cuando llegaban a un lugar, se quedaban por varias lunas y cambiaban nuevamente, buscaban agua. Completando el círculo llegaban hasta Campo del Cielo, donde cayó el meteorito. En ese lugar se quedaron mucho tiempo. Allí se elegía a los visionarios, y los elegidos comenzaban a danzar, sentían que había algo enterrado en el lugar. Sentían la energía de la piedra”. En el audiovisual, un narrador completa: “Nuestros ancestros venían a hacer un retiro espiritual a este lugar, donde querían estar solo con el cielo y la tierra, un lugar silencioso donde uno puede entender lo que significa la vida”.
Alejandro López, antropólogo y astrónomo cultural experto en Campo del Cielo, explica que los meteoritos forman parte crucial de una red de “lugares sagrados” para los moqoit: “Representan hitos de su etnoterritorio que dan cuenta de encuentros con seres potentes y los pactos con ellos, además son memoria de las andanzas de los grupos de parientes y de sus alianzas humanas y no humanas”.
Esta cosmovisión toma especial relevancia a la hora de recuperar memorias y prácticas originarias. Desde la colonia hasta tiempos recientes, el pueblo moqoit ha sido desplazado. “Y torturado y masacrado, especialmente durante la creación y expansión del Estado argentino -remarca la antropóloga Victoria Sosa-. Vivía de la marisca (recolección, caza y pesca), pero con la expansión de la frontera agrícola fue obligado a concentrarse en pequeños centros urbanos, con lo cual todas las tradiciones que solían mantenerse de generación en generación se han tenido que adaptar a la vida urbana”.
Una de las consecuencias de ese desarraigo, señala Sosa, se traduce en que muchos jóvenes hoy miran con desconfianza a los mayores que siguen hablando en la lengua local o perpetuando algunas prácticas culturales, mientras que los ancianos se esfuerzan por mantener viva una cultura que está claramente amenazada por la pobreza. El plan participativo de recuperación y registro de relatos ancestrales apunta en esta dirección: es un modo de dar visibilidad y de unir generaciones. “Estamos trabajando para buscar formas de preservar su memoria para que puedan seguir ejerciendo su derecho a vivir de la manera en que deseen. Para esto es muy importante que el Estado nacional y la provincia, incluso los municipios, empecemos a dar lugar al punto de vista y la participación indígena en las decisiones de gobierno, en la gestión de estos lugares. El patrimonio es una herramienta que puede ser muy buena para estos casos de sitios sagrados”, refuerza Sosa.
#####Patrimonio cultural y político: ¿cómo protegemos?
El proyecto de puesta en valor del Campo del Cielo y de protección de sus meteoritos surgió de una propuesta presentada por Valeria González, secretaria de Patrimonio Cultural de la Nación, en articulación con el Instituto de Cultura de la Provincia de Chaco. “Existía la preocupación por el tráfico ilícito muy grave de estos objetos celestes y un interés tanto científico como antropológico cultural que estos objetos despiertan. La secretaria de Patrimonio invitó a investigadores y a las comunidades locales a participar en la definición de cómo proteger, cómo conservar, cómo mostrar y cómo interpretar a estos objetos, algo bastante novedoso en una gestión del patrimonio, porque se considera tan importante la parte científica como la significación cultural de los mismos. Si bien esta tendencia ha ido aumentando en las áreas de patrimonio, esta iniciativa marca una línea de gobierno y de política patrimonial más inclusiva”, valora Sosa.
En la misma línea, Leonor Acuña, directora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL), destaca la oportunidad de sumarse a un proceso nuevo desde su propia concepción: “Tanto por la forma de trabajo conjunto y la consulta a las comunidades como por el lugar que ocupa Campo del cielo y los meteoritos para el pueblo moqoit”. Por parte del Instituto de Cultura del Chaco, Gabriela Barrios, su directora, celebra que el trabajo de vinculación entre el Estado y las comunidades se traduzca en más participación: “Algunos referentes moqoit llevan más de 15 años haciendo tareas de divulgación y nosotros acompañándolos, pero en las últimas reuniones se sumó un colectivo de mujeres moqoit que expresaron su interés en participar en este proceso, algo fundamental para robustecer este proceso comunitario”.
#####Trabajo conjunto y en territorio
El primer paso para la participación directa y representativa en las decisiones que se toman con relación a la gestión y administración de Campo del Cielo fue la celebración de un proceso de consulta libre, previa e informada a través del cual el Estado nacional les presentó a las comunidades indígenas el proyecto de puesta en valor. “No solamente estuvieron muy entusiastas de iniciar este proceso de trabajo sino que nos comunicaron su enorme deseo de dar visibilidad a la cultura moqoit”, cuenta Sosa. Marcelo Pérez, responsable del área de Patrimonio Inmaterial del Instituto Cultural del Chaco, refuerza: “Muchos se sienten los menos identificados de los tres pueblos originarios [tras los wichi y los qom] de la provincia”.
A partir de este intercambio inicial con líderes y referentes moqoit, se acordó viajar para conocer las siete comunidades que los propios referentes moqoit mencionaron que formaban parte del área de influencia de Campo del Cielo: Villa Ángela, San Bernardo, El Pastoril, La Tigra, Charata, Villa Berthet y Coronel Du Graty. Allí se realizaron talleres para identificar los obstáculos para la transmisión de valores y elementos culturales y para conocer versiones y relatos sobre la importancia de Campo del Cielo y de sus meteoritos. Una de las mayores preocupaciones, que se repitió en cada encuentro, fue la edad avanzada de quienes conservan la memoria cultural.
El equipo de investigadores constató que Campo del Cielo pertenece en realidad a un territorio más amplio que el pueblo moqoit reconoce como propio, pero que hoy está limitado y afectado por la frontera agrícola que condenó a las comunidades a situaciones de aislamiento y reclusión en barrios de pueblos y ciudades de esa zona del Chaco. Frente al desplazamiento territorial, pensar Campo del Cielo como parte de ese paisaje cultural y sagrado se volvió una vía para recuperar la significación cultural de este lugar, incluyendo las luchas y la resistencia del pueblo, que se conectan con las reivindicaciones actuales de reparación histórica.
Pero, ¿cuáles eran esos elementos de la cultura moqoit considerados relevantes por las propias comunidades? “El pueblo moqoit, así como otros pueblos indígenas, tienen otra forma de ver el mundo. Una forma muy diferente a la occidental. Esas diferencias son ontológicas, son el concepto mismo de realidad. Son pueblos animistas, donde la relación entre el ser humano y la naturaleza no es dual, como la occidental cartesiana, sino que se consideran parte de un mismo ecosistema, donde los seres humanos, la naturaleza, los animales y los recursos tienen que convivir armónicamente. Eso se traduce en un respeto diferente por todos los seres del universo y por una mirada muy diferente de objetos, lugares y situaciones que la mirada occidental considerarían inanimadas, pero que para ellos tienen un importantísimo valor simbólico”, apunta Sosa.
A través de los talleres, se empezó a delinear este mapa cultural, que sigue en proceso de elaboración, y que permitirá identificar y ubicar tres capas diferenciadas de información: los lugares sagrados de la cosmovisión local, como Campo del Cielo o la Laguna Sagrada; los sitios vinculados a la historia y luchas (Napalpí, Zapallares, Cangayé, Cacique Catán) y los espacios asociados a otras referencias culturales, como los emplazamientos de proveniencia de cantoras, artesanas u otras figuras que desempeñan determinados roles en la comunidad. Cada uno de los puntos identificados en el mapa estará asociado a un registro audiovisual.
Como el testimonio de Juana Acosta, anciana de El Pastori. “Los sabios de la comunidad contaban que el meteorito es un dios, el creador de todo o el gran espíritu, y les había informado a los moqoit que había algo debajo de la tierra, enterrado, y que les podía servir como fuerza, como energía. Era un objeto del espacio. Entonces los moqoit hacían rituales ahí”, cuenta Abel Salteño sobre el relato de Juana, su abuela.
En palabras de Francisco Rojas quedó registrada la importancia del conocimiento a la hora de cazar y recolectar frutos silvestres para sobrevivir en los entornos naturales y, en la voz de Anselmo Córdoba, el relato de cómo fue la persecución del Ejército Argentino, por la información que recibió de su abuela: “Ella identificaba los lugares que recorrían los moqoit cuando se ocultaban y huían y comentó que en un momento se cansaron y empezaron a mostrar su fuerzas y poderes naturales sobre los miembros del Ejército, mostraron su capacidad”.
Victoria Sosa anticipa que el material, tanto audiovisual como el de los talleres, servirá también para aportar a la interpretación del sitio Campo del Cielo, lugar ya abierto a las visitas pero que se quiere redelinear con los resultados de esta investigación.
“A partir del año que viene, teniendo claros estos elementos, se pretende iniciar un proceso de planificación participativa para la gestión de Campo del Cielo en conjunto con la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia de Chaco que incluya en el guión interpretativo del sitio no solo aspectos de la geología y de lo que concierne a los meteoritos, sino también una mayor cantidad de elementos de la cosmovisión moqoit”, concluye.