Evalúan un tratamiento para proteger semillas de aromáticas y hortícolas
Un equipo de investigación del INTA –integrado por especialistas de Catamarca y del Centro de Investigaciones Agropecuarias– trabaja en la puesta a punto de estrategias de biocontrol de enfermedades en comino y anís. El peletizado de semillas –con un biopolímero natural y microorganismos benéficos– es una alternativa sustentable para reducir la incidencia de enfermedades en las primeras etapas del ciclo de los cultivos.
En la región del NOA, los cultivos de comino y anís se ven frecuentemente atacados por el complejo de hongos conocido como Damping off, que resultan muy severos desde la germinación de la semilla y hasta el estado de plántula. En consecuencia, una de las mayores pérdidas de rendimiento en el cultivo se debe a la mortandad de plantas en la etapa inicial. Por esto, un equipo de investigación del INTA Catamarca junto con el Instituto de Fisiología y Recursos Genéticos Vegetales de INTA en Córdoba– busca poner a punto la técnica de peletizado de semillas de aromáticas y hortícolas, mediante el uso combinado de un biopolímero, formulado como adhesivo natural, y de cepas nativas del hongo Trichoderma para protegerlas durante las primeras etapas.
Franca Carrasco –investigadora del Laboratorio de Fitopatología del INTA Catamarca– expresó: “La investigación está motivada por el problema de la alta incidencia de enfermedades en las primeras etapas del ciclo de los cultivos, lo que causa una gran pérdida del stand de plantas y conduce a aplicaciones excesivas de fungicidas químicos”.
Y agregó: “Peletizar las semillas incrementa la protección ya que posibilita que germinen asociadas al biocontrolador, en un ambiente con presencia de hongos patógenos”.
Además de la protección en el campo, el proceso de peletizado con un microorganismo benéfico vehiculizado mediante un biopolímero, demuestra ventajas en el poder germinativo con respecto a las semillas sin cobertura y a las tratadas solamente con fungicida. También, permite una protección prolongada en el tiempo ya que Trichoderma spp., coloniza la rizosfera a medida que la planta crece, evitando la llegada de los hongos patógenos que atacan a nivel de la raíz.
En la actualidad, Carrasco trabaja en la determinación de parámetros de calidad en laboratorio y parcelas de ensayo. “Las semillas de aromáticas –comino y anís– pasan por un proceso de cobertura o peletizado que implica adherir carbonato de calcio en la superficie, usando el biopolímero como adhesivo y vehículo del hongo Trichoderma”, explicó.
Posteriormente, se analiza durante un periodo de seis meses el poder germinativo de las semillas y la viabilidad de Trichoderma, a fin de determinar los efectos del peletizado.
En el proceso se utilizan las cepas T. atroviride 5Tr y T. capillare 66 Tr, previamente seleccionadas por sus capacidades antagonistas frente a los patógenos asociados al Damping off y de promoción del crecimiento. “Ambas cepas se incorporan en el biopolímero natural que funciona como adhesivo de los sólidos que recubren las semillas y agregan valor en origen”, indicó la investigadora del INTA.
En las semillas peletizadas, estos hongos beneficiosos se mantienen viables por más tiempo y, a la vez, los productores tienen semillas listas para la siembra a campo sin necesidad de realizar tratamientos de ningún tipo.
“Los resultados son promisorios porque hemos visto que Trichoderma acompaña el crecimiento de la planta y su porcentaje de colonización incrementa con el tiempo”, señaló Carrasco quien en referencia a los hongos que causan el Damping off expresó: “Hemos observado que usando semillas peletizadas en presencia de Trichoderma, se reducen tanto la incidencia, es decir, el número de plantas enfermas como la severidad que significa el grado o la magnitud en que la planta se enferma”.
Un beneficio adicional del empleo de microorganismos benéficos en biopolímeros biodegradables sobre semillas tiene que ver con aspectos ambientales. En general, los productores de aromáticas, protege su semilla usando fungicidas de síntesis química y, en la mayoría de los casos, utilizan productos de tipo generalistas. Este tipo de productos tiene un efecto general en los microorganismos del suelo, es decir, no distingue entre microrganismos benéficos y patógenos, afectando a toda la comunidad microbiana del suelo.
“Contar con microrganismos biocontroladores específicos para hongos patógenos y tener un modo natural de vehiculizarlos sobre semillas, constituye una gran oportunidad para disminuir el uso de fungicidas de síntesis y tener una producción sostenible en el tiempo, con menores costos ambientales y económicos”, puntualizó Carrasco.