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La maravillosa historia de “El hombre que perdió su sombra”

A propósito de su reestreno en la programación de verano en Tecnópolis conversamos con Eleonora Comelli y Johanna Wilhelm, las creadoras de esta aclamada y multipremiada obra para las infancias.


El hombre que perdió su sombra es una obra de teatro en la que coexisten lenguajes artísticos como las artes visuales, la música y el movimiento: dos músicos que tocan en vivo, dos artistas visuales que realizan proyecciones ilustradas, cinco intérpretes que traducen al movimiento la palabra, el sonido y la luz. Se trata de una obra que reflexiona con magia, humor y peculiar belleza sobre la vida de un hombre que se debate entre la oscuridad y la luz, entre la luz y su sombra. Fue creada y dirigida por Eleonora Comelli y Johanna Wilhelm, y producida por el Teatro Nacional Cervantes. Luego de una larga temporada en la Sala María Guerrero del TNC, donde fue aclamada por públicos de todas las edades, ahora se puede ver en forma gratuita en Tecnópolis como parte de la propuestas para el verano Atardeceres 2022.

El hombre que perdió su sombra está basada en la novela La maravillosa historia de Peter Schlemihl (1814), de Adelbert von Chamisso. En ella Peter, su protagonista, a cambio de una caja con inagotable dinero le vende su sombra a un personaje misterioso; el Hombre de Gris. Se convierte en un hombre rico pero al no tener sombra es rechazado por el resto de las personas y debe refugiarse en la penumbra de su mansión. Así, el protagonista pierde la posibilidad de amar y ser amado por Fanny, una bella bailarina. Sin embargo, a pesar de los obstáculos, Peter se enfrentará a una serie de desafíos para recuperar su sombra perdida.

Desde su estreno en 2018 El hombre que perdió su sombra recibió múltiples premios y distinciones como el Premio Hugo 2018, el Premio ACE Nominaciones y el Premio Teatros del Mundo. Recientemente fue galardonada con el Premio Nacional 2020 correspondiente a la categoría Artes Escénicas: Teatro Musical y Teatro Infantil, otorgado por el Ministerio de Cultura.

A continuación Eleonora Comelli y Johanna Wilhelm nos cuentan más sobre esta aventura en el mundo mágico del teatro.

-La maravillosa historia de Peter Schlemihl no es una pieza literaria muy difundida entre las infancias de nuestro país. ¿Cómo dieron con este relato?

Eleonora Comelli: A partir de la propuesta que teníamos de hacer algo juntas con Johanna, yo quise trabajar con un cuento clásico. Entonces, lo primero que hice fue un rastreo, una investigación, de cuentos que tuvieran la temática de la sombra, ya que íbamos a trabajar juntas con Johanna con el recurso de las sombras y las retroproyecciones. Lo primero que hice fue buscar muchos cuentos en relación a la sombra. Muchos de los hermanos Grimm. También me gustaba mucho uno que se llamaba justamente La sombra, de Andersen. Y en un momento mi esposo me dijo “también está La maravillosa historia de Peter Schlemihl”. Lo empecé a leer y me fascinó ese cuento. Primero había pensado en hacer como una adaptación, una versión libre, pensando en el de La sombra y el de Adalbert von Chamisso, en ambos, y hacer una versión de esos dos. Finalmente me dije “vamos a hacer una adaptación de la novela de Adalbert von Chamisso”, porque le encontré un potencial gigante para llevarlo a la representación escénica.

-¿Qué elementos encontraron en la obra escrita como para llevarla a la escena?

E.C.: Yo aparte de ser directora y coreógrafa en la obra, soy la dramaturga. Lo que le encontré y me incentivó es que el personaje tiene que estar constantemente en movimiento, porque en el lugar que se queda, lugar en el que descubre que no tiene sombra. Entonces este constante movimiento de espacios, de locaciones, con las retroproyecciones era posible. Ir cambiando todo el tiempo. En el teatro esta idea de cambiar los lugares no es tan fácil. Pero poder representarlo visualmente era posible con las retroproyecciones, entonces me pareció que tenía ese potencial de representación y que iba a desplegar, a través de esa temática de la sombra, un montón de juego a la hora del ensayo y de probar materiales y pautas con las que podía comenzar a trabajar.

Johanna Wilhelm: Fue algo muy lindo, muy hermoso encontrar este libro y que tuviera tantos recursos con los que trabajar juntas. Tanto desde lo que yo venía haciendo con las retroproyecciones y los calados de papel, y como todo eso se fusionaba con el trabajo de Eleonora. Teníamos mucho material para poder interpretar.


El hombre que perdió su sombra - Teatro Nacional Cervantes

-La propuesta visual basada en sombras proyectadas como recurso escenográfico a muchos nos resultó algo novedoso. ¿En qué consiste?

J.W.: La técnica es la de papel calado o papercutting y es bastante antigua. El trabajo con siluetas tiene sus orígenes, principalmente, en China y Japón. Yo siempre me sentí muy atraída por estos lenguajes y fue algo que apareció de manera muy intuitiva y se fue desarrollando en mis trabajos. Así como Eleonora trabajaba en sus obras con el “doble” y yo con la “sombra” de manera más artística, al encontrar este libro de un naturalista, encontramos el punto de partida para trabajar juntas.

El trabajo de retroproyección de esos calados de papel y siluetas es una mezcla de teatro de sombras y el siluetado francés del siglo XVIII. La estética de lo realizado para la obra está pensada en relación al libro, que fue escrito en 1814. Las referencias y lenguajes se combinan un poco elementos de la época del Romanticismo.


Trabajo con retroproyecciones en El hombre que perdió su sombra - Teatro Nacional Cervantes

Otra cosa interesante de las retroproyecciones es que no se ve porque siempre estamos atrás, en el Cervantes estábamos al fondo casi tocando la pared. Y quisimos mostrar todo este mundo que se desarrolla detrás de la pantalla. En todos los casos lo que hicimos fue trabajar con dos retroproyectores. Yo estoy en uno, que es como la mitad del relato, y en el otro está Gisela Cukier. Juntas vamos sincronizando todo el trabajo escenográfico que se ve por detrás. Son todos papeles que para cada escena están acomodados en diferentes cajas, con filminas y gelatinas de color. Todo está hecho calado en papel y los colores que aparecen, aparecen en estas gelatinas que se usan para iluminación. Y lo vamos haciendo en vivo. Nos vamos mirando entre las dos y cuando tenemos algunos textos que nos indican que ahí comienza la imagen, porque nosotras no vemos nada, está completamente oscuro en la parte de atrás del escenario; entonces nos vamos guiando por los sonidos, por la música y por algunas palabras de texto y guion que nos dan el pie para poner nuestras ilustraciones.


Trabajo con retroproyecciones en El hombre que perdió su sombra - Teatro Nacional Cervantes

-¿Cómo fue el proceso para darle forma a la obra?

E.C.: A partir de la propuesta de la novela de Adalbert von Chamisso le dije a Johanna “vamos a llamarla El hombre que perdió su sombra, hagamos una versión libre, tengamos toda la libertad.” Si bien los nombres de los personajes son los de la novela hay personajes unificados, el final es distinto, hay una gran versión hecha. También que sea de 1814 permite que uno pueda toquetearla, no hay que remitirse tal cual a lo que es. Eso fue lo primero, con Johanna, saber que Axel iba a estar. El tema del armado del equipo, que era Johanna y Axel. A partir de ahí empecé a armar la novela y después convoqué a Ricardo Sica en luces y a Paula Molina en vestuario porque ya venía trabajando con ellos hace bastante. Cuando empecé a escribir ya tenía pensados algunos personajes. Sabía que quería trabajar con elementos del humor, con lo melodramático más al final, con el lado más sensible, de la emoción. Quería trabajar con bailarines, siempre había trabajado con bailarines y el movimiento. Algunos personajes ya los tenía en mente cuando escribí, si bien no estaban confirmados y luego se confirmaron. Fue como un ida y vuelta, había una estructura dramática que ya la tenía. Vino la convocatoria final del equipo, mientras seguía trabajando en la dramaturgia con charlas con Johanna y con Isol. También el tema de la escenografía. En el Cervantes teníamos que presentar todo el anteproyecto. Nosotros lo presentamos en diciembre y empezamos con los ensayos con el elenco en marzo, que fue un montaje de dos meses. Ahí terminé escribiendo el final. Sabía que iba a ser distinto a la novela, que el personaje tenía que volver a tener su sombra, por una cuestión de esperanza y optimismo, pensando también en una audiencia infantil.


El hombre que perdió su sombra - Teatro Nacional Cervantes

El proceso fue un poco ese. También los aportes de los chicos. Había dos bailarines. Santiago Otero Ramos, el protagonista, es actor, músico, y también ha hecho mucha comedia musical; los demás vienen del clown. Así que fue unificar un poco a ese elenco en relación a lo que pedía cada escena y lo que yo ya sabía que el personaje podía dar.

Hicimos dos meses de ensayos todos los días, con las retroproyecciones, con los músicos, y con los bailarines y actores. Así que estuvo buenísimo porque ahí fuimos viendo todo este ensamble interdisciplinario.

J.W.: El trabajo de los ensayos con todo el equipo fue, la verdad, completamente mágico. Cada uno fue aportando su trabajo personal pero fue realmente una construcción grupal donde fuimos trabajando por escenas. Eran ensayos donde íbamos entre todos descubriendo cómo se resolvía cada escena a partir de propuestas que nosotras imaginábamos.


El hombre que perdió su sombra - Teatro Nacional Cervantes

-Al poco tiempo de estrenada la obra ya era todo un acontecimiento cultural, muy difundida y recomendada de boca en boca. ¿Qué recursos técnicos y artísticos fueron puestos en juego para lograr una producción de esa calidad?

J. W.: En principio el Cervantes nos dio una oportunidad enorme de recursos técnicos, personal y estructura, para poder interpretar lo que nosotras queríamos hacer. Había una pantalla de dimensiones muy grandes que yo nunca había utilizado. Una pantalla de diez por doce metros más o menos. Cada uno en su área pudo tener todo lo que necesitaba para poder trabajar de manera muy técnica y tener todo a disposición para que eso pudiera funcionar. La experiencia de todo el grupo entero sabiendo que cada uno ponía su parte creativa pero que después respondía a esa calidad en las necesidades que iban surgiendo fue lo que hizo que se llegara a ese punto. Y también, más allá de la calidad técnica, hay muchos componentes analógicos que van sucediendo en vivo con la sincronicidad de todas esas áreas que hace que sea algo mágico, no tan técnico.

En relación a los recursos técnicos, se usan dos retroproyectores viejos. La mayoría de las proyecciones se hacen en vivo, salvo algunos videos que se tuvieron que filmar previamente, pero todo sucede en el momento. Hay algo todo el tiempo de que pueda fallar ese sistema y eso hace que sea tan cálido también.

Trabajamos dos meses de ensayos y hubo todo un cronograma estipulado por el Cervantes; en qué momento se entregaba la escenografía, en qué momento el vestuario. Como se fue presentando todo eso, ese proceso creativo fue muy interesante para mí porque fue mi primera experiencia teatral y esa escala. Tuvimos mucha libertad también, un espacio muy lindo para sentir que una realmente podía hacer lo que tenía en mente y eso iba a ser bajado desde un lugar técnico. Así que, eternamente agradecidas por este espacio.

-El equipo que intervino en la creación de El hombre que perdió su sombra es un verdadero seleccionado artístico. ¿Qué nos pueden contar sobre el trabajo con Axel Krygier y la colaboración de Isol Misenta?

E.C.: Johanna y yo convocamos a Isol, una vez estando en el Cervantes, para que tuviéramos la mirada de ella que es la que sabe trabajar con infancias. Axel, Johanna y yo no habíamos trabajado con infancias, ninguno de los tres estábamos en ese género. Así que era tener su mirada. Lo que hicimos con Isol fue tener charlas y ella aportaba unas ideas re lindas, que después las bajé a papel. Y también lo que aporta Isol, que canta hermoso, es la voz de Fanny porque Griselda Montanaro, que hace el personaje de Fanny, es bailarina pero no es cantante. Entonces el Vals de Fanny, que compuso Axel, lo canta Isol. O sea que Isol en la obra está como colaboradora dramatúrgica y en la voz de Fanny. Así que está siempre presente con nosotros.


El hombre que perdió su sombra - Teatro Nacional Cervantes

Axel, sí claro, es un genio. La verdad es que el compromiso de él fue desde antes de empezar. Si bien con Johanna dijimos vamos a hacer algo juntas, a partir de ahí lo convocamos pero sin todavía estar en el Cervantes. Empezamos a armar el proyecto para presentarlo en el Cervantes, o en otro lugar, y ahí ya Axel se copó, le interesó. Así que estamos desde el principio y su compromiso es desde el día cero. Era muy estimulante tenerlo en los ensayos, siempre estaba. Él aparte de la dirección musical, compuso la música y la letra de las canciones de la obra.

-¿Cómo es la experiencia con una audiencia tan amplia, como es la de esta obra?

E.C.: Es una obra con la que tenemos la responsabilidad y el orgullo de que sea una experiencia teatral para muchas personas, tanto adultas como niñes. Y también, al haber hecho funciones accesibles para gente con discapacidad visual, y también de la comunidad sorda, nos conmovió muchísimo. Salieron muy felices, nos han agradecido mucho. Esto lo digo porque nos pasó realmente. Tener la responsabilidad de ser una de sus primeras experiencia teatrales es hermoso no solo para nosotros sino también para el teatro, porque creo que eso es algo que queda como un lugar feliz, un momento feliz, en el que el teatro capta nuevas audiencias. Eso me conmueve y me da mucha felicidad.


Función accesible de El hombre que perdió su sombra - Teatro Nacional Cervantes

-¿De todos los personajes con cuáles se encariñan más chicas y chicos?

J.W.: Me parece que todos los personajes tienen distintos momentos en los que aparecen como más protagonistas. Peter es el que lleva el relato de toda y el que interactúa de alguna forma con el resto, pero a la salida del Cervantes estábamos una hora en el foyer saludando a todos los chicos y todos se querían sacar fotos con todos los personajes, interactuaban con todos. Cada uno tiene su potencial y su relación con los chicos. También, surgían muchos cuestionamientos, muchas preguntas; ¿por qué la sombra es así? El Hombre de Gris, que se supone que es el personaje más malo, es también súper adorado por los chicos. Cada personaje interpela de una forma diferente pero creo que se encariñan con todos. La idea era es poco que no queden encasillados y un poco en la respuesta al final, en la canción entre todos, es que no hay buenos o malos, no hay mejores o peores, todos tenemos una parte de oscuridad y una parte de luz. Es como no terminar de cerrar a cada personaje con una cosa sino la complejidad de cada uno y la relación, y la interacción, entre todos.


El hombre que perdió su sombra - Teatro Nacional Cervantes

-Recientemente se anunció que la obra El hombre que perdió su sombra resultó ganadora del primer premio, en la categoría Artes Escénicas: Teatro Musical y Teatro Infantil, de los Premios Nacionales 2020. ¿Cómo recibieron la noticia, teniendo en cuenta lo que representa este reconocimiento en el ámbito cultural de nuestro país?

E.C.: Fue una alegría gigante para los cuatro. Para mí fue triple porque es en la categoría artes escénicas, que es mi metier. Así que es una gran satisfacción, no me lo esperaba. Es hermoso, para mí lo más lindo es que es a la obra, más que a la persona. En teatro, en las escénicas es un trabajo de equipo. No es de uno solo, no es individual. Así que para mí el premio más hermoso es siempre a la obra, cualquier premio que sea siempre a la obra. Ser parte de eso es de mucha satisfacción y también de mucho agradecimiento. Saber que uno hizo un trabajo que aportó al patrimonio cultural de un país es de mucha dicha.

J.W.: La verdad es que es un honor recibir este reconocimiento en este momento en el que volvemos a presentar la obra. De alguna forma el reconocimiento de toda la gente que vino a ver la obra, de las funciones accesibles, todo lo que se fue haciendo siempre fue muy correspondido. Sentimos que la obra nos dio mucho, así como todos dimos mucho para que esto se haga de esta forma. Todos los que pertenecemos a esta obra entendemos lo que fue realizar algo con poco tiempo y con tanto amor, y que todo eso haya sido correspondido con estos reconocimientos. Tanto el del público en todas las funciones como el de este premio que nos llega ahora es enorme. Es mucho más de lo que uno podría imaginar y estamos súper felices de que la obra haya llegado a este punto, de un aporte cultural que sentimos que estamos haciendo y nos enorgullece que nos hayan dado la oportunidad y este reconocimiento. La verdad es muy hermoso.

-¿Qué les gustaría para El hombre que perdió su sombra, pensando hacia adelante?

J.W.: Nos encantaría poder girar con la obra por todo el país y llevarla a diferentes teatros. Nos parece que es una obra que cada vez que se presenta la gente queda fascinada y hay mucho para trabajar en todas la edades. Es una obra que también se utiliza mucho como disparador para trabajar en las escuelas. Nos parece que este reconocimiento junto con la posibilidad de llevar la distintos lugares del país sería algo hermoso también.


El hombre que perdió su sombra - Teatro Nacional Cervantes

Eleonora Comelli

Es directora, coreógrafa y dramaturga en Artes Escénicas. Con su ópera prima Domingo (2007) participó en festivales nacionales e internacionales como FIBA; Festival Mercosur, en Córdoba; Festival de Danza Contemporánea Bs As; Nuevas Tendencias, en Mendoza; El Cruce, en Rosario, y el Circuito Nacional de Teatro en Ushuaia, entre otros. Su segunda obra Linaje (2010), fue distinguida en la terna a mejor coreografía en los premios Trinidad Guevara labor 2010 (GCBA). Con Que azul que es ese mar (2014), participó del Festival Internacional de Buenos Aires FIBA 2015, Escena 70, Festival de Danza Contemporánea de Bs As, del Selectivo Caba INT y fue distinguida por los Premios Teatro del Mundo.

Él. Dirección y adaptación de la novela de Mercedes Pinto (1926). Teatro Payró (2018).

El hombre que perdió su sombra. Dirección (compartida con Johanna Wilhelm), adaptación de texto y coreografía. Teatro Nacional Cervantes. Sala María Guerrero (Mayo 2018 y reposición Mayo 2019). Cuenta con elogiosas críticas además de haber sido nominada y distinguida con varios premios nacionales Premios ACE, Premios Hugo, Teatro del Mundo y, recientemente, el Premio Nacional 2020 en la categoría Artes Escénicas: Teatro Musical y Teatro Infantil, otorgado por el Ministerio de Cultura de la Nación.

El Porvenir (Sala Martin Coronado, Julio 2019) Obra comisionada para el ballet de Danza Contemporánea del Teatro San Martín. Idea, dirección, dramaturgia y coreografía (con Gabriel Contreras).

Es miembro del Lincoln Center Theater, Directors Lab 2017, Nueva York. Jurado del Festival Internacional de Buenos Aires FIBA 2018, obras nacionales estrenadas. Jurado del Certamen Hugo del Carril 2017 y 2018 . Participó en Ciudanza 2015 realizando un taller-montaje y en 2016, gracias a Iberescena, realizó una residencia de creación en el festival FITSA de Puebla, Mexico. Fue tutora del programa Laboratorio PRODANZA 2016 . Es docente del CC 25 de Mayo y del Programa cultural en barrios del gobierno de la Ciudad de Bs As.
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Realizó seminarios en España, Reino Unido y Perú. Directora invitada a dictar clases en la cátedra de "Dirección y lenguajes escénicos" Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Integra el equipo de investigación "Cine y Danza" Universidad Nacional de las Artes (UNA).

Es Licenciada en Composición Coreográfica por Universidad Nacional de las Artes (UNA). Estudió "Puesta en escena y dirección" con Ruben Szuchmacher y Graciela Shuster. Realizó seminarios con: Hans Thies-Lehmann (Alemania), Guillermo Calderón y Trinidad González (Chile), Helena Katz (Brasil), Bettina Holzhausen (Suiza) y Ana Duran/Sonia Jaroslavsky "Formación de formadores de espectadores". Mauricio Kartun, Ariel Barchilon, Javier Daulte, Jaime Chabaud, Gustavo Ott, Marco Antonio de La Parra, Victor Viviescas, Sergio Blanco y Patricia Suarez Clases magistrales: Seminario "La palabra en escena", Buenos Aires 2015.

Johanna Wilhelm

Es ilustradora, diseñadora y artista plástica.

Egresada de la carrera de Diseño Gráfico de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se desempeñó como docente de Diseño II de la cátedra Gabriele.

En sus exposiciones individuales destacadas encontramos la muestra Sombras alrededor, en Galería Mar dulce; De repente la oscuridad, junto a Alejo Petrucci en ThisIsNotaGallery; Soñé que dormía, en Galería Santa, Herbarios, Investigación y desarrollo, en Abra Galería.

Participó también de muestras colectivas en galerías como Mar dulce, Sudestada, y Flora.

Realizó obras comisionadas para la muestra AMOR y Leopoldo Marechal, en la Casa Nacional del Bicentenario.

Editó su primer libro con ilustraciones realizadas en papercut: Amarillo limón el Sol, para Periplo ediciones y actualmente ilustra libros para la editorial Alfaguara.

Colaboró con numerosos músicos en artes de disco, puesta en escena con proyecciones animadas en vivo y videoclips. Sobresalen las colaboraciones con Sima, El Hipnotizador Romántico, Juana Molina o Tálata Rodríguez. También participó de la última edición de Bellos Jueves junto a Two Mirrors en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Fue oradora de la edición 34 del Pecha Kucha Night compartiendo su trayectoria en el papercutting.

Como artista de papel calado colabora en otros proyectos, como campañas de moda, publicidad e instalaciones.

Dicta talleres de experimentación con papel en su estudio y otros espacios como galerías, festivales y museos.

Dirigió e hizo la escenografía y vestuario de la obra El hombre que perdió su sombra, en el Teatro Nacional Cervantes, en la sala María Guerrero, y realizó escenografía y proyecciones para La enamorada, dirigida por Guillermo Cacace e interpretada por Julieta Venegas.

Participó en la exposición del Centro Cultural Kirchner Piazzolla 100 años con la instalación Tempestad.

Foto de portada: El hombre que perdió su sombra - Teatro Nacional Cervantes

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