"Invertir la escena": arte y protesta social a los dos lados de la Cordillera
En esta entrevista, los curadores Fernando Farina y Soledad Aguirre recuperan memoria sobre acciones político-artísticas que fueron parte de la resistencia a las dictaduras de Chile y Argentina. La muestra se puede visitar hasta el 12 de noviembre
A 50 años del bombardeo del Palacio de la Moneda en Chile y a 40 de la recuperación de la democracia en nuestro país, la muestra “Invertir la escena” en el Centro Cultural Kirchner viene a contradecir la creencia de que hubo una total pasividad de nuestros pueblos frente a los sangrientos dictadores. La resistencia existió y el arte fue importante para sortear la censura y la represión.
Con curaduría de Soledad Aguirre –investigadora del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile– y Fernando Farina –curador, crítico y profesor de arte contemporáneo de la Argentina–, la exposición aborda algunos acontecimientos artísticos de impacto social y político paradigmáticos de los últimos cincuenta años de uno y otro lado de la cordillera.
La muestra tiene como protagonistas a artistas y colectivos que realizaron acciones de denuncia “con la intención de intervenir (e invertir) el silencio que había impuesto la violencia de estos regímenes”, como dice el texto curatorial.
En los distintos espacios del piso 4 del Centro Cultural se despliegan así afiches callejeros de movimientos y partidos políticos contra el indulto y el FMI, fotos y videos en pantallas gigantes de acciones político-artísticas que a su vez dialogan con instalaciones y obras plásticas, siempre denunciado la violencia, el hambre, la impunidad y reclamando memoria, verdad y justicia.
“Decimos… que el trabajo de ampliación de los niveles habituales de la vida es el único montaje de arte válido”, rezaba un volante que integrantes del C.A.D.A. (Colectivo de Acciones de Arte) lanzaron en 1981 desde 6 avionetas en los barrios de Santiago de Chile como parte de la acción “Ay, Sudamérica”. Los materiales del C.A.D.A. y del Colectivo Mujeres por la Vida (1983-1989) de Chile son sin duda de los aportes más interesantes a la muestra provenientes de las colecciones del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile.
Estos videos, fotografías, material gráfico y de prensa chilenos se presentan en el guion junto a obras de emblemáticos artistas argentinos, como León Ferrari, Graciela Sacco, Fernando “Coco” Bedoya y Juan Carlos Romero, entre otros, que se encuentran en colecciones públicas y privadas de la Argentina.
Precisamente, De Bedoya se destaca una obra interactiva sobre el FMI: en una serie de pizarras que tienen como títulos “+ Deuda – Futuro”, el público puede escribir con tiza un texto alusivo. “Aquí se respira lucha”, “La libertad se acaba”, “Por el derecho a vivir en paz”, “Vengo a proponer un sueño” son frases que conviven con mensajes contra Bolsonaro y Milei, entre un popurrí de reflexiones que despierta la exposición.
El conmovedor recorrido de “Invertir la escena” es un trabajo conjunto de Aguirre y Farina como curadores. En esta entrevista se explayan sobre el arte como modo creativo de expresar la protesta.
― ¿Cómo surgió la propuesta de la muestra “Invertir la escena”?
― Soledad Aguirre: La propuesta de la exposición “Invertir la escena” surgió a raíz de extensos diálogos que sostuvimos a lo largo de los años con Fernando Farina. Esto nos motivó a crear una exposición que, en primer lugar, permitiera dar a conocer una parte del acervo del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago, específicamente el Archivo del Colectivo de Acciones de Arte (C.A.D.A). Este punto de partida nos brindaba la oportunidad de explorar sobre un momento crucial del arte chileno durante la dictadura civil-militar, y así reflexionar no solo acerca de la trascendencia del C.A.D.A en este contexto, sino también a establecer un diálogo con otras piezas del Museo, como también con obras realizadas por artistas argentinos y argentinas que abordaron temas similares durante la dictadura que vivieron, y los años posteriores. Estábamos conscientes que nos íbamos a encontrar con convergencias y singularidades según cada contexto, tanto políticas como artísticas, lo cual nos resultaban aún más interesantes poder reunirlos en un espacio como el Centro Cultural Kirchner.
En segundo lugar, queríamos que la exposición estuviera dentro de la programación de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en Chile y los 40 años de la restauración de la democracia en Argentina. Creemos que son instancias que permiten potenciar ciertos cruces y generar interés en momentos donde vemos que hay una clara crisis política y social en el mundo entero que pone en tensión la memoria y su relevancia en nuestro presente. Por ello, consideramos que desde nuestro quehacer es esencial continuar generando espacios de discusión para seguir pensando cómo nos relacionamos con nuestra historia, memoria y entorno, y así gestionar nuestra vida colectiva en democracia.
― La historia de los nuestros países tiene muchos puntos de contactos pero también muchas divergencias. ¿Cómo se logró la cohesión en el guion curatorial?
― SA: La curaduría se articula a partir de un periodo determinado; las dictaduras civiles-militares durante las décadas de años 70-80’ en ambos países, aunque decidimos no limitarnos a un enfoque cronológico, lo que explica la presencia de obras que fueron creadas después del fin de estas dictaduras. El objetivo principal es suscitar reflexiones sobre las continuidades y derivas relacionadas con las maneras en que se plantearon conceptual y visualmente ciertas obras y manifestaciones artísticas, algunas de ellas, con un claro carácter de resistencia ante estos contextos.
Desde este marco de acción, abordamos principalmente la relevancia del rol desempeñado por las mujeres en la lucha contra las dictaduras, el espacio público como lugar de resistencia, la importancia de la colectividad y la interacción entre arte y ciudadanía, pero también aspectos poéticos, como la representación de la ausencia de los cuerpos en el caso del “Siluetazo”, “No me olvides” de Mujeres por la Vida o la Cueca Sola de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Chile.
A su vez, se pensó curatorialmente en un despliegue visual que fuera más allá de la exhibición de archivos. Optamos por una puesta en escena menos convencional, lo que implicó una museografía distinta para la manera en que suelen exhibirse ciertas obras, como sería el caso del C.A.D.A, en que se decidió proyectar algunos de sus vídeos en gran formato, algo que no se había visto antes. En este sentido, uno de los desafíos fue lograr un equilibrio entre archivos y piezas que fueron pensadas para la calle en un montaje que permitiera al público conectarse desde diversas aristas con la exposición.
― Varias de las piezas argentinas exhibidas provienen más del ámbito formal de las artes que de la calle, si es que se puede decir así. ¿Fue intencional?
― Fernando Farina: Cuando nos propusimos el cruce de producciones, pensamos en alternativas para no realizar la típica muestra de archivo que suele parecer un libro desplegado en paredes y vitrinas. En ese sentido, sin dejar de lado registros de obras que nos parecían fundamentales hicimos hincapié en presentar algunas de las intervenciones de una manera distinta. En general se trata de obras que los propios artistas hicieron circular de distintas formas. De allí que cuando enunciamos la propuesta expositiva advertimos que “Invertir la escena” plantea un recorrido sobre propuestas de ransformación de la escena del arte y su relación con la ciudadanía, que en ocasiones implicaron activar la calle, pero también funcionaron como medios de comunicación alternativos. En ambos casos se convirtieron en herramientas clave para sortear la censura y la represión, y recomponer los vínculos sociales.
Es importante señalar que sobre todo varios artistas argentinos utilizaron medios de los más diversos, y sus acciones podían funcionar a través del correo, las intervenciones callejeras y también los museos o las galerías de arte. En ese sentido, la decisión fue mostrar variantes que están totalmente naturalizadas, ya que todo espacio puede ser apropiado para plantear un mensaje disruptivo.
― Una de estas obras, es la de Fernando “Coco” Bedoya sobre la Deuda externa. ¿Con qué sentido se incluyo esta pieza participativa?
― FA: Esta pieza es un original que el propio artista ofreció incluir por tener total vigencia en un momento donde la deuda aparece como una de las formas de sometimiento más grandes para los gobiernos que se encuentran dependiendo de las políticas que fija en el FMI, las cuales funcionan como recetas que no piensan en la mayoría de la población sino en índices económicos.
― ¿Qué obras y artistas chilenas participan de la muestra?
― SA: Las obras chilenas presentes en "Invertir la escena" son parte de las colecciones del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile. Entre ellas, destacan algunas piezas procedentes del Archivo Colectivo de Acciones de Arte (C.A.D.A), que abarca una variedad de formatos como fotografías, afiches, vídeos y documentos que testimonian las acciones llevadas a cabo entre 1979 y 1985. Fue fundado por la artista visual Lotty Rosenfeld, el artista visual Juan Castillo, la escritora Diamela Eltit, el poeta Raúl Zurita y el sociólogo Fernando Balcells.
Es importante destacar que la donación de este archivo fue posible gracias a las gestiones de la Red Conceptualismos del Sur (RedCSur). La relevancia de esta donación testimonia como el C.A.D.A afectó de diferentes maneras el escenario artístico chileno, siendo sus integrantes hasta el día el día de hoy importantes referentes en sus disciplinas como también en el campo cultural latinoamericano.
Entre las acciones más emblemáticas se encuentra el "NO +", realizada en 1983, en la que invitaban a las personas a completarla con las diversas demandas que tuvieran. La capacidad de convocatoria y diseminación que logró esta acción ha perdurado en el tiempo, siendo retomada en diferentes situaciones hasta la actualidad.
El concepto de colectividad fue esencial para el C.A.D.A y sus acciones involucraron la colaboración con otros artistas, como Hernán Parada, Luz Donoso, Julia Toro y Cecilia Vicuña. Esta última artista, ganadora del León de Oro en la Bienal de Venecia de 2022, también se encuentra en la exposición con una colaboración que hizo con el C.A.D.A en el marco de la acción "Para no morir de hambre en el arte" en 1979, realizando una acción paralela llamada "Vaso de leche" mientras residía en Bogotá, Colombia. Además, los miembros fundadores del C.A.D.A se involucraron en otras organizaciones, como Lotty Rosenfeld, quien formó parte de Mujeres por la Vida, colectivo que también tiene papel protagónico en la exposición a través de registros y vídeos de sus intervenciones.
Mujeres por la Vida, fue un colectivo unitario formado por mujeres de diversas profesiones y posiciones ideológicas que surge en 1983. Su objetivo era el retorno de la democracia y la plena vigencia de los derechos humanos como también reivindicar el papel de la mujer como agente político activo, a través de acciones relámpago de denuncia y marchas públicas pacíficas con el propósito de reconstruir los lazos sociales, convocando a la unidad y al apoyo colectivo. Una intervención que tuvo varios momentos fue “No me olvides” en la que marchaban portando siluetas de detenidos desaparecidos por el centro de Santiago, esta intervención desde muchos ámbitos recuerda al “Siluetazo”, aunque investigando más sobre esta relación no habría habido un contacto directo con lo sucedido en Argentina.
En la exposición, los visitantes podrán apreciar afiches y panfletos realizados por ellas, como también fotografías que documentan estas acciones capturadas por fotógrafos como Marcelo Montecinos, Marcela Briones, Pablo Slachevsky y Luis Navarro, quienes formaron parte de una generación relevante de la fotografía documental en este país, muchos de ellos miembros de la Asociación de Reporteros Gráficos (AFI). Además, de las imágenes se exhiben registros audiovisuales realizados por Pablo Salas y Tatiana Gaviola quienes estuvieron en la calle documentando diversos momentos a lo largo de la dictadura.
También la muestra incluye el registro del bombardeo del Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973* y una colaboración entre el *artista argentino Marcelo Brodsky y el artista chileno Arturo Duclos llamada “Allende pop”. Esta serie de serigrafias realizadas el 2009, presenta el retrato del presidente Salvador Allende, en un estilo que emula las series de Andy Warhol de figuras icónicas de la cultura popular estadounidense. Esta última serie si bien no pertenece a la colección del Museo, fue realizada para una exposición en dicha institución.
― Llama la atención la gran cantidad de afiches callejeros exhibidos que utilizan el arte como recurso para el llamado a la participación. ¿Fue una constante en los dos países en el periodo histórico que abarca la muestra?
― SA: La presencia significativa de afiches es un reflejo de la importancia que estos tuvieron en ambos países durante el período histórico que abarca la muestra, ya que desempeñaron un papel fundamental como herramienta de comunicación y movilización.
En lo que respecta a Chile, los afiches desempeñaron un papel crucial para difundir y denunciar lo que estaba sucediendo en la dictadura civil-militar. La capacidad de los afiches para para llegar a la comunidad de manera directa y su adaptabilidad los convirtieron en una herramienta poderosa para la resistencia y la lucha por los derechos humanos y la democracia. Además, eran también llamados a manifestarse contra el régimen, transformándose en uno de los medios más utilizados, no solo por su potencialidad visualidad, sino también por su bajo costo de producción y su facilidad para ser distribuidos en el espacio público. Dada la rapidez con la que policía los retiraban de las paredes, los afiches circulaban de mano en mano o eran llevados por las propias personas durante las manifestaciones y concentraciones.
Después del golpe de Estado, las ciudades fueron sitiadas por el ejército, y los muros que solían estar cubiertos de afiches y murales fueron pintados de blanco como parte de una política de borrado de cualquier rastro del pasado reciente en un intento de eliminar la disidencia, el cual estaba respaldado por un decreto de ley que prohibía cualquier tipo de iconografía en el espacio público. A pesar de estas restricciones, grupos de personas lograron reunirse y confluir lo gráfico y político convirtiéndose en una herramienta de protesta visual y medio de expresión creativa en el contexto de dictadura, la cual se prolongó durante diecisiete años.
― En un contexto en donde la derecha política pareciera adueñarse de la rebeldía, ¿qué valor tiene esta muestra?
― FA: La propuesta, tal como siempre manifestamos, tiene la intención de mantener viva una memoria de hechos recientes en un tiempo donde es necesario reafirmar los valores para la construcción de futuros proyectos sociales.
Tenemos claro que la democracia está en riesgo permanente y que siempre es necesario construir desde la memoria, la verdad y la justicia para proyectar el futuro. No se trata de un eslogan sino de la necesidad de pensar un país que contenga y contemple las necesidades de todos y todas.
Artistas en exhibición
Rodolfo Aguerreberry, Archivo Vicaría de la Solidaridad, Fernando “Coco” Bedoya, Marcela Briones, Marcelo Brodsky, CADA (Colectivo de Acciones de Arte), CAPaTaCo (Colectivo de Arte Participativo - Tarifa Común), Arturo Duclos, Marcelo Expósito, León Ferrari, Julio Flores, GAS-TAR (Grupo de Arte Socialista - Taller de Arte Revolucionario), Tatiana Gaviola, Eduardo Gil, Guillermo Kexel, Marcelo Montecino, Mujeres por la Vida, Luis Navarro, Juan Carlos Romero, Lotty Rosenfeld, Graciela Sacco, Pablo Salas, Paulo Slachevsky, Progress Film Verleih: Heynoswski y Scheumann, Graciela Taquini y Cecilia Vicuña.
“Invertir la escena” puede visitarse hasta el 12 de noviembrede 2023, de miércoles a domingos de 14 a 20 h. La actividad es gratuita y no requiere reserva previa de entradas.