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Endeudamiento responsable


El sobreendeudamiento es el estado financiero que se da cuando las personas no tienen o no pueden generar suficientes ingresos para cumplir con el pago de las deudas contraídas. Es decir, cuando las deudas superan el ingreso de las personas y, por lo tanto, no las pueden costear.

No tener suficientes ingresos puede darse por varios motivos:

  • Las deudas que contrajimos superan nuestros ingresos.
  • Situaciones imprevistas, como la pérdida repentina de trabajo, que disminuyan o directamente interrumpan los ingresos.

En general, es prudente que el endeudamiento no supere el 40% de nuestros ingresos mensuales.

En el caso de una crisis por sobreendeudamiento, las posibles soluciones van a ser totalmente diferentes. En este caso se sugieren los siguientes pasos:

  • Paso 1: Actuar lo antes posible.
  • Paso 2: Evitar medidas desesperadas, como recurrir a los “créditos rápidos”, que tienen intereses y comisiones muy gravosas y cláusulas abusivas.
  • Paso 3: Buscar ayuda de profesionales.
  • Paso 4: Plantear la situación, analizando el presupuesto familiar.
  • Paso 5: Realizar una lista de las deudas, listando el nombre de la entidad, el importe de la deuda y la cuota mensual a pagar.
  • Paso 6: Determinar el grado de prioridad de las deudas. Deuda prioritaria es aquella que, si no se paga, puede implicar la pérdida de la vivienda (si se trata de una hipoteca), o el desalojo (si se trata de un alquiler).
  • Paso 7: Minimizar los gastos y maximizar los ingresos.
  • Paso 8: Negociar las deudas, primero las prioritarias. Hay que contactar a los acreedores para verificar y confirmar la deuda pendiente, y solicitar un aplazamiento para poder recuperarse económicamente y realizar los pagos. Si los acreedores están de acuerdo en la renegociación, ésta se deberá realizar por escrito, en un nuevo contrato que incluya todos los términos pactados.
  • Paso 9: Elaborar el plan de saneamiento con el objetivo de conseguir un presupuesto saneado, libre de “números rojos”.
  • Paso 10: Mantener bien nuestra economía. Una vez logrado el equilibrio presupuestario, deberemos hacer todo lo posible para mantenerlo.

Muchas veces, para poder saldar las deudas, se toman nuevos créditos y en los últimos años, se registra un importante incremento en la oferta y en la concesión de préstamos personales (“créditos rápidos”) que se caracterizan por dos elementos:

  • La rapidez con la que el interesado recibe contestación a su solicitud.
  • La simplificación de los trámites y las gestiones necesarias para acceder a ellos.

Para solicitarlos, suele ser suficiente con presentar el DNI, algún recibo que acredite la residencia del solicitante y los datos de una cuenta bancaria en la que ingresar el dinero. Todo ello, sin salir de casa y contactando con la entidad que lo concede por teléfono o a través de Internet. Simplemente, se completa un sencillo formulario que no exige aclarar la situación personal del solicitante ni la finalidad a la que se pretende destinar el dinero.

Estos beneficios, sumado a la necesidad que muchas veces suele acompañar a quienes lo necesitan, lleva a muchas personas a solicitar dichos préstamos sin mirar aspectos básicos (“la letra chica” la publicidad suele ser masiva, atractiva y en ocasiones engañosa).

Es muy importante mirar en detalle las altas tasas de interés que suelen aplicarse y las comisiones que cobran, siendo conscientes que muchas veces se dan situaciones de abuso.

Debemos leer con mucha tranquilidad la publicidad que los ofrece y estudiar a fondo la letra chica ya que, aunque estos préstamos se presentan como la gran oportunidad para hacer frente a un imprevisto o satisfacer un capricho, suponen un elevado costo.

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