Presidencia de la Nación

“La música nos permite encontrarnos como seres humanos”

La institución trabaja por la inclusión social a través del aprendizaje de la música en sectores sociales vulnerables.


En 1998, Valeria Atela tuvo una idea y no se detuvo hasta concretarla: creó la Orquesta-Escuela Chascomús. Es una institución que apunta a modificar las condiciones de vida de niños y jóvenes de sectores vulnerables de esa localidad de la provincia de Buenos Aires. Y lo hace a través de la enseñanza de la música. No es imprescindible que los chicos tengan conocimientos previos, porque desde el primer día los chicos se integran a la orquesta y tienen la posibilidad de recibir clases individuales. El objetivo inducir cambios en sus comportamientos, delinear metas personales y armar proyectos de vida a futuro.

A lo largo de 20 años de funcionamiento, más de 7000 chicos y un número significativo de voluntarios han tenido una participación activa en los distintos proyectos de la orquesta.

Atela dice que trabajan con alrededor de 800 chicos al año. “Aunque nuestro impacto en las escuelas, comedores, sociedades de fomento en donde trabajamos, hace que alcancemos los 1500 chicos por año, con actividades didácticas, de promoción, prácticas”, explica. La fundadora de esta ONG inició su carrera musical estudiando piano y canto en el Conservatorio de Chascomús y luego se mudó a Buenos Aires para especializarse en Musicología en la Universidad Católica Argentina (UCA).

Hoy muchos de los chicos que pasaron por la orquesta se convirtieron en padres y llevan a sus hijos para que sean alumnos. “Nuestro trabajo inicial es de prevención social. Empezamos con una franja etaria entre 8 y los 12 años, y el límite mayor es el de 25 años. El principal objetivo es que los chicos armen su proyecto de vida alrededor de la música”, explica Atela. Con los años también modificaron la edad inferior límite: hoy también cuentan con una orquesta integrada por niños a partir de los 3 años.

Tres esferas de desarrollo

La selección de los alumnos tiene sólo que ver con analizar las condiciones de vida de cada uno de los chicos y poner el foco en los que pertenecen a los sectores más vulnerables. Buscan que las familias “se enamoren” de la propuesta, y, si eso no es posible, intentan que el interés esté despierto en cada uno de los chicos.

Niños tocando instrumentos con un profesor

Desde el comienzo, la Orquesta Escuela contó con una sede, que en principio era a base de préstamos. Pero finalmente consiguieron, con apoyo de la comunidad, su propio espacio. Durante la semana además hacen trabajos en 35 núcleos anexos, lo cual implica ir a escuelas, sociedades de fomento, comedores.

En esos lugares hacen encuentros pedagógicos: una clase de orquesta, de ensamble de percusión, o coro-escuela, todas las variantes de la aplicación de la metodología de enseñanza en distintos puntos de Chascomús.

“El método Orquesta Escuela enlaza las tres esferas del desarrollo del trabajo: la educativa, la social y la cultural. El individual, con su clase personalizada de canto o instrumento. La familiar, donde se unen chicos que están en la misma situación, que tocan el mismo instrumento o están en el mismo nivel técnico. Finalmente, las individualidades y el trabajo de pequeños grupos se ponen al servicio de un desarrollo comunitario”, puntualiza la directora.

La labor fecunda de la institución se refleja en las distintas formaciones que la integran: la orquesta preinfantil; la orquesta inicial de cuerdas; el ensamble de flautas dulces; el ensamble de percusión, el coro escuela; la escuela de guitarras, la orquesta Ginastera, la Camerata Chascomús; el Quinteto de maderas; la Orquesta Filarmónica; el ensamble de metales. También, habilitaron hace poco la cátedra de bandoneón.

Todos son iguales

Un leit motiv de la Orquesta-Escuela es que los chicos partan de una situación de igualdad, sin conocimiento alguno de música. “Así te hayan acunado con Brahms, nadie sabe dónde queda el do en el violín, o en el fagot. Es precisamente usar la música como una herramienta de igualación; no importa de dónde vengo, todos somos iguales ante algo nuevo que nos va a permitir un renacer de nuestra vivencia en este proceso”, declara Atela.

Niña en silla de ruedas tocando el violín

También es un eje de la metodología el cómo son convocados los chicos. “Es nuestra responsabilidad enamorar a aquellos chicos que no se van a despertar diciendo ‘mamá, soñé toda la noche con el corno inglés, quiero que me llevés a estudiar música´”, reflexiona. Por eso la Orquesta Escuela elige tres comunidades de Chascomús, con distintos perfiles, y con eso generan el 80 por ciento del cupo que tiene la institución. Con el 20 por ciento restante promueven una inscripción abierta, a través de las redes sociales.

“Así, cumplimos con uno de nuestros grandes objetivos, que es la integración social, y esta forma de hacer música, nos permiten encontrarnos como seres humanos, esencialmente iguales”, grafica Atela.

La parte de un todo

También fomentan en los chicos el fijarse nuevas metas. Y como hacen conciertos de manera continua, los chicos tienen plena conciencia de que deben esforzarse por que hay una fecha límite en la que deberán mostrar sus aptitudes musicales frente a un auditorio.

Papa Francisco saluda a Atela

“Tenemos casos de gente que es la primera en su familia que encuentra una vocación universitaria, o de familias marcadas por el consumo de drogas y la delincuencia que logran salir de ese circuito y generan otro ambiente con conciencia comunitaria”, explica.

¿Qué cambios se operan en los chicos a partir de formar parte de una orquesta o de un coro? Para la docente el sentimiento más arraigado en los chicos y jóvenes es el saberse parte de un entramado. Dice Atela: “Cualquier nota que tocás afecta positiva o negativamente el resultado del todo, y ese nivel de compromiso, esa necesidad de acción, los hace conscientes de que hay un presente que depende de cada uno, y eso deja una gran huella”.

Scroll hacia arriba