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Italo Calvino: el escritor que nació de la resistencia

Luchó contra los fascistas durante la Segunda Guerra Mundial. Escribió novelas, cuentos y ensayos. Con un estilo único y personal, osciló siempre entre el realismo y lo fantástico, se casó con una traductora argentina, y sigue siendo uno de los autores italianos más leídos en el mundo. Hoy, se cumplen cien años de su nacimiento y, en esta nota, lo celebramos y homenajeamos, recordando algunos de los momentos más importantes de su vida y producción literaria.

Pin es el nombre de un niño que crece en la Italia convulsionada por la Segunda Guerra Mundial. Busca clientes para su hermana, quien se prostituye para la supervivencia de ambos. Un día le roba un arma a un militar alemán y la esconde en lo que él llama “nido de araña”. A Pin lo encuentran, lo llevan a la cárcel, se escapa con ayuda de otros que formaban parte de la resistencia. A partir de ahí, y desde una infancia atravesada por las miserias humanas, comenzará una búsqueda de identidad que nunca estará libre de tensiones y matices.

Foto: Akantilado.

La historia de este niño es la trama de un italiano nacido en Cuba, que luchó en aquella misma guerra, y cuya experiencia tomó forma en su primera novela, El sendero de los nidos de araña. El autor, hasta el momento de su muerte en 1985, era el más traducido de Italia. Había nacido el 15 de octubre de 1923 y se llamaba Italo Calvino.

Hijo de un ingeniero agrónomo y de una botánica y profesora universitaria, dos años después de su nacimiento ya vivían en Italia. En Turín ingresó a la Universidad para seguir los mismos estudios que su padre. Completó su formación en agricultura, pero su vocación ya estaba en la literatura. Y hacia allí se dirigió. Sin embargo, al estallar la Segunda Guerra Mundial, abandonó los cursos que había empezado y se integró a los partisanos contra el fascismo. Todo ello dejó una marca a fuego de la que no se desprendió jamás.

Al finalizar la Guerra, fue cuando comenzó a escribir profesionalmente en diversos diarios donde colaboraba. Retomó sus estudios y se graduó de la carrera de Letras, con una tesis sobre Joseph Conrad. Durante esos años fue cuando conoció al escritor italiano Cesare Pavese, el autor que lo ayudó a ingresar a la editorial Einaudi, aquella con la que mantuvo una fuerte relación laboral y de amistad con sus miembros.

Y fue gracias a la ayuda de Pavese que Calvino, con 24 años, publicó su primera novela, inspirada en la Resistencia contra los fascistas.

“Todo lo que escribo y pienso parte de la experiencia de la Resistencia. Sólo las revoluciones, los grandes movimientos renovadores, ponen en movimiento la conciencia y dan el derecho a decir”, expresó una vez Calvino. Luego, comenzó a escribir relatos que ya se alejaban de la perspectiva realista y se acercaban a lo fantástico. Entre ellos, la trilogía “Nuestros antepasados”, integrada por El vizconde demediado, El barón rampante y El caballero inexistente.

“Esta trilogía marcó un importante giro en su evolución literaria, ya que, dejando a un lado sus iniciales inclinaciones neorrealistas, consiguió reinventar magistralmente el conte philosophique del siglo XVII. Con un refinado juego de acontecimientos emblemáticos, que acercan el estilo del libro a la fábula, en El vizconde demediado (1952) se propuso analizar y denunciar la realidad contemporánea, así como la soledad y el miedo implícitos en la condición humana. Esta misma problemática continúa en El barón rampante (1957) y El caballero inexistente (1959), obras en las que puso de manifiesto su conciencia de vivir en un mundo en el que se niega la más sencilla individualidad de las personas, reducidas a una serie de comportamientos preestablecidos”, comentan los biógrafos Elena Tamaro y Tomás Fernández.

Calvino junto a su mujer, la traductora argentina Esther Judit Singer. Foto: elperiodico.com

Y agregan: “Notable fue también su interés por los problemas de la sociedad industrial contemporánea y la alienación urbana, que quedó plasmado en otra especie de trilogía compuesta por La especulación inmobiliaria (1957), La nube de smog (1958) y La jornada de un interventor electoral (1963). Gracias a su labor de crítico literario en la revista Il Menabo, que codirigía junto a Elio Vittorini, entró en contacto con la obra de Raymond Queneau y del grupo experimental francés Oulipo, a cuyos planteamientos literarios, basados en el juego formal y la combinatoria de formas y estructuras posibles, se acercó de modo progresivo”.

Su obra, como su vida, continuaba mutando: luego de publicar Marcovaldo (1963), en la que combina la narrativa realista y fantástica, “su poética se abrió a un nuevo clima cultural, moral y estilístico, determinado por el interés hacia argumentos científicos o matemáticos y hacia la experimentación literaria, pero en el que pervive claramente su característica actitud irónica y deformadora con respecto a la realidad”, comparten Tamaro y Fernández. Cosmicómicas (1965) y Ti con zero (1967) son obras que forman parte de ese nuevo momento de su producción literaria. Allí, intenta mediante la ficción una visión de mundo distinta, en la que el pensamiento humano y la noción de verdad se expresan con un estilo único y personal.

Durante aquellos años sesenta, Calvino volvió un tiempo a su tierra natal cubana donde había nacido. Y fue en La Habana, en 1964, donde se casó con su mujer, la traductora argentina Esther Judit Singer, a quien apodaban “Chichita”. Se habían conocido dos años antes en París. Chichita forma parte del grupo de argentinos intelectuales que vivían en Francia. Entre ellos, Julio Cortázar y Aurora Bernárdez. Luego de la boda, se fueron a vivir a Roma y, un año después nació su hija, Giovanna. Esther fue la principal traductora de la obra de Calvino y fue quien difundió la obra de su marido por distintas partes del mundo.

Más tarde, en los setenta y ochenta, llegaron sus últimas novelas –entre ellas, la famosa Las ciudades invisibles (1972), Si una noche de invierno un viajero (1979) y Palomar (1983)–. Entre 1984 y 1985, Calvino estaba trabajando en una serie de conferencias que iba a dictar en Estados Unidos, invitado por la Universidad de Harvard (estas se publicaron como Lezioni americane o, en español, Seis propuestas para el próximo milenio). Se trataba de los valores literarios que para Calvino eran más relevantes y que, según él, deberían conservarse en el nuevo milenio que se acercaba. Pero Calvino nunca las impartió: sufrió un derrame cerebral, el 6 de septiembre de 1985. Lo internaron en el hospital de Santa Maria della Scala (Siena), y falleció dos semanas después, el 19 de septiembre, con 61 años de edad. Las conferencias se editaron de manera póstuma, igual que otros títulos como Por qué leer los clásicos.

Foto: The Guardian.

Calvino y la Argentina

La editorial Einaudi –fundada en Turín en 1933 por Giulio Einaudi– fue decisiva en la carrera literaria de Calvino. No solo fue uno de sus grandes colaboradores, sino también, como asesor del sello, impulsó la publicación en Italia de escritores argentinos como Julio Cortázar. A Cortázar lo conoció en París, en 1961, mientras Calvino promocionaba su novela El caballero inexistente.

“Fue en el círculo de argentinos radicados en París donde Calvino conoció a ‘Chichita’, su futura esposa, y a Aurora Bernárdez, la mujer de Cortázar, quien se convertiría en la traductora al castellano de las obras del escritor italiano. Calvino y Cortázar se leyeron recíprocamente con mucha admiración e intercambiaron guiños. Tenían en común el amor por la literatura fantástica y el deseo de llevar la creación literaria al campo de la experimentación”, comenta el cronista Demian Orosz.

Y agrega: “El otro gran escritor argentino al que se lo vincula, por supuesto, es Borges. Según Martín Caparrós, Las ciudades invisibles es ‘el libro más borgeano que Borges no escribió’. ‘Yo no estaría tan de acuerdo con Caparrós en este punto’ –precisa Juan Kolasinki–. ‘Basta con leer la poesía de Borges y la poesía en Las ciudades invisibles para notar una diferencia de estilos que no es fácil de conciliar. Sin embargo, podría estar de acuerdo en el punto en que ambos escritores tienen una fascinación por las estructuras. En Borges están dentro del relato. En Calvino, esa estructura desnuda y a la vista no está dentro del relato, sino más bien en la organización con otros relatos’”.

A un siglo de su nacimiento, Italo Calvino sigue siendo uno de los autores más importantes no solo de la literatura italiana, sino del resto del continente y de América. Su imaginación y estilo, así como su impronta crítica y comprometida, hacen que la obra de este italiano continúe invitando a lectores de todo el mundo para embarcarse a una de las aventuras más apasionantes de la literatura universal. Solo basta leerlo y comprobarlo.

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