Las bandas competían por la venta de estupefacientes pero convivían sin confrontar por el territorio, ya que se ubicaban en lugares estratégicos que les permitía evitar los conflictos. Todas tenían una estructura piramidal, es decir, contaban con cabecillas y subordinadas que realizaban cumplían distintas funciones: acopio, comercialización y vigilancia de los búnkers.

Tras diez meses de inteligencia criminal, se identificaron a todos los componentes de las redes criminales, como así también sus conexiones, puntos de venta y distribuciones. Fue así que, además de los arrestos, se incautaron vehículos de alta gama y motos utilizadas para el traslado de sustancias ilegales, armas largas como ametralladoras, escopetas, pistolas, revólveres y gran cantidad de municiones.

Se incautaron decenas de panes de marihuana y de cocaína de alta pureza; cientos de dosis de ambas drogas preparadas para su distribución y comercialización, elementos de corte, balanzas, dinero en efectivo, celulares y documentación que permitirá seguir estudiando posibles conexiones.