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¿Qué es el ozono?

El ozono es un gas presente en la atmósfera en forma natural, cuya molécula tiene tres átomos de oxígeno en lugar de los dos del oxígeno común; se lo representa como O3. No es un gas estable y es muy vulnerable a ser destruido por los compuestos naturales que contienen átomos de nitrógeno, cloro y/o bromo en sus moléculas.

Cerca de la superficie de la Tierra (la troposfera) el ozono es un contaminante que causa muchos problemas, ya que forma parte del smog fotoquímico y la lluvia ácida. Pero en la estratosfera, a una altura entre 15 y 50 km sobre la superficie, este gas azulado y de olor fuerte es tan importante para la vida como el propio oxígeno.

El Escudo Protector

El ozono forma un frágil escudo, en apariencia inmaterial pero muy eficaz. Está tan esparcido por los 35 km de espesor de la estratosfera que si se lo comprimiera formaría una capa en torno a la Tierra de 3 mm de espesor.

Cualquier daño a la capa de ozono aumenta la radiación UVB que llega hasta la superficie de la Tierra, la que tiene potencial para provocar daños al ambiente y a la vida terrestre. Entre estos daños se encuentran el cáncer de piel, problemas oculares, efectos sobre el sistema inmunológico, disminución del rendimiento de las cosechas, perjuicios a los bosques y a la vida submarina, agravamiento de la contaminación fotoquímica en la troposfera y aumento del ozono cerca de la superficie de la Tierra.

La vida terrestre está protegida por una capa de la atmósfera compuesta por ozono que actúa como un escudo protector contra las dañinas radiaciones ultravioletas del sol. Si esa capa desapareciera, la radiación ultravioleta del sol esterilizaría la superficie del globo y no sería posible el desarrollo de la vida, tal y como la conocemos.

El Protocolo de Montreal

La Argentina ha participado y participa activamente en los esfuerzos globales por restaurar la capa de ozono. Nuestro país es parte de este proceso trascendental al ratificar el Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono y el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, mediante las leyes 23724 y 23778, en enero y septiembre de 1990, respectivamente.

Las acciones emprendidas con el fin de reducir el consumo de las sustancias que agotan la capa de ozono (SAO) permitieron que nuestro país cumpliera ampliamente con las medidas de reducción requeridas por dicho Protocolo, el que ha sido considerado como un ejemplo exitoso de política ambiental dado que la comunidad internacional fue capaz de acordar una rápida y considerable reducción del consumo y producción de estos compuestos halogenados inmediatamente después del descubrimiento del fenómeno del agotamiento de ozono en la Antártida. En ese sentido, es importante destacar que este acuerdo reviste una singular relevancia para nuestro país, ya que, dada la ubicación geográfica del agujero de ozono, se ve particularmente afectado por él.

El Protocolo de Montreal ha eliminado hasta la fecha la mayor parte de las sustancias que agotan la capa de ozono (SAO), que a su vez son potentes gases de efecto invernadero y como tales aportan al calentamiento global.

Este protocolo, firmado en el año 1987 y ratificado por Argentina en el año 1990 a través de la Ley N.° 23778, cuenta con un Fondo Multilateral al cual aportan recursos financieros los países desarrollados para que los países en desarrollo puedan convertir los sectores industriales y agrícolas que utilizan estas sustancias con bajo costo para los mismos. En el año 2009 se logró la ratificación universal, es decir que, todos los países son partes de este protocolo y, como tal, han asumido obligaciones frente a la comunidad internacional.

Enmienda de Kigali

En la ciudad de Kigali, Ruanda, en octubre de 2016, y luego de 7 años de negociaciones internacionales, el Protocolo de Montreal fue enmendado para incluir el control de la producción y consumo de los hidrofluorocarbonos (HFC), que no agotan a la capa de ozono pero sí son potentes gases de efecto invernadero.

Los HFC surgieron como alternativas a las SAO, y como tales son utilizados en la fabricación de heladeras domésticas, aire acondicionado automotor y doméstico, en equipos de refrigeración comercial e industrial, y en menor medida en espumas de poliuretano para diversos usos y en inhaladores de dosis medidas para el tratamiento del asma y la EPOC.

La adopción de la Enmienda Kigali al Protocolo de Montreal redundará en beneficios considerables en las próximas décadas y ayudará a avanzar en los objetivos de desarrollo sostenible dado que, la disminución gradual a nivel mundial del consumo de los HFC podría evitar hasta medio grado de calentamiento global para finales de este siglo, lo que representa un gran impulso a los esfuerzos para limitar el aumento global de temperatura por debajo de dos grados centígrados como se estableció en el Acuerdo de París, y de continuar los esfuerzos para lograr la meta de 1,5 grados.

A partir del compromiso global asumido, se eliminará de manera gradual el consumo y la producción de los HFC para reducir sus emisiones en un 85 % entre los años 2019 y 2047. De esta forma, las mismas se reducirían en más de 70 billones de toneladas de CO2 equivalentes hasta el año 2050.


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