El patrimonio cultural en el día a día del Palacio de Hacienda
El titular del Palacio de Hacienda mantuvo un encuentro de trabajo con el presidente de YPF, Pablo González, con quien analizó los planes de inversión de la compañía para el corriente año y la reactivación del Oleoducto trasandino. En la viñeta que retrató esa reunión “aparece” la obra “Riachuelo”.
La obra que en esta ocasión quedó plasmada en la fotografía se llama “Riachuelo”, es una pintura de 115 cm de alto por 256 cm de ancho realizada en óleo a mediados del siglo XX y firmada por Julio Barragán. Esta obra describe una serie de barcos y presenta de fondo varias edificaciones que representan una ciudad, obra que transita por el expresionismo, el fauvismo y por el cubismo, se inclina por un trazado armónico y por la estructuración geométrica de las líneas.
De colores brillantes, saturados, el agua de un azul intenso, contrasta con los colores cálidos de las embarcaciones (rojos, naranjas y amarillos) que se entremezclan dándole formas caprichosamente geométricas a un grupo de barcos en el ángulo inferior izquierdo y a otro que viene de derecha a izquierda en el lado opuesto con un casco amarillo y algún cargamento representado por bloques de colores blancos, celestes, rojos, azules, verdes y amarillos.
En el centro del cuadro un barco con el casco celeste transita cercano a la línea de casas que forman un plano horizontal que va de izquierda a derecha formando un bloque compacto que divide el agua del cielo turquesa. En el ángulo superior izquierdo aparecen varias torres de hierro.
Julio Barragán fue autodidacta y su obra bien recibida en el Salón Nacional de Artes Plásticas desde 1946. Su producción dio un salto cualitativo y cuantitativo al tomar contacto con movimientos artísticos europeos. Luego de su viaje a París se acercó al cubismo y el estudio de las dinámicas y la experimentación con el color se transformaron en los rasgos distintivos de todas sus obras.
Día a día velamos por la perpetuidad de los bienes culturales, concebidos como componentes insoslayables y poseedores de un valor espiritual que los define como únicos e irremplazables y conforman el valioso acervo que pertenece a toda la sociedad. Solo podemos cuidar aquello que conocemos. Continuamos trabajando con esa premisa como estandarte. ¡Hasta la próxima!
Mg. Mario F. Naranjo