Presidencia de la Nación

Día de la Soberanía Nacional: concierto y conferencia en homenaje a la Batalla de la Vuelta de Obligado

Este viernes 17 de noviembre a las 18 h se realiza una conferencia abierta para compartir datos poco conocidos sobre la gesta patriótica. El lunes 20, el Museo Histórico Nacional invita al "Concierto en el Día de la Soberanía Nacional". Ambas actividades son de acceso libre y gratuito.

El 20 de noviembre se cumplen un nuevo aniversario de la Batalla de la Vuelta de Obligado, una de las acciones defensivas más importantes de la historia nacional. El combate tuvo un resultado negativo para las fuerza argentinas, sin embargo, producto del heroísmo con que se defendió el territorio, este día fue declarado como el Día de la Soberanía Nacional.

Conferencia

El viernes 17 de noviembre a las 18 h, en el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas(Montevideo 641, CABA) se realizará una conferencia en conmemoración a la Batalla de la Vuelta de Obligado, a cargo del Gral. (RE) Fabián Brown y el Dr. Alberto Gelly Cantilo. Al final habrá un brindis de honor.

Concierto

El lunes 20, a las 16 h, la Banda de Música de la Prefectura Naval Argentina brindará un espectáculo musical en conmemoración al Día de la Soberanía Nacional. El acceso es libre y gratuito.

Vuelta de Obligado: reivindicación de una epopeya nacional olvidada

Por Mario Pacho O’Donnell

El combate de la “Vuelta de Obligado” es, junto al Cruce de los Andes, una de las dos mayores epopeyas de nuestra Patria. Una gesta victoriosa en defensa de nuestra soberanía que puso a prueba exitosamente el coraje y el patriotismo de argentinas y argentinos, lamentablemente silenciada por la historiografía liberal escrita por la oligarquía porteñista, antipopular y europeizante, vencedora de nuestras guerras civiles del siglo XIX.

Corría 1845. Las dos más grandes potencias económicas, políticas y bélicas de la época, Gran Bretaña y Francia, se unieron para atacar a la Argentina, entonces bajo el mando del gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel de Rosas. El pretexto fue una causa “humanitaria”: terminar con el gobierno supuestamente tiránico de Rosas, que los desafiaba poniendo trabas al libre comercio con medidas aduaneras que protegían a los productos nacionales, y fundando un Banco Nacional que escapaba al dominio de los capitales extranjeros.

Los reales motivos de la “intervención en el Río de la Plata”, como la llamaron los europeos, fueron de índole económica. Deseaban expandir sus mercados a favor del invento de los barcos de guerra a vapor que les permitían internarse en los ríos interiores sin depender de los vientos y así alcanzar nuestras provincias litorales, el Paraguay y el sur del Brasil. Dichas intenciones eran denunciadas por los casi cien barcos mercantes que seguían a las naves de guerra.

Otro objetivo de la gigantesca armada era desnivelar el conflicto armado entre la Argentina y la Banda Oriental (hoy República del Uruguay) a favor de ésta, que los franceses consideraban entonces protectorado propio. También independizar Corrientes, Entre Ríos y lo que es hoy Misiones formando un nuevo país, la “República de la Mesopotamia”, que empequeñecería y debilitaría a la Argentina y haría del Paraná un río internacional de navegación libre.

Los invasores contaron con el antipatriótico apoyo de argentinos enemigos de la Confederación rosista, que se identificaban como “unitarios”, muchos de ellos emigrados en Montevideo. Fueron ellos los que, vencedores del federalismo popular, escribieron nuestra historia oficial, lo que explica que la epopeya de Obligado haya sido ominosamente ignorada hasta nuestros días. Ingleses y franceses creyeron que la sola exhibición de sus imponentes naves, sus entrenados marineros y soldados y su modernísimo armamento bastarían para doblegar a nuestros antepasados como acababa de suceder con China.

Táctica y estrategia
Pero no fue así: Rosas, que gobernaba con el apoyo de la mayoría de la población, sobre todo de los sectores populares, decidió hacerles frente. Encargó al general Lucio N. Mansilla conducir la defensa. Su estrategia fue la siguiente:
1) Era imposible vencer militarmente a los invasores por la diferencia de poderío y experiencia lo que hacía inevitable que tuvieran éxito en su propósito de remontar el río Paraná.
2) Pero dado que se traba de una operación comercial encubierta, el objetivo era provocarles daños económicos suficientes como para hacerlos desistir de la empresa y, lograr así una victoria estratégica que vigorosas negociaciones diplomáticas harían luego contundente.
3) Era necesario buscar un lugar del Paraná donde fuera posible alcanzar a los barcos enemigos con los escasos, anticuados y poco potentes cañones que se tenían. Mansilla emplazó cuatro baterías en el lugar conocido como “Vuelta de Obligado”, donde el río se angosta y describe una curva que dificultaba la navegación. Allí nuestros heroicos antepasados tendieron tres gruesas cadenas sostenidas sobre barcazas y de esa manera lograron que durante el tiempo que tardaron en cortarlas, los enemigos sufrieran numerosas bajas en soldados y marineros y devastadores daños en sus barcos de guerra y en los mercantes. El calvario de las armadas europeas y los convoyes mercantes que las seguían continuó durante el viaje de ida y de regreso, siendo ferozmente atacadas desde las baterías de “Quebracho”, del “Tonelero”, de “San Lorenzo” y, otra vez, desde “Obligado”. Lucio N. Mansilla se puso valientemente al frente de sus tropas para rechazar el desembarco de los enemigos y resultó gravemente herido.

Hubo valientes mujeres de San Pedro y de San Nicolás que lucharon a la par de los hombres y que también cumplieron importantes servicios en el cuidado de los heridos. Entre ellas se destacaron, entre otras, Josefa Ruiz Moreno, Rudecinda Porcel, María Ruiz Moreno, Carolina Suárez, Francisca Nabarro y Faustina Pereira, encabezadas por Petrona Simonino.

La estrategia fijada por Rosas y Mansilla tuvo éxito y las grandes potencias de la época finalmente se vieron obligadas a capitular aceptando las condiciones impuestas por la Argentina y cumpliendo con la cláusula que imponía a ambas armadas, al abandonar el río de la Plata, disparar veintiún cañonazos de homenaje y desagravio al pabellón nacional. Las provincias litorales continuaron siendo parte de nuestro territorio y el Paraná es hasta hoy un río interior argentino.

Desde su destierro en Francia, don José de San Martín, henchido de orgulloso patriotismo, escribió a su amigo Tomás Guido el 10 de mayo de 1846: “Los interventores habrán visto por este échantillon que los argentinos no son empanadas que se comen sin mas trabajo que abrir la boca” y mas adelante felicitaría al Restaurador: “La batalla de Obligado es una segunda guerra de la Independencia”. Y al morir le legó su sable libertador.

Por ley 20.770 se conmemora la epopeya de la Batalla de la Vuelta de Obligado como Día de la Soberanía Nacional.

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