"Memoria": una exposición retrospectiva de Boris Lurie
El Museo Judío de Buenos Aires y el Centro Cultural Borges presentan, por primera vez en la Argentina y como parte de una gira latinoamericana, una exposición retrospectiva del artista ruso-norteamericano, compuesta por 130 obras. La entrada es libre y gratuita.
Organizada por la Boris Lurie Art Foundation (BLAF) de la ciudad de Nueva York; el Museo Judío de Buenos Aires, y el Centro Cultural Borges de Buenos Aires, "Memoria" expone 130 obras del artista ruso-norteamericano Boris Lurie, por primera vez en Argentina en como parte de un programa itinerante por América Latina.
La muestra se exhibirá en dos sedes: en el Museo Judío de Buenos Aires (Libertad 769 CABA) se inauguró este martes 10 de octubre; y en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525, CABA), este miércoles 11 de octubre a las 18 h. Para las exposiciones en Argentina, la Boris Lurie Art Foundation (BLAF) imprimió un catálogo bilingüe. En ambas sedes, la entrada es libre y gratuita.
"MEMORIA"
"Entrar en el mundo de Boris Lurie podría ser un acto de voyeurismo, sin embargo, es un acto de fe. Una promesa de purgatorio, expiación del pecado de ser, de existir, de sobrevivir y continuar la vida en un mundo banal vaciado de sus afectos más tiernos y profundos. El primer contacto con la obra de Lurie, es una experiencia que impulsa a abandonar nuestra zona de confort y adentrarse en las profundidades de un alma dañada por algo que nunca llegaremos a comprender. Esa no comprensión posiblemente sea el punto de contacto con el artista, se siente el latigazo de su experiencia, la cual no podemos nombrar ni explicar", comentó Liliana Flugelman, curadora de la exposición en el Museo Judío de Buenos Aires.
"Su derrotero es sincrónico con la historia del arte, tributario del expresionismo alemán, sus trabajos de la primera época exultantes de densidad gráfica conforman un estilo acorde a los tiempos de una Europa azotada por desatinos y flagrancias. La 'Serie de la guerra' de los años 1946/1950 revela al artista con vocación de reportero gráfico, descarnado, ya vacío, teñido de horror y tormento. Resalta las figuras fantasmagóricas con tiza y pasteles acentuando el carácter sombrío de las escenas. El trazo desmaterializado y desnudo de algunos dibujos y bosquejos se posiciona en el papel de una manera lateral, dislocada. En estos el lenguaje plástico es austero, contenido, pero impacta ciertamente haciendo ecos de la experiencia de la angustia Con la 'Serie de Mujeres desmembradas' comienzan sus preocupaciones relacionadas al cuerpo femenino. La sensualidad cede su lugar a cuerpos inmóviles, estáticos, distorsionados, en tortuosas poses carentes de naturalidad. Todavía está muy fresco en su memoria el recuerdo de los horrores padecidos en los campos donde se daba la batalla de Eros y Tánatos", agregó.
Y concluyó: "Boris Lurie apeló a la superposición de pinups (imágenes de mujeres con poca ropa y actitud pícara) produciendo obras que remiten a los moodboards o tableros de las campañas de publicidad durante los años 60, a los armarios metálicos de los soldados americanos enlistados y, en un sentido extendido, a las pizarras con fotos de los desaparecidos buscados por sus familiares al final de la guerra. Este regodeo de imágenes desparramadas en su modesto estudio constituye el repertorio de recursos con los cuales Boris Lurie evoluciona hacia la consolidación de su identidad artística en un ejercicio de exorcismo que le es vital".
Por su parte, Cecilia González, curadora de la exposición en el Centro Cultural Borges, compartió: “El título de la exposición MEMORIA, abre la mirada hacia nuestra propia historia. Este artista nos deja el legado de su lucha por la verdad y la justicia, su arma fue mostrar y no ocultar, con la esperanza que estos actos de horror y violencia no se vuelvan a repetir jamás. A pesar que la traumática experiencia de vida del artista está inmersa en toda su obra, es importante que no subestimemos su obra estigmatizando su trauma, y por el contrario, valoremos esa experiencia. Su historia merece y debe ser escuchada, su obra debe ser reconocida. Boris Lurie aún no tiene el lugar que debe tener porque su voz no quiso ser escuchada como tantas voces que hemos perdido, y justamente de eso se trata su obra, de la historia oculta y de las acciones y decisiones que tomamos cotidianamente sin pensar ni recordar. Esta exposición nos llama al compromiso y la responsabilidad. La obra de Boris Lurie va más allá de sus dotes artísticas, su arte es activista, es solidario y comprometido y quiere sacudirnos y despertarnos para hacernos reflexionar”.
Sobre Boris Lurie (1924-2008)
Nació en Leningrado, en el seno de una familia judía. Con el crecimiento del Estalinismo, su familia se mudó a Riga, capital de Letonia. Tras la ocupación nazi en 1941 la familia fue dividida por género y reubicada en dos guetos diferentes. Su abuela, su madre, su hermana y su novia fueron víctimas de la masacre de los bosques de Rumbula junto a 36.000 mujeres y niños. Boris y su padre fueron trasladados a los campos de Lenta, Salapils y Stutthof en Alemania donde aunque obligados a realizar trabajos forzados lograron sobrevivir. En 1945, las tropas americanas concretan su liberación. Su conocimiento del alemán y el inglés le permitió traducir documentos para las tropas aliadas, lo que le valió el visado para emigrar a Estados Unidos en 1946. Junto a su padre se instalaron en Nueva York, ciudad donde su otra hermana vivía desde antes del holocausto. Ese mismo año comenzó su carrera como artista. El arte para él fue su vida, su terapia y un modo de protestar contra el racismo, el antisemitismo y la hipocresía social que encontró en los Estados Unidos durante la guerra fría. El trauma del holocausto lo llevó a canalizar su duelo a través del arte.
Junto a los artistas Sam Goodman y Stanley Fischer fundaron el “NO! Art Movement”, un movimiento artístico de vanguardia cuyo período más activo fue entre 1959 y 1964. Esta corriente fue creada con el objetivo de abordar temas como el imperialismo, la sociedad de consumo, el sexismo, el mercado del arte, la vulgaridad y la depravación. El Movimiento NO! Art buscaba la autoexpresión de las personas que condujera a la acción social, así como visibilizar los mecanismos de poder y criticar la creciente cultura del consumismo y el entretenimiento. Algunas de las obras de este período se caracterizan por la fusión del erotismo comercial con el holocausto dejando al desnudo la frivolidad del ambiente de la época y la ignorancia histórica. Esta es una de las razones por las cuales sus trabajos se encontraron con la indignación y el rechazo de los críticos, coleccionistas y los actores del mercado del arte establecido.
Se sumaron a este movimiento artistas como Rocco Armento, Isser Aranovici, Yayoi Kusama, Enrico Baj, Herb Brown, Allan D´Arcangelo, Erró, Dorothy Guillespie, Esther Morgestern Gilman, Allan Krapow, Jean-Jacques Lebel, Suzanne Long, Michelle Stuart, Aldo Tambellini y su gran amigo Wolf Vostell, entre otros. Si bien el NO! Art muestra similitudes con el Pop Art, el grupo disentía y condenaba al "Arte Pop" porque lo percibían como banal, como un arte de moda que buscaba aturdir en vez de hablar de temas importantes. El Movimiento se reflejó originalmente en la Galería de Gertrude Stein de Nueva York, y se manifestó en otras numerosas salas y museos de Estados Unidos, Europa e Israel.
Museo Judío de Buenos Aires
Libertad 769, CABA
Inauguración: martes 10 de octubre a las 19 h. Hasta el 1 de diciembre de 2023
Visitas: de lunes a viernes de 10 a 18 h
Centro Cultural Borges
Viamonte 525, Buenos Aires Sala: Pabellón II
Inauguración: miércoles 11 de octubre a las 18 h. Hasta el 26 de noviembre de 2023
Visitas: de miércoles a domingos de 14 a 20 h
La entrada es libre y gratuita