Jorge Luis Borges, vigencia inalterable
La Secretaría de Cultura homenajea a uno de los escritores argentinos más importante de todos los tiempos y una de las grandes figuras de la literatura en lengua española del siglo XX, a 39 años de su muerte.
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo nació el 24 de agosto de 1899 en el barrio de San Nicolás, Ciudad de Buenos Aires. Hijo de Leonor Rita Acevedo Suárez y Jorge Guillermo Borges, en 1914 la familia se trasladó a Suiza para que su padre se sometiera a un tratamiento oftalmológico con la esperanza de detener la ceguera, y en 1919 se mudó a España hasta su regreso a Argentina en 1921.
Escritor, poeta y ensayista, participó con Macedonio Fernández en la fundación de las revistas Prisma y Prosa, y firmó el primer manifiesto ultraísta reclamando el territorio del campo literario para los creadores más jóvenes, desbordantes de creatividad y representantes de la mentalidad del nuevo siglo. En 1923 publicó su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires, y en 1935, Historia universal de la infamia, compuesto por una serie de relatos breves, utilizando este formato en publicaciones posteriores.
En 1930, la escritora Victoria Ocampo fundó la revista Sur, en cuyas páginas se publicaron artículos de destacados autores nacionales e internacionales, entre los que brilló Jorge Luis Borges. Por intermedio de Victoria Ocampo Borges conoció a Adolfo Bioy Casares, con quien publicó diversas obras en colaboración, como Antología de la literatura fantástica.
En 1944 se editó Ficciones, uno de los libros fundamentales de su obra. Se trata de una colección de cuentos, la mayoría de los cuales ya habían sido publicados en un libro anterior o en diarios y revistas. Cinco años más tarde, en 1949, publicó El Aleph, otra hazaña literaria. Como el anterior, el libro es una colección de cuentos ya publicados a los que se suman algunos inéditos. Ambos constituyen las obras más importantes de su carrera literaria.
Fue bibliotecario, conferenciante y profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires (UBA); presidente de la Sociedad Argentina de Escritores; miembro de la Academia Argentina de las Letras y director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno desde 1955 hasta 1974. En 1961 compartió con Samuel Beckett el Premio Formentor, otorgado por el Congreso Internacional de Editores. Desde 1964 publicó indistintamente en verso y en prosa.
Publicó casi una decena de libros de poemas, entre ellos, El otro, el mismo; Elogio de la sombra; El oro de los tigres; La rosa profunda y La moneda de hierro. Pero Borges nunca abandonó la prosa. Publicó El informe de Brodie y El libro de arena, y continuó escribiendo cuentos y prólogos. Una de las aventuras que emprendió para no rendirse a la ceguera fue el estudio del inglés antiguo y de literatura medieval.
En uno de sus poemas escribió: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”. Esa pasión por la lectura se evidenciaba en la biblioteca personal que el autor conservaba en su casa. “Su gran biblioteca fue la que heredó de su padre, que venía de su abuela inglesa. Allí conoció a muchos autores. En su biblioteca personal, además, no solo había ejemplares de literatura sino, sobre todo, de filosofía, religión, astrología, matemática y ciencias. Tenía una gran curiosidad”, compartió María Kodama, especialista en literatura y compañera del escritor.
Tampoco importó la fama como un valor al que aferrarse, disfrutando de los momentos simples de la vida: “Ya no considero inalcanzable la felicidad como me sucedía hace tiempo. Ahora sé que puede ocurrir en cualquier momento, pero nunca hay que buscarla. En cuanto al fracaso y la fama, me parecen irrelevantes y no me preocupan. Lo que quiero ahora es la paz, el placer del pensamiento y de la amistad. Y aunque parezca demasiado ambicioso, la sensación de amar y ser amado".
Jorge Luis Borges falleció el 14 de junio de 1986 a causa de un enfisema pulmonar. Sus restos descansan en el cementerio de Plainpalais, en la ciudad de Ginebra, Suiza. Sobre sus últimas horas, Adolfo Bioy Casares relató en su diario: "Me consuelo pensando que Borges no murió solo. Estaba con María y dos amigos, Bernès y Bianciotti. Bernès me refirió que Borges sintió la muerte quince días antes: 'Ha llegado. Está aquí'. Le pregunté si la había descrito. 'Sí, dijo que era algo externo, rígido y frío'. Luego se repuso un poco y Bernès lo grabó cantando 'La morocha' y otros tangos. En la grabación, Borges ríe con la risa de siempre".
Además, agregó: "Murió en una casa alquilada cerca de la Grande Rue. Estaba muy contento en esa casa y dijo que le hubiera gustado vivir allí cuando era joven y vivía cerca de la iglesia rusa. La casa no tiene número; la calle no tiene nombre pero tiene llave, que es también la de la casa". En su lápida aparecen siete guerreros con espadas rotas y una frase del poema que recitaba Borges en los últimos días sobre la batalla de Maldon ocurrida en 991: “Y que no temieran”. Palabras que resumen su espíritu pujante y su creatividad, que dejó en su gran obra literaria como herencia invaluable para toda la humanidad.