INA evaluará impactos hidrológicos de incendios en el piedemonte de Mendoza
El Instituto Nacional del Agua (INA) se ha embarcado en un estudio destinado a evaluar los efectos y riesgos hidrológicos remanentes en el piedemonte al oeste del Área Metropolitana de Mendoza, tras los devastadores incendios que tuvieron lugar entre los días 28 y 29 de octubre pasado. El estudio se llevará a cabo con una cooperación técnica con el Centro Científico Tecnológico CONICET Mendoza (CCT) para estudiar la problemática, al igual que se hizo para el incendio del 2018.
Santiago Ruíz Freites, subgerente del Centro Regional Andino mencionó que el INA trabajará en conjunto con las autoridades y la comunidad para implementar las soluciones necesarias para proteger el valioso ecosistema de esta región.
El objetivo principal de este estudio es cuantificar los impactos hidrológicos causados por los incendios, así como estimar los riesgos asociados a la erosión del suelo y las posibles crecidas aluvionales en caso de tormentas severas. Además, se buscarán soluciones para minimizar estos riesgos y restaurar las áreas afectadas.
Un estudio previo utilizó algoritmos en Google Earth Engine (GEE) y procesó imágenes satelitales Landsat 9 en un sistema de información geográfica para estimar las superficies afectadas por los incendios. El índice NBR (Normalized Burn Ratio) fue empleado para relacionar bandas del infrarrojo cercano (NIR) y de onda corta (SWIR). Los resultados revelaron que un total de 3,858 hectáreas resultaron quemadas, distribuidas en tres zonas principales:
Zona Norte: Challao y Divisadero Largo - 1,854 hectáreas.
Zona Sur: Vertientes de Pedemonte, Las Compuertas - 1,991 hectáreas.
Zona Colonia Suiza, Blanco Encalada - 13 hectáreas.
Los efectos hidrológicos de un incendio en una cuenca, incluyen la disminución de la infiltración del suelo, lo que aumenta la escorrentía superficial y la erosión. En casos extremos, la hidrofobicidad de la tierra puede impermeabilizar la capa superior, haciendo que repela el agua. La eliminación de la vegetación y la capa orgánica de la misma también aumenta el riesgo de erosión y la concentración de sedimentos en crecidas aluvionales, lo que puede obstruir obras hidráulicas.
Además, la reducción de vegetación en zonas de interfluvio y en el fondo de cauces naturales aumenta la velocidad de las crecidas aluvionales, lo que representa un riesgo significativo para las áreas cercanas a los cursos de agua y las zonas habitadas aguas abajo.
Para mitigar estos riesgos se recomienda la implementación de medidas de restauración ecológica en las áreas afectadas, así como la reforestación y estabilización de laderas en cauces secos. Las soluciones basadas en la naturaleza, como trampas de agua, bioretenciones y jardines de lluvia, ayudarán a retener temporalmente las crecidas y favorecerá la recuperación de la vegetación.
Es fundamental mantener un monitoreo constante de las condiciones climáticas, el estado del suelo y la atmósfera para estar preparados y gestionar adecuadamente los riesgos hídricos en caso de tormentas severas en la región del piedemonte del Gran Mendoza.
Los investigadores del INA abocados a las tareas son Víctor Burgos y Ana Paula Salcedo.