Reabrió la sala de exhibiciones de la sede Alsina del FNA
Tras diez años en desuso, el espacio diseñado en 1995 por Clorindo Testa reabrió sus puertas y, por decisión unánime del Directorio, llevará el nombre del célebre arquitecto. La inauguración se celebró con la muestra 'Flores: un jardín suspendido', una instalación inflable de Pablo Curutchet curada por Pedro Bedmar.
Del lado impar de Alsina, la vereda está distinta. A mitad de cuadra, llama la atención una vidriera amplia e iluminada. Desde afuera impacta el color amarillo. En el interior, flores y formas orgánicas, en enormes inflables plásticos, cuelgan del techo. No tratan de parecer naturales, por el contrario, se muestran en toda su artificialidad.
Involuntariamente, la gente que pasa gira la cabeza hacia el interior. Algunos se detienen y observan desde afuera. Otros se suman a quienes ya están adentro. Tal vez ese gesto automático fue el que imaginó Clorindo Testa cuando en 1995 proyectó la sala que hoy lleva su nombre y permaneció en desuso durante más de diez años. Lo que atrae la mirada de los transeúntes es la inauguración de la exposición "Flores: un jardín suspendido", una instalación de sitio específico curada por Pedro Bedmar Rodríguez y con obra de Pablo Curutchet.

“Esta inauguración —dijo Tulio Andreussi Guzmán en las palabras de apertura— trae consigo dos motivos para celebrar. El primero es la exposición misma. El segundo es la reapertura de la emblemática sala de exhibiciones de la sede de Adolfo Alsina 673”. Luego comentó que el Directorio había tomado la decisión de manera unánime de que la sala llevara el nombre de Clorindo Testa y el anuncio fue largamente aplaudido por todos los presentes.
La historia es así: Clorindo, por entonces director de Arquitectura del Fondo Nacional de las Artes, junto con Francisco Bullrich donó el proyecto arquitectónico para construir una sala destinada a promover la creación artística en todas sus formas y favorecer el acceso público al arte contemporáneo. El plano original que dibujó está exhibido en uno de los muros. Mientras funcionó, la sala albergó casi un centenar de muestras individuales y colectivas y se convirtió en un lugar de encuentro, experimentación y visibilidad para artistas de distintas generaciones y lenguajes, provenientes de todo el país. Con los años se convirtió en biblioteca, mesa de entradas y hall de acceso; se taparon los vidrios con vinilo, se obstaculizó la vista desde afuera y se oscureció el interior.

“Tal vez me hayan escuchado decir que el Fondo Nacional de las Artes es un organismo vivo que late al ritmo de la excelencia de la cultura —continuó Andreussi secundado por Teresa Bortagaray de Testa, viuda de Clorindo— y realmente me causaba infinita tristeza ver el estado de descuido de la sala”*. Y añadió: “Espero que este sea el comienzo para que este espacio vuelva a brillar. Les digo a los artistas contemporáneos que el Fondo Nacional de las Artes está para acompañarlos en la realización de sus sueños. Es una herramienta poderosa para financiar sus proyectos. Cuenten con nosotros”.
A su turno, Bedmar, español de nacimiento y cordobés por adopción, agradeció al Fondo por estimular la creación de proyectos curatoriales y comentó: “Conocí a Pablo de manera casual en un viaje en colectivo y me interesó mucho su obra. Cuando me enteré del concurso pensé inmediatamente en esta pieza de sitio específico que se convierte en un lugar óptimo para sacarse selfies. La obra pone de relieve el mundo artificial en el que vivimos, un mundo en el que no conectamos con el verdadero sentido de la vida: el amor, la creatividad, el juego, el movimiento, el contacto con los otros”.
Pablo Curutchet, por su parte, recordó su vínculo con el Fondo: “En 2006 gané una Beca Creación que me permitió desarrollar proyectos a gran escala. Volver al Fondo me conecta con esa parte de mi historia y es muy emocionante”.

Se exhibe además una pieza del propio curador, Pedro Bedmar, un libro de artista que el público puede manipular con guantes. Las fotografías, fotografías intervenidas con pintura, pinturas y textos poéticos plasmadas en sus páginas contrastan, de alguna manera, con la idea que propone la instalación principal.
Estuvieron presentes en la reapertura de la sala Joaquina Testa y autoridades de la Fundación Clorindo Testa; la Directora Nacional de Museos, María Paula Zingoni; miembros del Directorio del Fondo Nacional de las Artes y un numeroso público que celebró la iniciativa.
"Flores: un jardín suspendido" puede visitarse hasta el viernes 20 de febrero de 2026, de lunes a viernes, de 10 a 16 h, en Adolfo Alsina 673 (CABA), con entrada gratuita.