Lilian Garrido: “Leer a Luis Luchi es entrar en una gran conversación sobre la vida misma”
La Biblioteca Nacional recupera la obra de este indispensable poeta argentino con una recopilación completa de su obra que se llama “Ya veremos qué hacer con los crepúsculos”. En esta nota, una entrevista a Lilian Garrido, amiga y estudiosa de su obra, y a Sebastián Scolnik, sobre el papel de la poesía en un mundo hiper tecnológico.
De la “República Independiente de Parque Chas” a Barcelona hay un puente poético llamado Luis Luchi, un autor argentino indispensable, poeta de las cosas simples, de las calles porteñas y las luchas obreras que sin embargo es poco conocido por el gran público.
Al cumplirse 100 años de su nacimiento, la Biblioteca Nacional Mariano Moreno(BNMM) rescató toda su obra en dos tomos bajo el título Ya veremos qué hacer con los crepúsculos, cuyos ejemplares se pueden comprar en formato físico o descargar gratis en formato virtual en su web. "Este proyecto llegó a nuestras manos por sugerencia de Juan Sasturain, director de la Biblioteca, conocedor de su obra y amigo de Lilian Garrido, quién es una militante de Luchi, vecina de Parque Chas, que supo ver en su obra un tipo de sensibilidad y cadencia poética que valía la pena rescatar del desconocimiento. Fue una hermosa aparición.", explica Sebastián Scolnik, histórico coordinador del área de Publicaciones del organismo.
"Estamos muy contentos por haber editado esta obra, en particular poética, que tiene que ver con la misión histórica de la Biblioteca Nacional de difundir la obra y el legado de las y los autores argentinos, especialmente cuando persiste un movimiento de horadación de la lengua producto de las redes sociales y las nuevas tecnologías", agrega. (Ver entrevista abajo)
Luis Luchi (seudónimo de Luis Yanischevsky Lerer) nació en Villa Crespo, barrio de la ciudad de Buenos Aires, el 11 de octubre de 1921. Hijo de Gregorio Yanischevsky y Paulina Lerer, inmigrantes judíos ucranianos; cuando era un niño de 5 años se mudó con su familia al intricado Parque Chas, un barrio que Luchi llamó “República Independiente”, como una especie de bastión de resistencia contra el enemigo.
Militó activamente en la Federación Juvenil Comunista y en el Partido Comunista. Luego, se acercó al anarquismo, sin renegar nunca del marxismo. Obrero gráfico, activista gremial, vendedor viajante de libros, a fines de los sesenta, junto con el poeta Roberto Santoro, el músico Eduardo Rovira y el artista plástico Pedro Gaeta, fundó el grupo Gente de Buenos Aires, cuyo objetivo era, por un lado, acercar el arte a los barrios organizando actividades culturales en escuelas, clubes y sociedades de fomento y, por otro, llevar adelante una labor editorial muy importante, con ediciones artesanales de libros, carpetas y discos, muy prolijas y de bajo costo.
Fue en uno de esos encuentros que Garrido, profesora de Letras y encargada de reunir su obra, lo conoció. “Me encantó. De a poco empecé a leer sus libros. Era entrar en otro mundo. En las fotos de los manuales escolares los poetas parecían próceres y Luchi no tenía nada que ver con esto. El poema “Chaplin” decía algo así como 'con medallas hasta en el culo' y a mí me parecía mentira que un poema pudiera incluir la palabra 'culo'. Puede parecer una estupidez, pero a mis 10 años me abría una puerta muy interesante", explica Lilian.
— ¿Cómo surgió el proyecto de la antología de Luis Luchi?
— Editar la poesía reunida de Luis Luchi es un proyecto que se amasó durante años, décadas, te diría. Ya a principios de los 90 el poeta y editor José Luis Mangieri quiso hacerlo en su editorial Libros de Tierra Firme, pero nunca lo concretó. Ya muerto Luchi, un grupo de familiares y amigos tanto argentinos como catalanes, todos residentes en Barcelona, el grupo “Fundición Luchi”, decidió reeditar uno a uno todos sus libros en un proyecto conjunto con Ediciones En Danza, pero sólo llegó a publicarse Vida de poeta en 2003. Más tarde, Washington Cucurto, gran lector y admirador de la obra de Luchi, se planteó lo mismo desde la editorial Eloísa Cartonera. En 2010 publicaron el primer libro de Luchi, El obelisco y otros poemas, pero este proyecto también se interrumpió. Tiempo después, en el 2015, la Lamás Médula volvió a la carga con la idea de publicar la poesía reunida, pero al ser una editorial pequeña, no resistió la embestida de la política neoliberal y tuvo que desistir.
Cuando se desató la pandemia y tiempo y espacio se trastocaron, retomar este trabajo y reconectarme con Luchi y su universo fue una de las mejores decisiones que tomé. En el 2021 se cumplían 100 años de su nacimiento y, sinceramente, era el momento ideal para la publicación de este libro. Una vez que lo sentí terminado, presenté el proyecto a Juan Sasturain, director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM), muy conocedor de la poesía de Luis Luchi, y estuvo muy de acuerdo con publicarlo en la editorial de Biblioteca.
La edición de estos dos tomos: Ya veremos qué hacer con los crepúsculos, es impecable y muy cuidada. El equipo editorial de la BNMM es un lujo, trabaja muy bien. Siendo Luis Luchi un poeta que vale la pena conocer, esta edición pone su obra al alcance de todo el mundo. Los libros tienen un precio muy accesible y, además, están subidos a la página de la BNMM, por lo cual estés en el lugar del planeta en el que estés, si tenés conexión a internet podés leerlos. Verdadero sentido de lo público, del “para todos”. Los libros de Luchi eran inconseguibles y ahora, gracias a esta edición de la BNMM, se da a conocer toda su poesía editada desde su primer libro de 1959 hasta sus últimos libros, incluso poemas incluidos en dos antologías de publicación póstuma.
— No es la primera antología de Luchi con la que trabajás. ¿Cómo lo conociste a él y a su obra?
— Efectivamente, habíamos editado Amores y poemas en Parque Chas en el 2000, una caja-carpeta que homenajeaba a las ediciones del Grupo gente de Buenos Aires. Para este libro Luchi nos mandó los poemas desde Barcelona y llegó a corregirlos, pero lamentablemente murió antes de verlo editado. En cuanto a la antología Paseo por la capital de Luis Luchi (2003), para la cual seleccioné los poemas a incluir, tuvimos el enorme placer de trabajarla con el gran Víctor Redondo y su editorial Último Reino.
Luis Luchi entró en mi vida como entraron muchos otros personajes entrañables (Roberto Santoro, Lubrano Zas, Humberto Costantini, etc.), de la mano del artista plástico Pedro Gaeta. Pedro era muy amigo de mis viejos y en aquellos años –te hablo de los 70-, estaba desarrollando junto con los poetas Roberto Santoro y Luis Luchi y el bandoneonista y compositor Eduardo Rovira una actividad cultural muy intensa. El Grupo Gente de Buenos Aires, que así se llamaba el grupo que habían fundado estos cuatro y que convocaba a multitudes de distintas disciplinas artísticas, organizaba encuentros en los barrios y yo, que era una piba, asistía llevada por mis viejos. En una de esos encuentros vi y escuché a Luchi leer. Me encantó. De a poco empecé a leer sus libros. Era entrar en otro mundo. En las fotos de los manuales escolares los poetas parecían próceres y Luchi no tenía nada que ver con esto.
El poema 'Chaplin' decía algo así como “con medallas hasta en el culo” y a mí me parecía mentira que un poema pudiera incluir la palabra “culo”. Todo esto puede parecer una estupidez, pero a mis 10 años me abría una puerta muy interesante. Después, claro, Luchi venía mucho a mi casa (todos vivíamos en Parque Chas) y era una maravilla escucharlo hablar de todo. Francamente, era un sabio. Muy lector, muy estudioso. Después, Luchi se exilió y ahí hubo un bache grande, pero nos reencontramos a partir de la apertura democrática, cuando empezó a venir a Buenos Aires. Yo me siento muy amiga de él y de su familia. Nos hemos querido mucho.
— ¿Cómo describirías la poesía de Luchi?
— Yo diría que la poesía de Luis Luchi es una poesía sustantiva, con un universo poético muy vasto donde caben todos los temas, desde los universales como el amor, la muerte, la libertad, hasta los más cotidianos, como un paraguas o herramientas de trabajo. Luchi era un gran observador de la realidad (en muchos de sus poemas se plantean situaciones o aparecen personajes que lo confirman), pero no un observador distante sino crítico. Por eso el humor, la ironía y el sarcasmo tan presentes en su poesía. La materia de su poesía es indiscutiblemente el habla.
Leer a Luchi es entrar en una gran conversación sobre la vida misma, sumergirse en un diálogo abierto, no siempre llano, porque a Luchi, como señala Romano en el prólogo de esta Poesía reunida, hay que leerlo de manera precavida. Muchas veces la sencillez es aparente: vamos en una dirección, pero Luchi nos lleva hacia otro lado, nos invita a pensar las cosas de otra manera, nos hace reflexionar.
— Luchi hablaba de la República Independiente de Parque Chas
— Luchi nació en Villa Crespo, pero siendo muy pequeño, un chico de unos 5 años, se instaló con su familia en Parque Chas, en la calle Treveris entre Gamarra y Ávalos. Es un barrio muy particular, de estructura circular, hermoso. Yo nací en Parque Chas y casi toda mi familia es del barrio. Luchi siempre estuvo muy enganchado con Parque Chas, le gustaba caminarlo (en rigor, Luchi era un gran caminador, del barrio y de la ciudad o, mejor dicho, de las ciudades, porque también caminó mucho Barcelona, a la que llegó a conocer muy bien), y durante su exilio Parque Chas se transformó en otra cosa. Él decía que el brazo extendido de la estatua de Cristóbal Colón que está erigida en el puerto de Barcelona señalaba Parque Chas. De pronto nació la República Independiente de Parque Chas. Una creación de Luchi. Nuestra República tenía un sentido lúdico, sí, pero en ese juego Luchi hizo del barrio un bastión de resistencia. La estructura circular de Parque Chas permitía crear tácticas y estrategias en las que el enemigo era siempre derrotado (citarlo, por ejemplo, en Ávalos y Berlín, esquinas que en nuestro barrio se cruzan dos veces).
— Con el grupo Gente de Buenos Aires, Luchi trabajo en acercar la cultura a los barrios. A la vez grabó discos recitados y editó libros ilustrados. ¿Pueden ser todas formas de popularizar la cultura?
— Yo no diría popularizar la cultura porque la cultura es ya, de por sí, la expresión de un pueblo. El Grupo realizaba actividades en los barrios (en clubes, escuelas, sociedades de fomento), con la intención de acercar el arte a la gente. La idea de que el arte es de todos y para todos. Eran actividades multitudinarias (yo he ido a varias en el Club SABER, recuerdo), con mucha participación de gente del barrio. Se hacían por ejemplo muestras de poemas ilustrados (o de “poemas-pintura” como prefiere llamarlos Gaeta) y allí estaban los poetas participantes para leer sus poemas y los artistas plásticos para conversar con la gente. Había músicos y la gente del barrio también se animaba a leer o a tocar algo de música. Una experiencia muy interesante. La gente a veces piensa que los artistas o poetas o escritores son seres especiales, les cuesta verlos como iguales, y, sinceramente, a veces viven en tu mismo edificio o compran el pan en la misma panadería o el diario en el mismo quiosco que vos. Estas actividades ayudaban a desmitificar, realmente provocaban un acercamiento.
Sebastián Scolnik: la poesía como renacer de la lengua
— ¿Por qué es importante editar la antología de poesías de Luchi para la cultura nacional?
— Elegir la obra poética de Luchi para nosotros tiene un especial sentido en la medida en persiste un movimiento de horadación de la lengua por parte de un extendido sistema de redes sociales y nuevas tecnologías que desmaterializan la lengua, desancladola de la materialidad corporal. La experiencia colectiva hace que encontremos en la poesía la posibilidad de un renacer de la lengua, un recomienzo de la lengua, anclada a ciertas perspectivas históricas, a ciertos deseos colectivos, a cierta idea de futuro.
— ¿Qué tarea realiza la Biblioteca en este sentido?
— Las y los autores argentinos son reunidos en este caso por la editorial de la Biblioteca Nacional, que había fundado Horacio González en los años de su gestión y que continúa ahora con Sasturain como director. Ya contamos con más de quinientos títulos. En los próximos meses, saldrá una serie de nuevas publicaciones.
— ¿En qué títulos están trabajando?
— Continuaremos con la obra de León Roztinchner, sus últimos volúmenes sobre Memorias de la ciencia, la cultura y el subdesarrollo y el libro Decirlo Todo, que es inédito. También la reimpresión de la Colección Quelonios, que en su momento fue muy importante para la difusión de las y los autores argentinos de literatura infantil, con una nueva serie cuentos de Julián López y de María Pía López, especialmente compuestos para la editorial.
También editaremos la colección Disparos en la Biblioteca, que reunirá las principales obras del policial argentino, y Papel de quiosco, que seguirá con la difusión de historietas y el humor gráfico nacional. Esto entre otras obras, como el libro Malón de la paz que recoge la gran marcha de pueblos originarios para entrevistarse con Perón. Es decir, toda una serie de materiales que tienen como objetivo continuar con Ediciones Biblioteca Nacional y continuar repensando aquellos legados que sentimos tienen algo que decir en el presente y que no han sido absolutamente agotados por los lectores de su época. Siempre hay un resto de rescate que puede alumbrar alguna zona de lo contemporáneo, del momento que vivimos.
Tres poemas de Luis Luchi
Mi madre y yo
He ido a llevarte flores
y las dejé así,
desordenadamente,
como soy yo, desordenado,
en mi vida y en mis sentimientos.
Y si muchas veces temiste
que era falta de cariño
es porque nunca hablé contigo
como lo hago ahora.
Tantas cosas tengo que explicarte,
cosas de ti misma y de mí.
Fuiste el trasplante inadaptado
y yo el brote que extendió sus fibras
y bebió de sus tierras negras
y pronto cruzó sus ramas al cielo,
pasando por encima
de los débiles alambres
que quisiste convertir
en muros de tu pequeña fortaleza,
fácil de abatir
en tiempos de tormenta.
Venías de un mundo que moría
y traías el miedo;
el miedo de los niños
que temen la fuerza del viento
sin comprender su sublime grandeza.
Y pude llenar
mis manos y mis zapatos
de callos y dolores
que llegaron a ser míos.
Y me sentí un Juan, un Pedro
a pesar de mi apellido
con muchas letras.
Viví las horas de otros hombres,
me hicieron sufrir,
también lo hice,
di mi pecho en la pelea
y algunas veces,
pocas veces,
me porté mal.
Pequeñita en tu rincón
me sentías alejar,
decir un idioma extraño
sin comprender los signos
de esas manos que quedaban
flotando en el vacío,
ofreciendo sus caricias
que yo creía no necesitar.
Aquí te dejo mis lágrimas desordenadas
con estos versos desordenados,
porque yo soy así
en mi vida y mis sentimientos
como estas flores desordenadas
que aquí quedan.
“Hay que transformarla…
después la cantaremos”
Se ha dicho esa frase
y no es posible bostezar y dormirse.
Está dicha, no se puede tener ya sueño.
Diría que fue sabio su creador,
que pudo nomás aspirar a un puesto de guardián
de plaza
para permitir a los enamorados cortar flores.
Y no solo eso dijo,
dijo además
que al morir quería ser barco;
ser barco, entienden.
Ser barco que al llegar a puerto
cansado, y buscando una mano que salude
hay que lavarlo y pintarlo,
agradecerle su fortaleza.
Y tener el destino
de los barcos con pasado
que se hunden en las zonas
más adentro del océano,
después que los vencieron
con la belleza plástica
de los combates navales.
Barco de gordas bodegas,
de negras bodegas,
por mucho llevar cargas con los productos
del trabajo de unos hombres para otros,
aunque no los paguen.
Ese día la cantaremos.
El día sin remordimientos,
el día del pan y del vino gratis.
El día del amor pagano,
de la ropa sin bolsillo,
de las puertas de la propiedad privada
sin cerrojos.
El día del fin de la prehistoria,
cuando se salude de vereda a vereda,
la vida es linda,
no a pesar de todo,
con todo la vida es linda.
Ya veremos entonces qué hacer
con los crepúsculos
y con los domingos por la tarde.
Relaciones de la familia Chas con mi familia
y la de los vecinos
Me gustaría empezar por ellos
para que no me duela tanto
por haber sido niño de acción
con los materiales del río de luna,
de las obras en construcción
y los días calurosos que se vivía
y no se dejaba vivir.
Hijos dilectos de la calle
consagrados a crecer
con los cuatro elementos
y la escarcha que congelaba el barro.
Allí se clavaron banderas invencibles
hacia todos los sentidos del paraíso
cambiando los trapos por zapatos
en Los Incas y Triunvirato
para que Ramón el portero
nos dejara entrar en la escuela.
El Pampero que apagaba las mechas,
alumbrados a kerosén.
El agua que llovía de arriba
y de abajo cuando Pampa
nuestro río navegable
inundando los pozos ciegos
y los mates se tomaban con agua hervida.
El fuego rimaba con carbón,
los que después fueron árboles
crecían a la par de nuestra estatura,
dejándonos abajo,
reforzados con alambre
se convertían en cercos
para que cada familia
tuviera sus peleas privadas.
Bosque de cardos, abrojitos,
yuyos altos estimulando zoologías inclasificables,
cortina protectora de miradas curiosas
de su función de servicios y violaciones.
Cuánta Dios, cuánta pureza, Dios, cuánta.
Y cómo llegar a grandes
apoyados en ladrillos de canto
señores Grosso Toscanos Avanti La Estrella
que en vez de convertirnos
en su mano de obra barata
nos tomábamos el tranvía siete
y volvíamos a veces de visita
y agitados y tarde
a los velorios de los abuelitos.