Presidencia de la Nación

Julio Maier: el debate imprescindible

"No es una persona fácil de reemplazar, su muerte nos deja un vacío imposible de llenar, como la muerte reciente del penalista Felipe Villavicencio en Perú, o de Villamor en Bolivia, como todas las grandes voces que hemos ido perdiendo en los últimos ocho años: David Viñas, Gelman, Duhalde, Bayer, Maier, son todos referentes de un debate que necesitará transformarse y volver a ocupar un lugar protagónico en el discurso político argentino".


Por Guido Croxatto*

Se suele decir que no hay hombres y mujeres imprescindibles, pero la verdad es que muchas veces sí los hay. Julio Maier era uno.

En un mundo y una sociedad que muchas veces se resisten a los debates de fondo, Maier insistía en promover un debate robusto de ideas. Su nombre es sinónimo, para todos los que trabamos relación con él, de debate sobre todo con los propios, a quiénes (nos) interpelaba continuamente, sin ninguna misericordia teórica y con una enorme grandeza. Maier era el tipo de profesor y maestro de Derecho que no te deja pasar una. Que te perseguía para hacerte ver un punto equivocado en un razonamiento jurídico penal. Como todo profesor serio, que se compromete a fondo con cada uno de sus estudiantes, era un profesor estricto. Nos faltan profesores así. Era un profesor estricto, pero sobretodo era una persona buena. Un hombre honesto.

Discutimos por mail noches enteras, la última de madrugada, sobre la importancia o no del juicio por jurados, que él defendía en forma inclaudicable.

Maier se adelantó a muchos de nosotros. Fue uno de los que más fuerte cuestionó la degradación institucional del sistema judicial argentino, viendo sus lógicas no republicanas y corruptas hasta quiso devolver su título de abogado, en un debate con Zaffaroni. Fue uno de los primeros que advirtió la falta de consistencia teórica de la dogmática penal argentina, cansada de replicar sin pensar las teorías importadas de Alemania. Fue un defensor activo de la participación ciudadana en la administración de justicia, a la que juzgaba cerrada. Defendía el juicio por jurados porque creía más en el hombre de a pie que en los jueces. Aunque no desconocía los riesgos que el juicio por jurados presupone en sociedades mediáticamente concentradas, donde muchas veces predomina el discurso único: anti – garantías.

No es una persona fácil de reemplazar, su muerte nos deja un vacío imposible de llenar, como la muerte reciente del penalista Felipe Villavicencio en Perú, o de Villamor en Bolivia, como todas las grandes voces que hemos ido perdiendo en los últimos ocho años: David Viñas, Gelman, Duhalde, Bayer, Maier, son todos referentes de un debate que necesitará transformarse y volver a ocupar un lugar protagónico en el discurso político argentino. Hoy es un espacio arrinconado: el “garantismo” y los derechos humanos necesitan referentes discursivos nuevos y capaces de dar, (y de dar sin pausa, como proponía David Viñas en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación) y como Maier, que lo hacía sin respiro, desde Tigre, la batalla. No es cualquier batalla. Es la batalla de las ideas. Sobre las que se construye –o destruye- un sentido común.

  • Director de la ECAE.
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