El patrimonio cultural en la gestión: Hoy “Autorretrato” de Ballerini
El Palacio de Hacienda se convierte en el escenario donde el patrimonio cultural cobra vida a través de fotografías que capturan los momentos clave de las reuniones, charlas y foros del titular.
El Palacio de Hacienda emerge como el epicentro de las figuras clave en la economía y la producción nacional. Aquí se forjan decisiones cruciales que moldean la política económica, mientras que los tesoros culturales a menudo quedan en segundo plano ante el objetivo de la cámara.
Por ello, la Coordinación de Recuperación y Conservación del Patrimonio Cultural se propone revelar estas obras, explorando sus características y narrativas.
Hace unas semanas el titular del Palacio de Hacienda se reunió con empresas de consumo masivo para dialogar sobre la evolución de la macroeconomía en uno de los salones más importantes del Ministerio de Economía. En este contexto, quedó inmortalizada en la fotografía que refleja dicha actividad, la obra “Autorretrato” del artista plástico Augusto Ballerini.
La obra
"Autoretrato", óleo sobre tela del Museo Nacional de Bellas Artes, en préstamo al Ministerio de Economía de la Nación desde mediados del siglo XX. Pintado por Augusto Ballerini en 1880, mide 77 cm de alto x 55 cm de ancho y se exhibe en el Salón Belgrano, quinto piso del Palacio, ex despacho del titular de la cartera económica.
En 2016 y con el aval del equipo técnico que todos los años auditaba el estado de conservación de las obras “en préstamo” nuestros expertos en restauración llevaron a cabo la última intervención técnica sobre la pintura. Primero, realizaron una limpieza delicada con pinceles en el frente y el reverso de la obra para eliminar la suciedad. Luego, aplicaron compresas humedecidas en una solución suave de agua y alcohol, controlando cuidadosamente el calor y la presión para relajar áreas tensas y restaurar la forma original de la pintura. Para fijar la capa pictórica, se usó un método específico con una pequeña cantidad de parolid diluida.
En cuanto a la reintegración de colores, se emplearon acuarelas y pigmentos Charbonnel, utilizando una técnica puntillista para lograr una integración visualmente coherente. Finalmente, se aplicó un barniz protector para unificar la apariencia y garantizar la conservación a largo plazo de la obra.