Enfrentar la adversidad
Compartimos el mensaje del Director de la Escuela del Cuerpo de Abogados, Dr. Guido L. Croxatto, a las/os estudiantes de las especializaciones ABOGAR y de la Maestria ECAE-UNTREF en estos difíciles momentos que atravesamos. “No cedan pues ni abandonen su trabajo, manténganse firmes en los cursos. La exigencia que pregonamos no es para que ustedes salgan corriendo. Sino para que tomen conciencia real de la importancia que tiene el trabajo que desarrollan. Un cuerpo de abogadas/os formado, consistente, podrá sacar adelante un Estado nuevo. Más soberano. Más decidido. Aprendamos de la adversidad, saquemos algo de todo esto”.
Estimados y estimadas colegas, estudiantes de las especializaciones ABOGAR y de la Maestria ECAE-UNTREF:
Ustedes son la razón última de nuestro trabajo: queremos realzar el nivel de la ECAE y de todos sus cursos. Entendemos que la ECAE debe ser la primera opción de formación de todo abogado/a del Estado. No la segunda. Sino la primera y más exigente. La de mayor calidad. Pero queremos hacerlo con ustedes adentro. Una exigencia que es producto de un acuerdo entre ustedes y nosotros/as. Porque el Estado debe dar el ejemplo. La alternativa a la dificultad no es bajar el nivel. Porque esa trampa impacta luego en nuestro Estado. No podemos. Pero es algo que no puede hacer un director o un profesor: es algo que hacen y tienen que hacer ustedes, las/os que llenan esas aulas, que hoy parecen vacías, pero en realidad están llenas de pasión, formación y compromiso. Y de nenes saltando detrás del Zoom, también, como le pasó a Lorena.
La exigencia que proponemos no es una exigencia formal ni solemne para engrosar nuestra “hoja de vida“. No. Es la exigencia interna y personal que tenía Moreno, Sarmiento, Castelli, o cualquiera que se haya tomado en serio lo que hacía. Cuando uno tiene ese compromiso interno, interior, no hay “exigencia formal” que lo asuste. Uno lo hace con ganas. Es nuestro Estado el que se juega en estos momentos. Cuando ustedes deciden hacer un esfuerzo más en medio de una situación tan agobiante, encerradas/os con nenes en la casa, toman partido no sólo por la maestría o la especialización que cursan: representan al Estado, que los necesita bien formados. Plantados. Preparados. Firmes. Para que el interés nacional no sea mancillado otra vez. Para eso las/os forma esta Escuela. No es un juego.
La pandemia nos pega cada vez más fuerte, tanto a nivel local como a nivel continental y mundial. Cada día crece exponencialmente el número de contagios, y lamentablemente también crecen las muertes. Ante una situación así, un cuerpo de abogados tiene la obligación moral de mantenerse unido. Firme. Y con su objetivo claro: formarse cada día para defender mejor el interés nacional en un escenario crítico, global, de enorme conflicto y escasa cooperación, donde los sectores más poderosos hacen y harán cada vez más fuerza y lobby para aprovechar las debilidades (de “negociación”) de nuestros Estados, de nuestros países, para mancillar y extranjerizar nuestros recursos, como siempre: para ponernos de rodillas. Para que los recursos sean “argentinos” solo de nombre.
Nuestros países sufren cada vez más las nuevas coordenadas del poder financiero global, cuyos grandes bancos europeos y norteamericanos (los mismos que elegimos para colocar deuda externa, ubicados en países que dicen pregonar la “paz“, el “progreso” y el “desarrollo“; se llenan la boca hablando del “Rule of Law“,) especulan con los precios de los alimentos (Nahrungsmittelspekulation).
Como abogadas/os del Estado, tenemos el mandato de defender a nuestro país, aunque cada día nos cueste más (no va a ser fácil). A nuestra gente. De no vivir “negociando” en “negociaciones“ estériles (no hay salida “creativa“ para el endeudamiento ni para el hambre) pensadas al milímetro para desguazar a nuestro Estado. La situación es crítica. No solo por la pandemia. Pero la pandemia potencia, refuerza, y deja algunos mecanismos a la vista.
Lorena, Julieta, Ana, decían el miércoles pasado lo difícil que es estudiar y sostener la maestría, tan exigente, cuidando a sus hijos. Lorena estaba en un bar. Lo sé porque me pasa lo mismo. A veces voy con mi hijo a la oficina, a la Procuración del Tesoro: sé lo difícil que es sostener nuestros compromisos. La situación es difícil para todas y todos. Más para las mamás en una sociedad patriarcal como la nuestra. No hay secreto: la pandemia agrava todo lo que ya estaba mal: la desigualdad, la precariedad, la pobreza.
Por eso no vamos a hacer marketing repitiendo que “es ahora“, que hay que cuidarse “ahora más que nunca”, que “no aflojemos ahora“. No es eso. Siempre hay que cuidarse. La realidad es difícil y nadie sabe realmente cuándo ni cómo va a terminar. Hay que cuidarse sin usar slogans ramplones ni falsas promesas para generar conciencia. Porque no es creíble. Y necesitamos credibilidad. No se puede enfrentar una pandemia con sonrisas prefabricas, inventando ilusiones. La situación es difícil pero nosotras/os la tenemos que enfrentar con responsabilidad.
A pesar del enorme impulso que en nuestro país se le ha dado y se le sigue dando a la vacunación de la población, para muchas/os no fue posible llegar vacunadas/os a esta segunda ola que nos azota, y esta realidad es de las más difíciles que está atravesando el mundo. Transformemos el enojo en una mirada más crítica y realista de los mercados globales (de las aseguradoras de salud que promueven la “eficiencia“) y del lugar marginal que nos destinan a los países africanos y latinoamericanos, acaso donde más duro pega la pandemia. Se negocia con todo. También con las vacunas, que otros acaparan en depósitos. En algunos países sobra a millones lo que en otros hace la diferencia entre vivir y morir. Así de cruento es el mercado global. Cuando hablamos de soberanía, de inversión en ciencia, entonces, no estamos jugando. Cuando el mundo entra en escenarios complejos como el actual, las relaciones de fuerza son claras y mandan. Se juegan “intereses“. No derechos. El “derecho” pierde sentido. Es un concepto inútil. Un lenguaje que ya nadie habla.
No cedan pues ni abandonen su trabajo. Manténganse firmes en los cursos. La exigencia que pregonamos no es para que ustedes salgan corriendo. Sino para que tomen conciencia real de la importancia que tiene el trabajo que desarrollan en un mundo que nos quiere humillar y forzar a negociaciones odiosas. Un cuerpo de abogadas/os formado, consistente, podrá sacar adelante un Estado nuevo. Más soberano. Más decidido. Sin hambre. Aprendamos de la adversidad. Saquemos algo de todo esto.
Como Lorena, como Julieta, como Alejandro, todos tenemos que poner de nosotras/os para sacar este barco adelante. Seamos ejemplo de lo que luego queremos de los demás. A la Maestría le costó mucho volver (y no fue dada de baja tampoco por accidente), y tenemos que estar muy orgullosas/os de lo que estamos haciendo y de cómo y cuándo lo hacemos. No cedan. Y cuando una compañera/o del ABOGAR o de la Maestría necesite ayuda o quede atrás, o tiene un mal día, agobiado, acompáñense. Funcionen como un cuerpo de Abogadas/os.
Como dijimos en la última clase que compartimos, no hay que soltarle la mano a nadie.
Guido L. Croxatto