En el marco de la propuesta, el INTA Agencia de Extensión Rural Los Antiguos contribuyó con las determinaciones de calidad de fruta que permitieron caracterizar a la cereza y conocer cuáles son las diferencias con las del resto del país y el mundo. Por otro lado, promovió la articulación interinstitucional necesaria para consolidar el formulario de registro de la DO, que considera aspectos del entorno geográfico-natural, histórico, social y de manejo que hacen los productores en sus montes para obtener la fruta con características que la hacen única.
La AER Los Antiguos contó con el acompañamiento de la Plataforma Estrategias de valorización de productos agropecuarios, del INTA, para la realización de 3 talleres de evaluación sensorial con productores y elaboradores vinculados a la cereza para determinar su tipicidad. En estos talleres, la cereza de Los Antiguos pudo ser identificada como tal cuando se la comparó con una cereza similar de las otras zonas de procedencia y se logró definir una serie de características que le son propias (como por ejemplo dulzor, firmeza, intensidad de sabor).
Una de las responsables de la actividad, la Dra. Liliana San Martino, de la Agencia de Extensión Rural Los Antiguos, destacó que “desde el INTA continuamos aportando la información necesaria y acompañando todo el proceso”. “Esperamos que para el 2024 se pueda contar con este reconocimiento formal de la DO, ya que informalmente nuestra cereza es reconocida y diferenciada a nivel mundial, según comentan los compradores en el exterior”, puntualizó.
Subrayó que “se trata de un proceso colectivo y es fundamental trabajarlo en forma articulada desde sus inicios”. “No fue algo que se impuso, sino que realmente surgió desde los mismos productores. Es un proceso largo que demanda mucho trabajo, no es algo que sale un día para el otro y estar cerca de culminarlo hace que estemos muy entusiasmados”, resaltó.

Un trabajo conjunto de largo aliento
La propuesta se comenzó a trabajar en 2011, entre el INTA y la Secretaría de la Producción de la Municipalidad (en ese entonces a cargo de la Lic. Marina Basalo) en unas jornadas con disertantes del Ministerio de Agricultura en donde se propuso el tema de las certificaciones como reconocimiento a la cereza de este valle.
Los productores y las instituciones iniciaron un camino conjunto que les permitió en 2017 trabajar a nivel país en “Cerezas sello argentino”, y posteriormente empezaron a considerar más fuertemente en reconocer las particularidades que tiene la cereza de Los Antiguos. Por ello, desde la Cooperativa El Oasis y la empresa Southerncrops by Río Alara (ambas con plantas de empaque en la localidad) solicitan que el INTA acompañe la iniciativa. La AER comenzó a recopilar la información necesaria para realizar los trámites con el MAGyP (hoy SAGyP) y convocó a las otras instituciones (CAP, MINPRO, Municipalidad, HCD, SENASA).
Esta certificación tiene un fuerte vínculo con el territorio, a nivel histórico, natural y humano. El factor humano es uno de los pilares en el mantenimiento de la tipicidad y las características particulares de la Cereza del Valle de Los Antiguos-Patagonia. Los productores saben cultivarla, aprovechan las características naturales de la zona, incorporan mejoras y transfieren sus conocimientos a las nuevas generaciones. La cereza tiene una reputación establecida, basada en su producción de más de 50 años, lo que ha contribuido a su transmisión cultural y patrimonial. Es un producto reconocido en mercados internacionales y también a nivel nacional. En este sentido, Los Antiguos es considerada la Capital Nacional de la Cereza y desde fines de los ’80, la localidad fue oficializada como sede de la Fiesta Nacional de la Cereza.

Cuáles son las características que diferencian a la Cereza de Los Antiguos

Es más dulce que las de otras regiones por la amplitud térmica, que permite una mayor acumulación de azúcares en la fruta.
La alta luminosidad y baja humedad relativa favorecen una mayor acumulación de materia seca, que es muy relevante para prolongar la vida poscosecha de la fruta
El mayor período de formación del fruto (en algunos casos, superan los 100 días, mientras que en otros lugares no llegan a los 70-80 días), se relaciona con una mayor calidad nutricional y sensorial (mayor crocancia). Esta particularidad también provoca mayor placer al degustar el fruto y mayores beneficios para la salud del consumidor.
A esto se suma el manejo que hacen los productores: comenzando en los montes frutales con la aplicación de prácticas agrícolas específicas en cuanto a riego, nutrición, poda y otras tareas, continuando con la definición del momento de cosecha y finalizando con un tratamiento adecuado de la fruta en la poscosecha.