Presidencia de la Nación

XIX Peregrinación Castrense a la Basílica de Luján

Se desarrolló bajo el lema “Madre, aquí tienes a tus hijos”.


Luján – El jueves se llevó a cabo la XIX Peregrinación Castrense al Santuario Nacional de Nuestra Señora de Luján, en donde fieles de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad presenciaron la solemne misa en honor a la santa Patrona de la República Argentina y, en este año tan especial, se pidió por el don de la paz a 40 años de la Guerra de Malvinas.

La misa fue celebrada por el obispo castrense, Monseñor Santiago Olivera, quien estuvo acompañado por los capellanes mayores de la Armada, del Ejército, la Fuerza Aérea, la Gendarmería Nacional y la Prefectura Naval Argentina, además de sacerdotes del clero militar.

Asistieron a la peregrinación el Subjefe del Estado Mayor General de la Armada, Vicealmirante Eduardo Antonio Traina; el Subjefe del Estado Mayor General del Ejército, General de División Diego Martín López Blanco; el Subjefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea, Brigadier Mayor Hugo Eduardo Schaub, y el Subprefecto Nacional Naval, Prefecto General Jorge Raúl Bono. Además, participaron de la ceremonia autoridades de las Fuerzas de Seguridad; representantes del Ministerio de Defensa, autoridades civiles e invitados especiales, quienes junto a fieles castrenses y familiares, colmaron el interior de la Basílica con su ferviente devoción a la Virgen.

Para dar comienzo a la homilía, Monseñor Olivera destacó: “En esta décimo novena peregrinación demos gracias a Dios por nuestra vocación de servicio, nada más y nada menos que en el Santuario de Luján, casa de quien fue la servidora por excelencia: María, Madre de Dios y nuestra también y a quien Jesús por su fidelidad nos la dio –al pie de la cruz- como Madre de todos”.

Durante la misma, el obispo castrense destacó que “nuestros héroes militares sintieron siempre la necesidad de invocar a Dios antes de lanzarse a las batallas, ayudando a los hombres de armas e infundiéndoles un sentido moral superior que les permitió afrontar con éxito las mayores exigencias. Así, la Eucaristía fue siempre el acto central de esas celebraciones en que se invocaba a Dios –como en la carta magna, nuestra Constitución Nacional- y se le agradecía los beneficios recibidos”.

Y agregó: “La disciplina, las armas y la defensa de la soberanía y del orden interior, constituyen la exteriorización de la profesión castrense y policial; esta manifestación sería un absurdo si no tuviera un sentido profundo; el que nace de la fe en Dios, de la amistad con Él, y la Eucaristía es la que da a cada uno el alimento espiritual necesario para cumplir adecuadamente las exigencias de su vocación”.

Finalizada la ceremonia, se otorgó la bendición final, tras lo cual la Banda de Música de la Armada Argentina ejecutó los acordes del Himno Nacional Argentino.

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