Gustavo Blázquez: "Siripo es una metáfora de la Manzana de las Luces, una superposición de temporalidades, construcciones y destrucciones"
La Manzana de las Luces reinauguró su Sala de Representantes con un ciclo de teatro gratuito basado en Siripo, la primera obra de teatro no religiosa estrenada en el Virreinato del Río de la Plata. En esta nota, el director del Museo cuenta acerca de la importancia de representar estos textos.
La Sala de Representantes forma parte del patrimonio del Complejo Histórico Cultural Manzana de las Luces.. Funcionó desde 1822 hasta fines del siglo XIX con actividades equivalentes a las del actual Congreso de la Nación. Fue testigo de la Revolución de Mayo, de juras presidenciales como las de Rivadavia, Sarmiento y Mitre; de la asunción de Manuel Dorrego y Juan Manuel de Rosas como gobernadores de Buenos Aires. La Sala sirvió de escenario de múltiples discusiones fundamentales en la historia nacional, como la pensión a María Remedios del Valle, por ejemplo.
"Se cumplieron 200 años de la Sala de Representantes y para festejar nos pareció interesante llevar a un espacio de representación política, como fue la Sala de Representantes, la cuestión de la representación teatral. Se supone que los diputados representan al pueblo y las obras representan la realidad, por eso nos pareció que Siripo era perfecto, acorde a la Manzana, a la Sala de Representantes, a la puesta en valor de la Sala", comenta Gustavo Blázquez, director de la Manzana de las Luces y curador del ciclo de performances Manzana Siripo.
Siripo y el Teatro de La Ranchería
La obra cuenta la historia de una mujer cautiva y prisionera del régimen patriarcal y colonial. La historia transcurre en el fuerte de Sancti Spiritu, primer asentamiento español en el actual territorio argentino. El cacique Mangoré se apasiona por Lucía de Miranda, invade el poblado y la rapta durante la ausencia de su esposo, Sebastián Hurtado. Mangoré fallece en la batalla. Su hermano Siripo hereda la pasión por Lucía y la toma por esposa. El regreso de Hurtado desencadena venganzas y más muertes.
En 1789, el dramaturgo José de Lavardén puso en escena este drama en el Teatro de la Ranchería y Siripo se conviertió en la primera obra de autor criollo estrenada en Buenos Aires. La historia, o el mito, cuenta que en agosto de 1792, durante la celebración de fiestas patronales, un cohete, disparado desde el atrio de la iglesia de San Juan Bautista, impactó sobre el techo de paja de La Ranchería y la sala ardió por completo llevándose el primer manuscrito de Siripo. Decenas de años más tarde, el escritor e historiador Juan María Gutiérrez encuentra y transcribe el segundo acto de la obra, cuya autenticidad está en discusión. Desde entonces, múltiples Siripos fueron y son representados.
Manzana Siripo
Gustavo Blázquez dirige la Manzana de las Luces desde 2020. Formado en antropología, medicina, psicología e investigación, el director imprime esa multiplicidad de saberes en cada acción que lleva adelante este museo nacional. En la propuesta Manzana Siripo, que se realizó entre 13 y 16 de abril, retomaron ese relato americano desde el presente para continuar reflexionando sobre el amor, el rapto y diferentes formas de violencia de género en relación con la conquista, el genocidio y la violencia colonial que atraviesan la historia.
-¿Por qué eligieron Siripo para reinaugurar la Sala de Representantes?
-Siripo es una metáfora de la Manzana de las Luces. Es una superposición de estructuras arquitectónicas, de destrucciones, de construcciones, que junta temporalidades: perteneció a los jesuitas, a la UBA, y termina siendo un museo nacional. Así como a la Manzana le pasaron muchas cosas y todas han quedado marcando el espacio, Siripo tiene algo de eso. La Manzana estuvo relacionada siempre con el Teatro de La Ranchería, que se encontraba en la vereda de enfrente. El Teatro había sido una propuesta del Virrey Vértiz, que también fue el constructor de Las Casas Redituantes, por ejemplo, lo que muestra que la Manzana no era una Manzana aislada sino que era una Manzana en relación con las instituciones y con el clima de época. Esta obra es muy importante para el teatro argentino porque es la primera obra de temática no religiosa que se estrena en el Virreinato del Río de La Plata, lo cual es un montón, pensando en la historia del teatro, en el que todo eran actos sacramentales, de temática religiosa. Para escribir Siripo, Lavardén tomó el tema de la cautiva, que estaba presente en la crónica La Argentina, de Ruy Díaz de Guzmán, en el siglo XVII, entonces hay como una cita en siglo XVII, XVIII, XIX, XX y Siripo sigue siendo citado, vuelve una y otra vez y es un gran palimpsesto. Siripo es una ficción, es un texto que, ¿dónde está? ¿Cuál es la verdadera historia que contaba?
-La historia de la pérdida del texto en el incendio es muy cuestionada. ¿A qué se debe? ¿Cree que hubo censura?
-Creo que hubo muchas operaciones de censura muy profundas. Nadie sabe para dónde fueron esos actos. Nadie sabe cómo termina la obra. Para mí, en esa historia hay algo mal contado, no me creo que se perdió en el incendio porque si una obra se pierde vos tenes la letra en el cuerpo de los actores y podés representarla de vuelta y tomar nota. Lo interesante es que Siripo siguió siendo representado, otro Siripo o el mismo Siripo, no lo sabemos.
-¿Qué características tienen los grandes temas de la obra o sus personajes como para que fuesen censurados?
-Lucía es una cautiva, y es una cautiva de esos hermanos indígenas pero también de su familia, de su marido. Porque hay un momento en la obra que no queda muy claro hasta qué punto el padre de Lucía se opone al amor, porque si ese amor le asegura una buena relación con las poblaciones indígenas "bueno, qué mejor..!". Lucía es una mujer objeto porque es cautiva de dos leyes, de dos sistemas violentos. Y también hay algo ahí del amor que se juega; parecería que allí habría un tipo de apasionamiento con Siripo.
-¿Cómo se encarna en Siripo el tema de la identidad, del racismo, la desigualdad, ejes que atraviesan las propuestas culturales de la Manzana de las Luces?
-En Siripo todo esto esta presente. La rivalidad entre los hermanos, Mangore muere en la batalla y su hermano hereda el cacicazgo y el amor. ¿Se puede heredar un amor? ¿Qué es una mujer entonces? Se trata de revisitar siempre la historia, y para eso decidimos abordar los temas que trabaja la obra con producciones y productores que no son de Buenos Aires, desde una perspectiva federal en serio. En este caso, convocamos a cuatro grupos que representaron la diversidad de teatralidades, hubo mujeres, personas heterosexuales y no, de diferentes edades, con diversas trayectorias, y los invitamos a que leyeran Siripo y propusieran una relectura de Siripo, una más. A estos grupos muchas veces se los llama para ilustrar la diversidad. Nosotros apostamos a que si trabajamos con algún colectivo, que ese trabajo implique toda la programación de la Manzana durante un mes, que los sujetos sean productores de contenidos. Si tendría que definir lo que hacemos lo llamaría curaduría etnográfica. Una curaduría 'junto con' y donde, como Estado, ya que el museo es público, tenemos que poner nuestros dispositivos al servicio de esos grupos y de las historias que tienen para contar, sin interpretarlos, sino involucrándonos desde el momento cero, vivenciando las relaciones de poder entre curadores y artistas, sosteniendo los conflictos al interior... Ese es el desafío para que puedan permanecer y no sean ilustradores de la diversidad.
-¿Qué preguntas le moviliza Siripo?
-¿Cuáles son las Siripas? ¿Qué pasa con nuestros marrones? ¿De qué iba la obra? ¿Estaba en cartel o no cuando se quemó el teatro? ¿Hubo otros Siripos? ¿El acto que se encontró es el original? En lo personal, lo que más me interesa de la obra de Lavardén es la ficción que se transforma en verdad, que instala un conjunto de preguntas que en general no nos hacemos con los hechos históricos. Hay dispositivos enormes, de la crítica, del mundo intelectual que construyeron una historia. Me interesa pensar la posibilidad de ver que la historia es viva y es construcción permanente, algo que se vincula con el concepto de folclore. En la Manzana usamos el concepto de fakelore, porque muchas de esas cosas que están en la Manzana y se dicen que son históricas, son reconstrucciones de 1980, como la Sala de Representantes. Entonces, lo que se ha construido sobre Siripo es un folclore, esto que es la primera obra de temática no religiosa, etc., también se ha construido en un fakelore sobre Siripo. Nuestra idea es desmontar ese fakelore para poder incidir, para poder clavarle los colmillos al racismo, a la violencia de género, a la violencia colonial, al maltrato, al rapto, cosas que siguen pasando. No son problemáticas del siglo XVII, XVIII, XIX: las mujeres siguen siendo raptadas hoy.