Presidencia de la Nación

Fabiola Bianco: “Para nosotras romper patrones discriminatorios sigue siendo una cuestión de supervivencia diaria y cotidiana de nuestras vidas”

Fabiola nació en la Provincia de Misiones, estudió Abogacía en la Universidad Nacional del Nordeste y se especializó en Derecho Laboral. En sus más de 30 años de trayectoria en el ámbito público se ha desempeñado en distintas funciones, entre ellas como diputada nacional por su provincia, subsecretaria de Trabajo y Empleo, y presidenta de la Comisión Provincial de Erradicación del Trabajo Infantil. Actualmente es la titular del Honorable Tribunal de Cuentas de la Provincia de Misiones.

A razón de su vasta experiencia y su compromiso personal con la causa feminista, en el Observatorio de Políticas de Género (OPG) la entrevistamos para conocer su historia, y fundamentalmente, la situación que viven las mujeres en su provincia.


¿Cómo fueron los inicios de tu carrera laboral y de qué manera estaban conformadas las estructuras jerárquicas?

Empecé a trabajar en el Estado en 1991 en la entonces Dirección Provincial del Trabajo. Ingresé con 23 años como asesora letrada. En mi opinión, comencé en el mejor lugar y con la mejor edad. En ese momento y en ese lugar aprendí y aprehendí los valores de la Administración Pública, que tienen que ver con la empatía de los servidores públicos con la sociedad. Yo creo que el servicio público es y debe seguir siendo una opción, y siempre trato de predicar este concepto en todos los equipos de trabajo. El día que no entendamos lo que le pasa al otro, hay que retirarse del servicio público.

Más allá de ser mujer, yo trabajaba en un lugar de varones, porque justamente el área de trabajo, fue y es un ámbito fundamentalmente reservado para los varones, y de eso la muestra más grande son los secretarios generales. ¿Cuántas secretarias generales de gremio hay? De hecho, cuando comencé las únicas que habían eran de sanidad y de limpieza, las tareas que el patriarcado nos enseñó que nos correspondían a nosotras por derecho adquirido y por principio originario. Desde muy jovencita empecé a desenvolverme en un mundo de varones. De todas maneras, si tuviera que volver a empezar, elegiría el mismo lugar.

Para nosotras romper patrones discriminatorios sigue siendo una cuestión de supervivencia diaria y cotidiana de nuestras vidas. Algunas tuvimos las oportunidades, yo soy una de ellas, y considero que en la medida que las mujeres en esta época sigamos logrando derechos, con ley de paridad, con ley de violencia contra las mujeres, y con toda la legislación que hoy tenemos a favor, muchas con discriminación positiva, vamos a tener más oportunidades y hay que aprovecharlas.

Asimismo, si me preguntaran a mí, yo te contesto no quiero tener un cupo, quiero tener las mismas oportunidades para acceder al mismo lugar, pero en ese momento cuando se sanciona la ley de cupo era la oportunidad. Hoy con la ley de paridad las cosas sin duda cambiaron.

En este camino que estamos transitando, entiendo que aún me tengo que deconstruir en muchas cosas, porque más allá de que he trabajado en la causa feminista siempre, soy una mujer de 55 años.

¿De qué manera viviste esta transformación que se fue desarrollando en la Administración Pública en materia de capacitación e integración de las temáticas de género y diversidad?

En la Provincia de Misiones en particular tenemos una historia en cuestiones de género vinculadas a una profusa legislación, de la que me siento profundamente orgullosa. Hemos trabajado incansablemente en distintas temáticas y considero que hemos evolucionado muchísimo al respecto.

En el 2002 en el ámbito de trabajo provincial armamos un grupo de mujeres, que en ese momento éramos muy pocas aquellas que nos desempeñábamos en el servicio público. Por el contrario, hoy somos cientos e incluso tenemos intendentas, etc.

Yo formé parte de una lista de diputados y senadores en el año 2005 en donde la mitad éramos mujeres. Hubo un reconocimiento de parte del poder político misionero de que la mujer tenía que participar, integrando de manera igualitaria las listas, y hablamos de más de 15 años atrás, fundamentalmente porque nosotras podemos dar respuestas y generar soluciones desde adentro. Y en nuestro caso, los varones y quien conduce la política misionera también percibieron esas circunstancias.

Por mi parte, en la actualidad converso con muchas mujeres que militan, y siempre les digo que no se trata solo de repetir cantos que son lindos para nosotras sino de entender cuál fue nuestra historia. Primero, hasta hace tan solo 70 años las mujeres no podíamos votar, estábamos prohibidas, y luego en la medida que pudimos hacerlo y comenzamos a ocupar roles con toma de decisiones, pasó este resultado horroroso de que nos empezaron a matar. Hoy el delito que comete un varón contra una mujer tiene nombre y eso ocurre porque se visibiliza.

En esta lucha constante y regular, ahora el desafío es nuestro, por eso creo que nosotras podemos dar soluciones estando adentro. También hoy se nos impone una necesidad de capacitación permanente porque así como nosotras exigimos y tenemos lugares, después tenemos que estar a la altura de las circunstancias. Creo que para muchas mujeres, especialmente en el interior del país, quizás en localidades pequeñas en donde la participación de las mujeres no es tan fácil y tan común, estos patrones culturales no son tan fáciles de romper.

En la provincia venimos trabajando en la causa de la mujer desde hace mucho tiempo, tenemos las ley de paridad desde 2018, pero creo que antes de la norma existieron reconocimientos y ocupamos roles importantes, de hecho, tuvimos dos vicegobernadoras. Sí es cierto que tenemos que demostrar más que los varones, rendir más exámenes y probar que somos confiables. Eso me pone la piel de gallina y a veces me entristece. Si hay una opinión de un varón o de una mujer que están en igual posición jurídicamente hablando o de roles, estoy segura que el varón va a confiar más en la palabra del otro varón y no en la de la mujer.

¿Considerás que existe la idea de techo de cristal?

Sí claro, yo misma como muchas otras mujeres lo he sufrido. Nosotras tenemos la capacidad de pelear por la causa de todas. Ninguna mujer pelea por su lugar o su espacio sola. Eso no es real, nosotras somos y nos entendemos en equipo. Tal vez psicológica o sociológicamente esto obedezca a que somos un grupo que va peleándola desde atrás.

A lo largo de los años he vivido distintas etapas en el Estado, he trabajado en diferentes lugares y en varias ocasiones me han molestado con opiniones y me he sentido discriminada e insultada por el hecho de ser mujer.

Soy una servidora pública pero además soy estudiosa de por sí, porque me gusta prepararme y no improvisar en los temas. Entonces cuando me preparo de esa manera y me toca enfrentarme a un varón que, en la misma situación es preferido por su género y no porque sea mejor que yo, eso sí duele mucho.

¿Sufriste algún tipo de discriminación, falta de respeto o violencia por tu condición de mujer?

Miles de anécdotas, como le debe haber pasado a tantas otras mujeres. Por ejemplo, de muy joven mi jefe me llamaba a su oficina y no paraba de perseguirme, y yo no me sentaba para que no me tocara. Obviamente habiendo transcurrido 30 años y observando esta situación en la distancia, entiendo que en ese momento yo lo naturalicé, porque yo no llegaba a mi casa y se lo contaba a mi familia. Si bien yo sentía esa violencia extrema y ese temor, yo necesitaba trabajar. Eso me pasó a los 23 años.

En otra ocasión, muchos años después, siendo ya una mujer más plantada y con mucha más experiencia, en otro ámbito, mientras daba mi exposición, un varón hablaba. Entonces yo le pedí que dejara de hablar porque me perturbaba el rumor. Al rato, cuando terminé mi presentación, ese mismo varón inició la suya y, textuales palabras en el marco de una reunión que se grababa me dijo: “disculpe por lo que pasó, a mí me gustaría a usted perturbarla de otra manera”. Y yo que venía de ser diputada nacional y con varios años de experiencia como ministra, en ese momento, me quedé sin respuestas, algo que de hecho me reproché a mí misma, el no haber sabido reaccionar con una respuesta que sea contundente.

Estas situaciones no son exclusivas del ámbito del trabajo. Yo soy una mujer que considero que sé defenderme, y más allá del lugar que ocupo, tengo herramientas que fui sumando en mi condición de mujer durante el transcurso y el devenir de mi vida. Sin embargo, la empatía que tenemos las mujeres, hace que siempre pensemos qué le pasa a esas otras mujeres que no tienen las herramientas que tengo yo, y que claramente están en desventaja frente a los varones. Por eso el trabajo que tenemos que hacer todos los días lo tenemos que hacer desde adentro, para poder en el colectivo defender a la inmensa mayoría de mujeres en condiciones de extrema vulnerabilidad.

¿Cómo fue el camino para llegar a un puesto jerárquico como el que ocupás?

Considero que vivo en una provincia en donde ese reconocimiento fue dándose naturalmente, insisto, previo a la sanción de las normas que reconocieron derechos. Desde el 2002 me dediqué a la erradicación del trabajo infantil. Yo formaba parte del Consejo Federal del Trabajo y creamos la primera Comisión de Erradicación del Trabajo Infantil. Después de la crisis del 2001, el trabajo infantil era aún más invisible. Yo empecé a trabajar y concientizar sobre la temática, di muchas charlas en el país sobre esto. Entonces visibilizar nuestro trabajo hace también que los varones que toman decisiones, nos miren y vean.

Estoy convencida que esta preparación, esta capacitación es el punto primordial. Después de todas las luchas y las peleas que han dado las mujeres a lo largo de la historia, ellas se merecen nuestra mayor preparación. Creo que eso es lo que nos tenemos que poner como meta. No se trata de repetir una canción linda del feminismo, sino de representar lo que esa canción significa y significó para esas miles de mujeres que nos precedieron en las luchas. En memoria de ellas que han peleado batallas mucho más duras que las nuestras, y las han ganado, nosotras nos tenemos que capacitar. Es tan importante el legado que nos han dejado que tenemos el imperativo de estar a la altura.

Desde hace unos años SIGEN viene desarrollando actividades en materia de capacitación de género, ¿Cómo trabajan ustedes estas cuestiones?

Cuando llegué a este organismo, hubo una situación de violencia entre un hombre y una mujer pero, en ese entonces, no teníamos las herramientas jurídicas para abordar el tema. En ese momento, lo hicimos con una reglamentación del poder disciplinario, pero a su vez yo quería proteger a esa mujer y no volverla a someter a un proceso en donde intervinieran varones, es decir, armar toda una ingeniería para preservarla.

En el Tribunal de Cuentas de Misiones creamos el año pasado una Comisión de Género y, actualmente, estamos trabajando en un protocolo para el abordaje de situaciones de violencia que se den en el marco del organismo entre compañeros y compañeras. También estamos trabajando en el lactario. Tenemos un edificio nuevo altamente tecnológico, el único del nordeste del país que se maneja con domótica, y mi intención como presidenta del Tribunal es darle contenido a este edificio moderno, en relación a cómo es este espacio y cómo nos relacionamos. En ese aspecto, yo quiero ir a trabajar a un espacio amoroso para varones y mujeres, un espacio donde me sienta cuidada y protegida. Le encomendé a la comisión que trabajara en ello.

Desde tu experiencia como mujer en una posición de jerarquía, ¿cuál es tu visión sobre aquellos sectores en los que aún persisten cuestiones más arraigadas sobre la inclusión de la mujer?

En el país central quizás las cuestiones se miran desde otro lado, pero desde las provincias, será común a muchas, no es tan fácil la participación de las mujeres en los puestos de poder. En mi caso, tengo una historia de trabajo que es lo que me hace feliz. No me resultó sencillo ganarme el lugar, tenía que competir con varones y perdía sistemáticamente. Hay una deconstrucción que estamos haciendo, en la que estoy incluida, porque yo también hasta hoy lucho con conceptos que tengo incorporados. Todo lo que está naturalizado es muy difícil de romper. Los paradigmas sociales, lo que se instala en la sociedad, no se perfora fácilmente.

Con las cuestiones de género pasa lo mismo porque nosotras también tenemos incorporado y naturalizado como sociedad miles de prácticas machistas que vivimos habitualmente por nuestra condición de mujeres.

Yo estoy segura de que si hay una mujer y un varón en la misma posición, frente a otro varón en un cargo jerárquico superior, ¿en quién va a confiar este varón? ¿en la mujer, que se prepara, que se capacita, que le puede recitar el Código Civil, o en un varón, que no sabe ni el preámbulo de la Constitución? Seguramente en el varón.

Esta situación es la que creo hoy estamos deconstruyendo como sociedad. Ya tenemos las normas. Nosotras rompemos los patrones discriminatorios todos los días, porque tenemos que sobrevivir.

¿Qué mensaje le darías a una mujer que comienza a trabajar en la Administración Pública?

Lo primero es confiar en una misma. Yo confié en mí, me animé a hacer cosas y, si dudaba, seguía. Tenemos que hacernos cargo de ocupar los roles que es necesario ocupar. Yo quiero tener oportunidades, no quiero tener cupos. Creo que ese es un concepto que compartimos todas las mujeres. Confiemos en nosotras, animémonos a los desafíos y preparémonos para eso.

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