Presidencia de la Nación

Consideraciones sobre heridos y muertos con armas de fuego

Prendemos la tele. Vemos el noticiero. Y alguna noticia sobre un hecho violento nos sacude. Una vez más, alguien muere o sale lastimado como consecuencia de un enfrentamiento donde las balas hicieron lo suyo. Pero si prestamos atención, vamos a darnos cuenta que la cantidad de titulares de esta clase va bajando. Gracias a la decisión política del Ministerio de Seguridad y la capacitación para todos los agentes, las cifras de personas muertas y heridas por el uso de armas de fuego va siendo cada vez menor.

El 27 de abril del año pasado los noticieros contaron que había muerto un oficial de policía.
 
Pero no fue una noticia más. 

Fue diferente. Y dolorosa. Tal vez la más dolorosa que se recuerda dentro de las Fuerzas. 

Porque la víctima fue Alan Maximiliano Dolz, un policía de antinarcóticos de la Policía Federal de apenas 21 años. 

No hace falta decir que tenía toda la adultez por delante, que amaba su trabajo, y que por ella daba -y dio, lamentablemente- su vida. 

Hacía tan sólo seis meses que Alan se había graduado en la Escuela de Suboficiales de la Policía Federal y prestaba servicios en el Departamento Tráfico Ilícito de Drogas de la

Superintendencia de Drogas Peligrosas. 

Por él, se decretó un día de duelo nacional. Y su nombre resuena cada vez que se habla de los caídos en cumplimiento del deber: 
"¡Alan Maximiliano Dolz!"
"¡Presente!"

Lo que ocurrió ese jueves fue lo que vemos en muchas películas, pero esto fue la vida real. 

Pasadas las 10 de la mañana, el joven oficial entró a la Villa Loyola del partido de San Martín para hacer tareas de investigación como agente encubierto por una venta de marihuana y cocaína. 

Cerca de las 10.20 horas, Alan y un compañero fueron abordados por tres delincuentes vinculados a los narcotraficantes: Al darse cuenta que no eran del lugar, los increparon y los palparon, descubriendo que llevaba consigo su pistola calibre 9 milímetros. 

Al grito de "¡Sos poli!" empezaron a dispararle. 

El otro policía salió corriendo, y a los tiros logró dispersar a sus atacantes, cargó a Alan en sus brazos y lo llevó en su auto al Hospital Belgrano, donde finalmente murió. 

Su funeral se realizó dos días después en el Cemenerio de la Chacarita. 

No faltó nadie. 

Estuvieron la ministra de seguridad Patricia Bullrich; la subjefa de la Policía Federal, Mabel Franco;  los jefes de Gendarmería Nacional, Gerardo Otero; Prefectura Naval, Eduardo Scarzello, y Policía de Seguridad Aeroportuaria, Alejandro Itzcovich Griot. 

También asistieron las guardias de honor de todas las Fuerzas, la plana mayor de la Policía Federal Argentina y funcionarios del Ministerio de Seguridad. 

Sus familiares, compañeros y amigos estaban profundamente conmovidos, desgarrados, preguntándose aún cómo pudo haber sucedido. Pero aunque no quieran aceptarlo, saben que este es uno de los riesgos que corren todos los días aquellos que eligen cuidarnos y defendernos. 

Esa mañana  del sábado 29 de abril en el Panteón de la Policía, cientos de oficiales lloraron. Y la madre de Alan, entera, comprendiendo que había sido la decisión de Dios, leyó una carta que su hijo había escrito dos meses antes, cuando se encontraba abocado a la lucha contra el narcotráfico. 

La ministra Patricia Bullrich compartió unas palabras con todos los presentes, y entre otras cosas señaló: "Un policía en cumplimiento del deber merece el reconocimiento de todos los argentinos. El agente Dolz luchaba contra quienes quieren destruir el futuro de nuestro país y es un orgullo para la Policía Federal, por eso ha sido reconocido con un decreto de luto en su honor". 

CAPACITARSE PARA NO MORIR NI MATAR 

Uno de los firmes objetivos del Ministerio de Seguridad es reducir cada vez más la cantidad de oficiales y civiles heridos o fallecidos por el uso de armas de fuego, entendiendo por civiles tanto a los cuidadanos honestos y trabajadores como a quienes eligen del camino de la delincuencia. Y como consecuencia, que noticias como la de Dolz dejen de ser titulares en los medios.

La realidad de estos últimos años nos muestra que se está logrando esa meta. 

Y agentes y oficiales de todas las Fuerzas siguen trabajando cada día para que esas cifras bajen aún más. 

Si comparamos los años 2013, 2014, 2015, 2016 y 2017 podemos ver claramente una reducción en el número de víctimas: 

En 2016 los policías fallecidos fueron 22, siendo la cifra más alta desde 2013 hasta ahora. 

Pero en 2017 el número bajó a 7, siendo la cifra más baja desde el 2013. 

En 2014, los policías heridos fueron 178 y en 2017, hubo 42 menos. O sea, 136.

En el 2014 hubo 96 civiles fallecidos. 

Y 38 en 2017. 

Por su parte, los civiles heridos en 2013 fueron 191 y en 2017, 125. 

Estas no son sólo estadísticas. Sino el resultado de la decisión política de trabajar enérgicamente para reducir la delincuencia y aumentar la seguridad de todos los que vivimos en la República Argentina. 

Para ello, la premisa fundamental es la capacitación, para que cada oficial se encuentre preparado en el momento de enfrentar un delito. Y que pueda utilizar un amplio abanico de herramientas antes de usar un arma de fuego. 

Entonces se los prepara en diferentes técnicas, como manejo evasivo, tiro, cuidado personal, entre otras áreas.

TEORÍA Y PRÁCTICA 

Adaptándose a la realidad de cada día, la Dirección Nacional de Formación y Capacitación -cuya responsabilidad primaria es asistir en la elaboración de planes de capacitación y formación, así como programas de entrenamiento especializado- va adaptando los contenidos para que cada agente tenga las mejores herramientas para su trabajo cotidiano. 

Es por ello que a partir del año pasado se vienen realizando algunas modificaciones estratégicas, como el aumento de las horas de cursada, así como de la estructura y plantel de docentes. 

En el transcurso de 9 intensos meses, oficiales y suboficiales ven materias tanto teóricas como de campo, teniendo en cuenta que es fundamental que la formación práctica esté presente desde el inicio del ciclo lectivo, aumentando progresivamente su presencia, hasta culminar en el espacio de la Práctica Profesional propiamente dicha. 

Por lo tanto, se espera que desde el comienzo se organicen actividades tales como: observaciones en el campo profesional, estudio de casos, análisis de situaciones, diseño de espacios de prácticas acotadas, simulaciones, culminando en prácticas profesionales supervisadas.

Entre otros ejes, los contenidos garantizan la incorporación del enfoque desde los Derechos Humanos así como desde la Perspectiva de género, tan importantes hoy en día. 

Otros de los puntos centrales son: 

*la seguridad preventiva, pero con estrategias de control y neutralización del delito complejo y la violencia; 

*el uso racional de la fuerza; 

*la promoción de una vida saludable y del buen estado físico para el desempeño profesional;

*la realización de prácticas de lectura y escritura, para favorecer la reflexión y la comprensión de los contenidos disciplinares;

*la implementación de estrategias para el desarrollo del pensamiento lógico-matemático.

IDENTIDAD PROFESIONAL 

La conducta de los funcionarios policiales no puede reducirse sólo a cumplir las exigencias legales, sino que es necesario también aspirar a cumplir con los requerimientos propios de un Estado Democrático de Derecho. 

La ética social es el fundamento de la ética policial y se basa en el respeto de la dignidad y los derechos humanos. Para ello es necesario tener profundas convicciones y compromisos.

Cada hombre y cada mujer que ingresa a la Fuerza debe preguntarse: 

*¿Qué es ser policía para mí? 

*¿Por qué elegí ser policía?

*¿Qué representa esta elección para mi familia, amigos y conocidos?

Los policías, al igual que los bomberos, son ídolos desde siempre de los más pequeños de la familia. 

Muchos de ellos toman la decisión y, convencidos, ingresan a la carrera. Pero nunca tienen que perder de vista sus motivaciones, su pasión por cuidar al prójimo.

La sociedad espera mucho de cada uno de ellos, sabiendo que son grandes los desafíos que se deben afrontar para garantizar una convivencia pacífica, manteniendo el orden público así como los derechos, libertades y garantías de la ciudadanía. Por ello es que se debe tener una verdadera vocación de servicio. 

El policía debe basar su trabajo en 

*el respeto y cumplimiento de la ley 

*el respeto de la dignidad de las personas

*el respeto y la protección de los derechos humanos 

Por otro lado, deben hacer "uso racional de la fuerza", es decir, deben responder a hechos que pongan en riesgo la integridad de los ciudadanos, en un grado proporcional a la  peligrosidad de esos acontecimientos.

Este es uno de los puntos centrales de la capacitación actual de cada policía. 

Es sabido que su trabajo lo lleva a enfrentar situaciones por demás difíciles y sólo podrán resolverse mediante un adecuado equilibrio entre lo profesional y los valores morales, éticos y espirituales que fortalecen su temperamento. 

MANEJO DE ARMAS DE FUEGO, TIRO Y EQUIPAMIENTO 

El uso de armas de fuego tiene el objetivo de controlar la resistencia violenta agravada de una persona, siendo éste el último recurso cuando no se pueda recurrir a otro nivel de fuerza o no hayan servido los anteriores niveles para solucionar el conflicto. Debe estar debidamente justificado, ser proporcional al nivel de agrasión y ser regresivo una vez que se haya neutralizado la resistencia violenta. 

Conocer las medidas de seguridad en el uso de armas de fuego permite aplicar medidas de prevención y resguardo, con el fin de proteger la vida propia  y la de las demás personas.
Siempre hay que asumir que las armas están cargadas, y así se tendrá mayor cuidado, eliminando toda manipulación indebida. 

No hay que apuntar a nada ni a nadie que no se esté dispuesto a lesionar. 

Tampoco se puede jugar con las armas, apuntando a compañeros ni a objetos inanimados.

En el domicilio, hay que mantener el arma bajo llave y fuera del alcance de los niños. Cuando se guarde por tiempo prolongado, debe descargarse. 
Parecen conceptos obvios, pero es necesario tenerlos muy presentes.

Dentro del curso, cada aspirante conocerá los detalles sobre las diferentes armas así como los accesorios. 

Tendrá una formación práctica basada en intervenciones sobre situaciones reales que van a encontrar en su día a día. 

Pero también estudiará teoría, análisis y psicología.

PSICOLOGIA DEL TIRADOR

Los oficiales que participan en intervenciones policiales en las que se utilizan armas de fuego, deben estar preparados e informados de los factores que pueden influir en su comportamiento, ya que se encontrarán en situaciones de estrés elevado y con la presión de actuar con muy poco tiempo. 

El enfrentamiento armado coloca al policía ante la posibilidad de quedar gravemente herido o de perder la vida, por lo cual no es posible entender una confrontación armada sin hablar de las emociones, pensamientos y sentimientos experimentados en esos momentos críticos. 

En una reacción emocional intervienen: 

*procesos fisioloógicos, que implican modificaciones en el tono muscular, la frecuencia cardíaca y respiratoria, la presión sanguínea, etc

*procesos cognitivos, que van a influir en la evaluación automática de los acontecimientos

*procesos conductuales, como gestos, expresiones faiales, tono y volumen de la voz.

Es fundamental el entrenamiento basado en la simulación de la realidad, el que debe basarse en

*entrenamiento físico 

*técnicas de combate cuerpo a cuerpo y utilización del armamento específico

*entrenamiento psíquico y físico que permita controlar las emociones en situación de estrés, tales como el miedo y la furia, desarrollando la capacidad de anticipación al conflicto para resolverlo y controlando la reacción de nuestro cuerpo.

Un punto funamental, para tener ventaja en cualquier situación y poder anticiparse, es conocer el lenguaje corporal, ya que nuestros gestos hablan por sí mismos, enviando mensajes o señales no verbalizadas. Pero además de saber lo que el cuerpo del policía está transmitiendo a un tercero, conocer el lenguaje corporal le permite saber más al agente sobre lo que está sintiendo quien tiene enfrente suyo: 

Mirar al suelo: no creer lo que se escucha 

Golpear ligeramente los dedos: impaciencia 

Inclinar la cabeza: interés

Jugar con el cabello: falta de confianza en sí mismo

son algunos ejemplos.

Asimismo, se instruye a los agentes sobre cuestiones fundamentales como indicadores que anteceden a una acción hostil y posturas físicas frecuentes antes de un ataque. 

Así es como el Ministerio de Seguridad trabaja, coordinando todas las Fuerzas, para que los heridos y los fallecidos por uso de armas de fuego no sean el centro de los noticieros. 

No se trata de resolver o sancionar luego que los hechos ocurren. Se trata de prevenir, brindando todas las herramientas necesarias, para que los balances sigan dando positivo y ni civiles ni oficiales sean un número más en las estadísticas de nuestro país. 

Consideraciones sobre heridos y muertos con armas de fuego

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