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Cien años de Pier Paolo Pasolini

Poeta, dramaturgo, ensayista y director de cine pero sobre todo una figura imposible de clasificar en un solo lenguaje. Comprometido, audaz, contradictorio, fue asesinado en 1975 en circunstancias todavía poco claras. Hoy se cumple el centenario de su nacimiento. En esta nota, repasamos parte de su vida y legado artístico que, aún hoy, continúa dando de qué hablar.


En la playa de Ostia, a treinta kilómetros de la ciudad de Roma, yacía un cuerpo que —según investigaciones posteriores— había sido atropellado, golpeado y quemado. Giuseppe Pelosi tenía 17 años, y confesó ser el autor material del crimen que cometió aquella madrugada del 2 de noviembre de 1975. Si bien la Justicia lo catalogó como un simple asesinato por posible “asunto pasional”, las especulaciones y rumores que involucraban a sectores del poder comenzaron a circular y, a su vez, a cubrir con un manto de misterio aquel suceso que todavía parece sin resolver. La víctima, de 53 años, era Pier Paolo Pasolini: el famoso y controvertido escritor y cineasta italiano, de quien hoy se cumple un siglo de su nacimiento.


El autor Pier Paolo Pasolini. Foto: CSC Cineteca Nazionale.

Poeta, dramaturgo, novelista, ensayista, director de cine, Pier Paolo Pasolini nació el 5 de marzo de 1922, en la ciudad italiana de Bolonia. A muy temprana edad demostró una vocación literaria que nunca más abandonó. Se dice que a los 7 años comenzó a escribir sus primeros poemas; y a los 19, estudiando literatura en la Universidad de Bolonia, ya estaba publicando algunos de sus textos.

Había crecido en una familia tradicional y católica: su madre era docente; y su padre, teniente del ejército italiano que cobró renombre por salvarle la vida al dictador fascista Benito Mussolini, en un atentado que logró frustrar. Sin embargo, el joven Pier Paolo fue desarrollando su propio pensamiento crítico, mediante el cual cuestionó muchas de aquellas tradiciones con las que había sido educado. Toda aquella crítica tomó forma en sus obras y, si bien muchas de ellas llegaron a ser joyas aclamadas, también resultaron controversiales. Su posición frente al capitalismo salvaje, la sociedad de consumo en la que se estaba transformando su país natal, su orientación sexual, la cercanía con el partido comunista, la transgresión a la hora de crear e, incluso, su preocupación por la ecología, le valieron el rechazo de ciertos sectores del poder y de la ultraderecha italiana. Y es en este sentido cuando comenzó la especulación acerca de su muerte que, aún hoy, no queda del todo clara.

Sus obras: joyas y controversias

El primer acercamiento que tuvo Pasolini hacia las artes fue claramente literario. Entre sus libros más notables, están los poemarios Las cenizas de Gramsci (1957), con el cual ganó el Premio Viareggio; El ruiseñor de la Iglesia católica (1958); La religión de mi tiempo (1961). Además, escribió libros de crítica y ensayo, como Sobre la poesía dialectal (1947), La poesía popular italiana (1960); Escritos corsarios (1975); Cartas luteranas (1976).

Por otra parte, Pasolini también fue un intelectual interesado en las artes escénicas y dramatúrgicas. Además de ser el autor de obras como Pilade (1967), Orgía (1968) o Calderón (1973), en 1968 escribió su famoso Manifiesto para un nuevo teatro. Allí, a través de 33 puntos clave más un epílogo, intentó recuperar la palabra como instrumento de pensamiento y crítica, alejándose del teatro burgués y tradicional. Lo llamó el “teatro de la palabra”. En este sentido, reivindicó el antiguo drama ateniense que, justamente, ponía la palabra en escena, y creía que la obra tiene que exponer un problema de la cultura y servir como disparador para la reflexión. Es por eso que este nuevo teatro de la palabra no está dirigido al burgués tradicional, sino a un nuevo público, cuyo espacio teatral, sostenía el autor, ya no es el escenario, sino la cabeza.

Pasolini, además, se embarcó en la redacción de novelas. La primera que escribió, El sueño de una cosa (1950), se publicó por primera vez en español 1970, mediante una editorial venezolana. Fue recién en 2019, cuando la editorial argentina Mardulce, con traducción del escritor Guillermo Piro, volvió a acercar a los lectores esta ficción en la que ya se vislumbra el estilo y los temas que a Pasolini siempre lo inquietaron: “la condición urbana de una juventud que busca su lugar en el mundo, la vida cotidiana hecha de desempleo y cierto resentimiento, los choques con la policía, el futuro como algo lejano y a la vez al alcance de la mano”, como señalan desde Mardulce.

Aquellos temas, además de la posición ideológica y política del escritor, perturbaron a ciertos sectores de la élite italiana y los problemas no se hicieron esperar. Sin embargo, lejos de asustarlo, Pasolini redobló la apuesta. Esta vez, no solo iban a leer sus ideas, sino también a verlas en pantalla grande. Al respecto, el periodista especializado Andrés Olascoaga comentó: “El auge que atravesaba la producción cinematográfica europea, especialmente la italiana, y la posibilidad de presentar historias que en el mundo editorial le habían atraído diversos problemas, incluyendo el ataque a la cristiandad y los sistemas políticos propios de la época, llamaron a Pasolini a interesarse en un nuevo arte: el cine. En 1961, el italiano estrenó Accattone una aproximación a la Roma marginal de mediados del siglo XX que fue reconocida por la crítica y el público”.

No obstante, nunca abandonó su carrera como escritor, más allá de las presiones y las interrupciones a lo largo de su vida. Por ejemplo, como explicó Olascoaga, hubo dos ocasiones en las que su pasión por escribir había quedado en suspenso: “La primera, en un viaje por Alemania, en donde comenzó a interesarse por el pensamiento comunista como una respuesta a la cultura política fascista italiana; y la segunda, por el inicio de la Segunda Guerra Mundial, que obligó al novel autor a refugiarse en Casarsa. Durante el enfrentamiento bélico, Pasolini fue tomado prisionero por la Wehrmacht alemana, pero pudo escapar de ella poco después”.

El cine de Pasolini

A pesar de todo, en 1961 Pasolini se inició como director de cine con Accattone, en la que expresó la Roma marginal, la vulnerabilidad social, la exclusión y la pobreza, no sin ironías, patetismo y mirada crítica. Luego llegó Mamma Roma (1962), claramente enmarcada dentro de la corriente neorrealista en la que continuaba mostrando todas aquellas condiciones sociales, con un estilo casi documental y técnicas mucho más austeras. Esta película, según algunos expertos, se convirtió en una de las joyas del séptimo arte de los años sesenta, con una interpretación deslumbrante de Anna Magnani: la actriz italiana que logró ganar un Premio Oscar en 1956.

“Sus siguientes dos trabajos, un cortometraje que integró la cinta coral Ro.Go.Pa.G (1963) y El evangelio según San Mateo (1964) despertaron críticas y sentimientos encontrados por parte de la comunidad católica conservadora en Italia. El primero, por tratarse de una certera sátira anticlerical acerca de un cineasta (interpretado por el actor y director estadounidense Orson Welles) que vive su propio vía crucis para llevar la historia de la crucifixión a la pantalla grande y la segunda, reconocida por el diario L’Osservatore Romano como la mejor película sobre la vida de Jesucristo, por presentar al salvador desde su nacimiento hasta su resurrección con calidez y objetividad, a pesar de confesarse como un cineasta ateo y sin temor a provocar a las masas religiosas”, señaló Andrés Olascoaga.

Otra de las películas más recordadas es Medea (1969), una de las notables tragedias de Eurípides, protagonizada por la gran diva de la ópera, Maria Callas. En 1970, Pasolini y Callas llegaron juntos a la Ciudad de Mar del Plata para promocionar el film. Para la cantante, era su segunda visita al país; había llegado por primera vez en 1949 para cantar en el Teatro Colón.

Durante los setenta, llegó la llamada “Trilogía de la vida”, integrada por El Decamerón (1971); Los cuentos de Canterbury (1972); y Las mil y una noches (1974). Todas ellas estuvieron presentes en distintos festivales de cine de Cannes, Berlín y Venecia.


Pier Paolo Pasolini con Maria Callas, en la filmación de Medea. Foto: Ctza Enfilme.

Según comenta la crítica especializada, es la película Salò o los 120 días de Sodoma (1975) la que trunca la carrera de Pasolini. Trabajó en esa pieza con una enorme libertad, alejándose cada vez más de lo convencional, oscilando entre elementos que algunos mencionan como eróticos, pornográficos y sádicos, altamente provocativos. A partir de allí, se dice que el italiano fue presa de amenazas y presiones políticas cada vez más preocupantes.

Si bien fue ese año cuando el genio creativo de Pasolini se apagó de manera violenta, caprichosa y forzada, sus obras continúan dando de qué hablar. La noche antes de su asesinato, Pasolini había realizado una entrevista para la televisión, en la que reflexionó sobre los peligros del fascismo. Por otra parte, el restaurante Al Biondo Tevere fue el último lugar al que había ido antes de su asesinato. Había estado allí, esa última noche, con el propio Pelosi, su asesino.


Maria Callas y Pasolini en su visita a la Argentina (1970). Foto: Rue Des Archives.

Roberto Panzironi —hijo de la Signora Pina, como le decían a su madre, fallecida el año pasado y quien estuvo junto con su marido, Vincenzo, al frente del Al Biondo Tevere— compartió en una reciente entrevista su recuerdo de las últimas horas de Pasolini en el restaurante que visitaba asiduamente:

“En esos años era realmente muy famoso. Era educado, muy amable, hablaba despacio, me daba la sensación de que observaba siempre todo de manera muy atenta. A menudo decía que le gustaba mucho Roma por el sol, el clima, la gente. Eran los primeros años 70 y al restaurante venían no solo Pasolini, sino también otros intelectuales muy conocidos, como Alberto Moravia, Elsa Morante, Dacia Maraini, Anna Magnani o incluso Rafael Alberti junto a Dolores Ibarruri, la Pasionaria. Hace unos años, en 1951, nuestro restaurante se convirtió en el set de Luchino Visconti para su película Bellissima, precisamente con Anna Magnani. Mi madre tenía un diario y todas las noches anotaba quién había estado, las comidas... escribía todo”.

Y, sobre los platos preferidos de Pasolini y qué pidió esa noche trágica, comentó: “Se notaba que había nacido en el norte de Italia porque jamás pedía porciones grandes de pasta... los italianos del sur comen en cambio platos gigantescos. Comía con muy poca sal, era muy atento a la salud. Le gustaban los spaghetti aglio e olio, el lenguado meunière, que aquí era muy común, hongos crudos apenas condimentados. Llegó tarde, cerca de la medianoche, mi madre ya estaba ordenando la cocina. Encargó un aglio e olio, pero no para él, sino para Pelosi. Pasolini solo pidió una fruta y una cerveza”.

Novedades editoriales

Este año, según novedades editoriales, se publicarán diversos títulos de su producción y otros sobre su vida y obra. Entre ellos, Caro Pier Paolo, un volumen de memorias a cargo de Dacia Maraini; Moravia y Pasolini, las dos caras del escándalo, de Renzo Paris; una nueva edición de Morir por las ideas. Vida literaria de Pier Paolo Pasolini, de Roberto Carnero. Seguramente, como adelantan algunos, también estarán presentes distintas antologías poéticas con textos del propio Pasolini y de otros dedicados a él. En este sentido, y a cien años de su natalicio, Pasolini sigue despertando pasiones, interés y curiosidad que lo alejan cada vez más del olvido y del silencio.

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