Becaria que investigó un cultivo relevante para el Nordeste Argentino
Melanie Desirée Gomez Herrera realizó una estancia de investigación en Estados Unidos gracias a la Beca Ministerio de Educación- Comisión Fulbright y eligió Hawái como destino para focalizarse en el crecimiento del ananá. En esta nota cuenta su experiencia.
“Soy ingeniera agrónoma egresada de la Universidad Nacional de Nordeste (UNNE) y estoy finalizando allí mi doctorado en el Recursos Naturales.
Desde la época en la que fui estudiante me interesé en la investigación: logré obtener dos becas de pregrado y actualmente una doctoral. Dentro del área agronómica, siempre tuve preferencia hacia los frutales, especialmente por el ananá o piña (Ananas comosus L. Merr), el cual fue tema común en todas mis becas de investigación. Para mí significa un cultivo con enorme potencial para la Región del Nordeste Argentino que comenzamos a estudiar hace unos nueve años con mis actuales directoras de beca, las doctoras Paula Alayón Luaces, miembro de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNNE, y María Victoria Avanza, integrante del Instituto de Química Básica y Aplicada del Nordeste Argentino, dependiente del CONICET y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la UNNE.
Cuando quise postularme para la beca del Ministerio de Educación y de la Comisión Fulbright, que se realiza en Estados Unidos, advertí que el único lugar donde los estadounidenses producen ananá y otros frutales, a gran escala y con excelente tecnología, es Hawái.
A todo esto, pensé… ¿Será posible que me den una beca para ir a un lugar paradisíaco que todo el mundo relaciona con el turismo? Lo primero que hice fue contactarme con el investigador australiano Robert Paull, un pionero en el cultivo del ananá que trabaja en la Universidad de Manoa en conjunto con la empresa Dole. Le escribí un mail larguísimo y le mandé mi CV. Su respuesta llegó a los veinte minutos: “Hola Melanie. Por supuesto que sos bienvenida. ¿Qué necesitás? ¿Una carta de invitación?” Sinceramente fue mi primera sensación de gloria, porque el doctor Paull es el principal representante a nivel mundial en investigación del ananá y tiene una vasta trayectoria en producción de frutales.
Y así empezó la carrera. Contaba con un mes para preparar todos los papeles. No tenía hecho ni mi pasaporte, porque era mi primer viaje al exterior.
Al llegar al aeropuerto de Honolulu, después de 30 horas de viaje, una camioneta blanca me estaba esperando y un señor de aproximadamente 80 años me preguntó: “¿Sos Melanie?” Yo estaba anonadada. Le respondí que sí. Acababa de conocer al doctor Robert Paull.
De regalo le llevé un obsequio bien argentino: una caja de alfajores. Sin embargo, después descubrí que todos allí comían de forma saludable: frutas, verduras y mucha comida asiática.
La esposa del doctor y otra chica, Ya-Ting, que está haciendo su doctorado en la Universidad de Manoa, son de Taiwán. Por suerte, gracias a esta compañera de laboratorio pude conseguir rápidamente un lugar donde quedarme. Ella me vinculó con Fion, mi roommate, también taiwanesa.
Cabe aclarar, que en Honolulu muchos de los residentes son de alguna otra parte de Estados Unidos o de algún país asiático. Por ello, me interioricé en diferentes culturas: hawaiana, estadounidense y asiáticas.
Intenté aprovechar al máximo el tiempo de mi beca yendo a un campo con más ochocientas hectáreas de ananá. ¡Eso para mí fue como ir a Disney! Allí realicé muestreos para resolver problemas que tenían con el cultivo desde mi perspectiva agronómica y de investigación.
Además, aproveché cada minuto de charla con el doctor Paull, quien, si bien estaba siempre bastante atareado, encontraba tiempo para preguntarme cómo la estaba pasando y compartir conmigo información que había obtenido durante décadas de investigación y de extensión, ayudando a pequeños productores. Vive hace más de 30 años en Hawái y no tuvo ningún problema en comentarme sus experiencias con diferentes cultivos, con resultados exitosos o no.
Podría escribir hojas enteras de mi experiencia en Honolulu y mencionar desde los increíbles museos, acuarios y lugares históricos -como Pearl Harbor- hasta las tan mencionadas playas de Waikiki y North Shore.
Actualmente estoy trabajando en dos artículos científicos sobre problemáticas asociadas a la producción de ananá. Gracias a la beca, pude establecer lazos con personas de distintas culturas y con una empresa reconocida a nivel mundial. Definitivamente, mi estancia de investigación en Hawái fue muchísimo más que enriquecedora, como dirían en inglés: fue una experiencia life changing”.
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