En este caso, luego de compartir resultados técnicos y productivos tanto de ensayos como experiencias, y por dos años sucesivos, se amplía la red de interesados en la incorporación de esta tecnología de procesos.

La introducción de la misma en la zona, es conducida por Agentes del INTA y de la Facultad de Ciencias Agropecuarias (UNC), pertenecientes a la red socio-técnica que articula en ese sector productivo a través de la MACA y el EPA (Equipo de Periurbanos y Agroecología).

Para ello, se vienen realizando en algunas quintas hortícolas seleccionadas, ciclos iterativos de investigación-acción participativa, con el objetivo de evaluar sus potencialidades en el mejoramiento de las condiciones generales del suelo, tanto para la eficiencia productiva como la adaptación del sistema a la variabilidad climática.

Esta variabilidad, según datos relevados en 2018 (Giobellina, B. et al, 2022)¹, genera importantes mermas de rendimientos e ingresos, por daño y reposición de cultivos en el sector. En este aspecto, toda medida que pueda generar una disminución de los costos productivos para restablecer una producción, se considera una variable de adaptación que favorece la resiliencia del sistema y disminuye su vulnerabilidad.

Trabajar sobre la fertilidad física, química y biológica de los suelos de los sistemas productivos, restableciendo su estructura dañada debido al uso sostenido de herramientas, incrementando la permeabilidad para un correcto y eficiente uso del agua de riego, facilitando el proceso de desmalezado manual, fortaleciendo la actividad biológica y la disponibilidad de materia orgánica, mejorando las disponibilidades de nutrientes, son algunos de los objetivos perseguidos en estas prácticas.

Sin embargo, la principal dificultad de adopción de la misma, recae sobre la necesidad de contar con suelo disponible para cultivos durante todo el año. La mayoría de los sistemas productivos están sobre tierras alquiladas con tiempo de uso limitado, que varía según cada situación contractual, y esto dificulta una planificación sustentable en el mediano y largo plazo.

A pesar de estas limitantes, son cada vez más productores que se suman a “resignar una porción de tierra” para incluir en la rotación un cultivo de servicio de crecimiento invernal, que luego en momento de inicio de floración será incorporado como abono verde para la obtención de los beneficios mencionados. Pasado el tiempo recomendado para la mineralización de nutrientes, realizan la siembra o trasplante de algún cultivo de interés comercial con buena demanda y valor de mercado.

En el rescate de apreciaciones y validación de la experiencia, los productores mencionan ventajas como las siguientes:

En un primer año, se llevó a cabo una experiencia exploratoria con resultados visibles en la calidad de la producción posterior, pero sin resultados medibles.
En el segundo año, a instancias de la MACA y conducidos por el EPA, se inició el primer ciclo de IAPs con tres familias horticultoras de Pilar y Río Segundo en parcelas experimentales, con resultados expuestos en el informe técnico del INTA (Narmona et al, 2024)².

En el año 2024 el interés se duplicó ingresando a la experiencia 3 productores más, y en este 2025 son 8 las familias interesadas en incluir este tipo de cultivos para luego su uso e incorporación antes de un cultivo de importancia económica.

Si bien en el informe técnico están detallados los resultados en el mejoramiento del suelo, es interesante destacar las apreciaciones de los propios productores en cuanto a la calidad de los cultivos posteriores, que hacen que esta tecnología sea elegida para quedarse.

Calidad, sanidad, resistencia, precocidad, menor costo en fertilizaciones químicas y enmiendas orgánicas, aprovechamiento del agua del riego, facilidad en el desmalezado, facilidad en las labores, y alimentación de animales.

En esta campaña invernal, ya están los cultivos de servicios establecidos y en crecimiento; se lleva a cabo un monitoreo insitu por el productor, a través de sus propios registros fotográficos y comentarios en una red de experimentadores, el cual se complementa junto a la visita técnica periódica de investigadores y extensionistas para el levantamiento de muestras de suelo y cultivo, además de definir las prácticas vinculadas para continuar las actividades.

Entre los cultivos que se usan como cobertura invernal, se han evaluado mezclas de centeno (secale cereale) con vicia (Vicia villosa), avena (avena sativa) con vicia, y como cobertura primavero estival, crotalaria (crotalaria juncea) con moha (setaria itálica).

• Pueden analizar los datos de investigación en el siguiente informe técnico:
  Introducción de cultivos de servicios en sistemas hortícolas comerciales de las localidades de Río Segundo y Pilar

• Consultas con especialistas del INTA:
  Lucas Kuttel | Luis Narmona | Ana Arrascaeta | José Martínez | Adriana Garrello | Liliana Pietrarelli