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"ERRANTE", la ópera prima de Adriana Lestido presentada en Mar del Plata

La reconocida fotógrafa argentina presentó su primera película, con producción de Lita Stantic, en el 37º Fesitval Interrnacional de Cine de Mar del Plata. Una propuesta tan poética como arriesgada que fue aplaudida por el público en todas sus funciones. Para saber más sobre la experiencia de su realización entrevistamos a la directora.


Entre enero de 2019 y mayo de 2020, Adriana Lestido emprendió un viaje, sin compañía ni asistencia alguna, por el círculo polar ártico y por las islas Svalbard, una gélida e inhóspita región que comparten Noruega e Islandia. Durante esos meses la fotógrafa argentina registró, en todo su esplendor, un ecosistema todavía desconocido. En ese desierto blanco, lo inabarcable, lo enigmático y lo melancólico se funden con las elegantes imágenes fijas que se apoderan de gran parte de la película. Si bien por su registro sonoro y visual ERRANTE. La conquista del hogar se acerca al documental observacional, la etiqueta de “documental de exploración” describe, de manera aún más precisa, la auténtica búsqueda de la directora. Es que en cada una de las escenas Lestido transforma la cámara en una herramienta de indagación no solo del espacio, sino también de su propia y solitaria experiencia personal.

ERRANTE. La conquista del hogar

ERRANTE. La conquista del hogar, que participa en la Competencia Latinoamericana del Festival, es una de las producciones más recientes de Lita Stantic y de Maravilla Cine.

-Al ver ERRANTE es un poco inevitable hacer una relación con su libro Antártida Negra, de 2012. ¿En qué momento fue surgiendo está necesidad de hacer un cambio de lenguaje y pasar de la fotografía al cine?

Yo empecé estudiando cine. Amo el cine y soy más espectadora de cine que de fotografía, aunque obviamente amo también la fotografía. En mis trabajos siempre hice ensayos y los trabajé un poco cinematográficamente. Para mí es fundamental la edición y la conexión entre las imágenes. No me interesan las imágenes sueltas sino el relato visual. De hecho la serie Madres e hijas la pensé como un audiovisual. Eran fotos pero lo pensé como audiovisual. Pensaba en la música que iba a acompañar cada historia y es un trabajo que presenté como audiovisual.

Lo que me pasó con la Antártida es que sentí que había llegado a un límite. Podía seguir haciendo trabajos que seguramente iban a estar bien pero yo necesitaba volver a ser aprendiz. Entrar en un lenguaje nuevo que implicara y me exigiera otras cosas. Después quise incorporar el movimiento. Después quiza me interese otra cosa, pero ahora lo que me interesaba era el movimiento dentro del cuadro, que es como yo miro, en general. Por ahí esa manera de entrara en lo que estoy viendo es lo que me permite ver un poquito más.

Yo sabía que quería movimiento, que quería color y que quería sonido. Quería que la música y el sonido del viento, el mar, los pájaros, estuviera. Pero al principio no sabía si este proyecto iba a tarminar siendo una una película o iban a ser proyecciones . Después me fui dando cuenta de que era una película, un todo que se viera de principio a final y transmitiera algo con eso.

Mi necesidad fue estar yo en esos lugares, ver lo que me pasaba y arriesgarme sola. No tener apoyo, producción ni nada. Yo quería libertad total. Lo que me importaba era mi experiencia. Después sí necesité producción y ahí Lita y Maravilla Cine se jugaron por esta película.

-¿Por qué la elección de esos lugares de condiciones tan extremas, algo que tienen en común los proyectos de Antártida y ERRANTE?

En un momento yo estaba haciendo una retrospectiva en Madrid y fui a ver una gran muestra de Miquel Barceló. Había una pequeña sala con unas pinturas todas blancas que correspondían a un período que él había pasado en el Sahara. Era todo muy blanco y sentí que necesitaba ir hacia eso. Me dije, necesito ir al blanco. Necesito ir a un desierto blanco. Y ahí lo de Antártida, que siento que fue como un pasaje en el que cerró algo en mi camino como fotógrafa y que me abrió el camino al cine.

Después sentí hasta fisicamente, estando ya en el Polo Norte, que tenía que hacer algo con movimiento, con sonido, y poder transformarme a través de la comunión con el paisaje en el transcurrir de las distintas estaciones.

-Gran parte de su obra tiene que ver la presencia y la experiencia de la persona. Acá, aunque podemos ver huellas de lo humano, hay una ausencia.

Todo mi primer período, que es el más áspero, como la serie de las presas, tenía que ver con el amor, el desamor, las relaciones. Ya en Madres e hijas empecé a incorporar paisajes. Para mí son claves los paisajes que hay en la serie. Y después hice otra serie que está en mi libro antológico, que por ahí no es tan conocido, que es El amor. Ahí son todos paisajes, hay una presencia de un hombre medio fantasmal pero remite más a una ausencia. El resto son todos paisajes. Y para mí ahí el desafío era poder transmitir y el amor y el desgarro a través de paisajes. Y después ya vino la Antártida donde ya no hay ningún ser humano.

-La película tiene también algo muy estimulante para pensar, que es el título. Esos dos estadíos, la errancia y la conquista del hogar, ¿qué son para usted?

La conquista del hogar es la conquista de la morada interior, del lugar que nos pertence. Yo creo que eso se conquista con la errancia. Con poder soltar el pasado, la carga del pasado, que es por ahí el mayor obstáculo que tenemos para la evolución como seres humanos. Y entonces es errar hasta soltar la raíces. Y desde ese soltar la raíces renacer y acercarme a mi lugar, a mi lugar interior.

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