El SINAME, que se integra dentro de la Agencia Federal de Emergencias (AFE), se centra en el monitoreo constante de las amenazas, la visualización de alertas tempranas y la provisión de datos críticos a través de un portal web accesible para organismos dedicados a la gestión de riesgos tanto a nivel nacional, como provincial o municipal. Este sistema posee equipamiento con diferentes tecnologías de comunicaciones e informática que facilitan las acciones en las distintas etapas vinculadas con la detección, alertas, seguimiento y monitoreo de eventos adversos, como así también, en la respuesta para una mejor toma de decisiones. Físicamente el SINAME está constituido por una sala donde se monitorean los diferentes tipos de amenazas durante las 24 horas, los 365 días del año, con personal tanto de la Dirección Nacional de Prevención y Mitigación como de la Dirección Nacional de Operaciones y Logística, y personal de las Fuerzas Federales de Seguridad (Policía Federal Argentina, Prefectura Naval Argentina, Gendarmería Nacional y Policía de Seguridad Aeroportuaria) que participan de la carga y seguimiento de los datos y amenazas.
Fue creado en el año 2019, equipado a través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, con el objetivo de coordinar y articular los esfuerzos de diversas instituciones para minimizar el impacto de desastres en Argentina. A través del seguimiento de alertas y la provisión de información relevante desde su portal web, el SINAME permite que las decisiones se tomen con base en datos precisos, facilitando tanto la planificación preventiva como la respuesta ante situaciones de emergencia. Mediante la recopilación de datos brindados tanto por organismos científico-técnicos (OCT) nacionales integrantes del SINAGIR, como por las defensas civiles provinciales, en el SINAME se monitorean posibles amenazas como inundaciones, tormentas, incendios forestales, nevadas o sismos, entre otras, como así también la evolución de eventos que ya se encuentran en desarrollo. Este enfoque integral no solo fortalece la capacidad de respuesta ante desastres, sino que también favorece la adopción de medidas preventivas que reducen la vulnerabilidad de las comunidades más expuestas a los riesgos.