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Daniela Ruíz: “El teatro es el vínculo solidario con mi comunidad y con las personas que vienen a ver mis obras”

La actriz, dramaturga y directora es una de las protagonistas del documental “Reina de corazones”, sobre una cooperativa de teatro integrada por personas travesti-trans, que se puede ver por CINE.AR.


El arte salva. No es una verdad de perogrullo ni una premisa metafísica cuando está acompañado de organización colectiva y solidaridad. Reina de corazones, de Guillermo Bergandi, disponible gratis en la plataforma pública CINE.AR, puede ser una prueba de esto.

Afiche de la película "Reina de Corazones".

El filme entrecruza las historias de vida de diez chicas trans que se organizaron en una cooperativa de teatro creada con el único objetivo de alejarlas de la prostitución. Es un documental indispensable que no escapa a ningún tópico, desarticula mitos y, sobre todo, le permite a las protagonistas contar con sus palabras sus sueños, sus luchas y sus realidades, en la búsqueda de ser aceptadas y pertenecer a una sociedad que sigue siendo machista.

Daniela Ruíz es una de las protagonistas de la película, ex presidenta de la Cooperativa Arte Trans, ahora miembro de otro hermoso colectivo artístico, la asociación civil 7 Colores Diversidad, y activista de Identidad marrón, que agrupa a personas marrones descendientes de indígenas, campesinos y migrantes.

Actriz y directora, Daniela además escribió Presxs de la vida, Identicxs. Iguales pero diferentes, y la premiada Hotel Golondrina, que hablan sobre la realidad del colectivo travesti-trans además de dirigir personalísimas versiones de clásicos como La casa de Bernarda Alba.

Daniela, en una de las escenas de "Reina de Corazones".
Daniela, en una de las escenas de "Reina de Corazones".

—¿Cómo surgió el proyecto de hacer “Reina de Corazones”?

—Estaba trabajando como presidenta de la organización ArteTrans y se presentó Guillermo Bergandi interesado en dictar clase a las compañeras. Nos pareció una buena idea y una excelente posibilidad para que se puedan instruir en las artes escénicas. Desde entonces empezamos a tejer relaciones artísticas bastante interesantes con él y relacionadas con la historicidad de lo que faltaba contar en el teatro, sobre todo de historias de vida de las compañeras. Guillermo también era docente de audiovisual y nos propuso la idea de empezar a grabar. Fueron dos años de filmación. La verdad es que nos sentimos muy contentas de que una película sobre nosotras tenga tanta repercusión mundial.

—¿Participaste de algunas de las proyecciones? ¿Qué recepción tiene el filme?

—La recepción que tuvo el film fue muy positiva. Creemos y estamos convencidas de que la visibilización es parte importante del activismo pero, sobre para las artistas. Si no somos visibles nadie nos contrata, nadie nos llama, no estamos en vigencia. La repercusión fue positiva en toda Latinoamérica.
También nos permitió, independientemente de cómo cada una siguió con el ejercicio artístico, posicionarnos en distintos espacios, obras de teatro, películas. Nos empoderó. Nos puso en un lugar de mucha visibilización y, también, de posibilidades de trabajo.

—La película habla de situaciones de mucha violencia que viven las protagonistas. ¿Qué tipo discriminación padecen las personas del colectivo?

—Sí, la película habla específicamente de las cis-normas, de lo cis-heterosexual, de lo cis-universal, del cis-sexismo. Cómo muchas veces se toma en consideración algunos cuerpos, algunas formas de vida como fuera de la norma y cómo eso provoca, de una forma estructurada y cultural, actos de violencia.

Creo que en realidad lo que nosotras planteábamos era una visión de trabajo que se hacía internamente de esas prácticas que siguen siendo ejecutoras de dominación, de odio, de muertes. Nos parecía super importante promover buenas prácticas y miradas positivas del trabajo comunitario que estábamos haciendo las artistas. No voy a hablar de las prácticas de violencia que vivimos a diario, pero sí de las posibilidades que nosotras podemos presentarles a esta sociedad como parte de ella y como ejecutoras también de visiones políticas, sociales y culturales. Por eso la película Reina de Corazón trata estos temas específicos abriendo posibilidades que nos permitimos desde nosotras para un cambio cultural.


—¿Qué opinás sobre el cupo laboral travesti-trans? ¿Cómo se ve desde las organizaciones su aplicación?

— En las primeras marchas del orgullo nosotras ya visiblizabamos la cuestión del trabajo, o sea, estar fuera de la prostitución con alternativas para las compañeras ante un sistema que siempre ha sido violento y ha sido estigmatizante. Con Lohana (Berkins), Diana (Sacayán) y muchas compañeras siempre peleamos por derechos igualitarios pero también pensábamos que en nuestra población, en nuestra comunidad, teníamos estas barreras, estos techos no de cristales sino de hierro, que a nosotras nos dejaba siempre en las periferias. Por eso, fuimos, como actos políticos visibles de nuestros cuerpos, a luchar por esta ley de inclusión y cupo laboral, que tuvo como prima y precursora a la Ley de Identidad de Género.

Durante seis años, la he militado con otras compañeras ante los municipios, ante las provincias. Lo que notamos cuando se aprobó es la gran historia que tiene en Argentina la lucha de la identidad travesti.
Nos sentimos muy orgullosas de tener esta ley de cupo de inclusión y cupo laboral travesti trans. Cada artículo de esta ley está escrito por muchas de nuestras hermanas y compañeras, lo hemos debatido en los calabozos, en la periferia, en lugares donde nunca desde donde nunca nos imaginamos llegar al Congreso.

Creo también que así como cuesta poner la ley de Identidad de Género totalmente en práctica, así nos toca hoy también poner la cuerpa, el cuerpo, para que esta nueva ley sea cumplida en las empresas, en los municipios, en el estado. El gran desafío que tenemos ahora es tejer estrategias de entramado para concretarla plenamente.

Fue muy positiva porque se abrió un Ministerio de Género y Diversidad que recibe los curriculums y nos sentimos orgullosas de que por primera vez el Estado tome consideración nuestra población. Pero también sabemos que se debe tener en cuenta nuestra mirada, nuestra historia. Si una compañera es capaz de sobrevivir a miles de situaciones, creo que en el Estado también tendría que tomarse en cuenta todas las capacidades, no sólo la formación formal.

—¿Cómo te acercaste al teatro?

— Desde que tengo uso de razón, siempre me gustó el armado y la escritura de obras de teatro. Siempre tuve esa chispa de artista. Desde muy pequeña, de los cuatro, cinco años siempre estuve ahí con el poncho en mi provincia natal, Salta, organizando a mis compañeras de la escuela para desarrollar los actos escolares y en la secundaria ya montando obras de teatro con mis profesoras de literatura.
A los trece, catorce años ya estudiaba teatro y estaba ahí. poniendo mi cuerpa, con ganas de hacer algo artístico y performático. Me hacía muy bien y también me gustaba aportar a la cultura mi forma de expresión y mi forma de vivir, Llegué a Buenos Aires a los 18 años, con la idea y con la esperanza de triunfar. Viste que muchas de nosotras, las migrantes internas de las provincias, llegamos a las grandes urbes con la esperanza de cambiar nuestras vidas pero también de triunfar, eso que nos vende el mismo sistema: el éxito, la calle Corrientes y soñar.

Yo vine con esa intención y la verdad que no fue así, pero sí pude llegar a cumplir algunos de mis sueños que es desarrollar esta forma política que es el artivismo y reunirme comunitariamente con varias hermanas travestis-trans y poder crear, armar, que es algo que hago desde niña.

Escena de "Reina de Corazones"
Escena de "Reina de Corazones"

—Escribís, actúas, dirigís. ¿Qué significa el teatro para vos?

—Significa todo; significa mi sanación, respeto, dignidad. Significa mi forma política de crear algo a futuro. El teatro me da alas de ser quien soy, Daniela, esta identidad que construí durante tantos años y poder expresarla a mi manera, con mis escritos. Como docente, es poder aportar un granito de arena a les chiques de estas nuevas generaciones que están viviendo nuevas formas de mirar el género. Me complace terminar una clase y saber que todos se van contentos y que pude romper un poco la cis-norma.

Es que sé que vengo a construir, a aportar, a desarrollarme en producciones para un cambio cultural. Soy consciente que a mí, como a muchas compañeras, el teatro nos ha sanado porque nos encontramos allí con la solidaridad, el cariño, la ayuda y el amor. El teatro también es eso; es el vínculo solidario con mi comunidad y también con las personas que vienen a ver mis obras.

—¿El arte alcanza para transformar?

— Estoy convencida de que es una parte fundamental. Es una herramienta básica para el cambio y la transformación de esta sociedad.

De todos modos pensar que el arte también es político, como todo lo que hacemos, es tomar conciencia de qué lugar voy a transformar con qué nuevas formas de representatividad y con quiénes voy a representar esas visiones. Porque de nada nos sirve que nosotras y nosotres estemos tutoriados por ciertas personas, por ciertos lugares y formas que no han sido positivas para esta sociedad. Desde ahí, hacer una reflexión sobre qué mundo vamos a contemplar. ¿Van a estar contempladas las travestis, van a estar contempladas las identidades marrones.? ¿Desde qué lugar?

Creo que desde ahí, una puede pensar también, quiénes son los que determinan qué es el arte y quiénes no. Me parece que están surgiendo desde los territorios nuevas formas de pensar el arte popular, el arte antirracista, el arte de la decolonialiad, el arte de la forma subjetiva identitaria, el arte con perspectiva de género. Esto es lo que se viene, lo que está latente, lo que están pensando las nuevas generaciones para cambiar este mundo donde todavía existen otredades cloacales, otredades que han sido estigmatizadas, criminalizadas y patologizadas.

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