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Argentina y el programa del Transbordador Espacial a 10 años de su conclusión

Múltiples proyectos y experimentos argentinos han volado en distintas misiones del programa del Transbordador Espacial, a lo largo de su historia. Este artículo reúne algunas de las más destacadas acciones realizadas.


El 3 de marzo de 1980, a poco más de un año del primer vuelo del Programa del Transbordador Espacial, comienza la construcción del Transbordador Espacial Atlantis. Sería el cuarto de la flota que NASA planeaba convertir a los vuelos espaciales en una rutina.

Los otros tres transbordadores, Columbia, Challenger y Discovery, habían sido nombrados en homenaje a distintos navíos que habían llevado a cabo importantes expediciones científicas, incluidas circunnavegaciones al globo, estudios de oceanografía y parte de las primeras expediciones a la Antártida. NASA decidió continuar con esta nomenclatura para el cuarto miembro de la flota, y para ello, enfocaron su atención en un velero de investigación marina de la Institución Oceanográfica de Woods Hole (WHOI). Dicha institución, fundada en el año 1930 para que los Estados Unidos participe en un programa mundial de investigación oceanográfica, decidió contratar al astillero danés Burmeister & Wain para construir su primer buque oceanográfico, que termina su trabajo en diciembre del mismo año entregando a la WHOI el buque RV Atlantis. Entre sus navegantes se destacaron los Premios Nobel August Krogh y Selman Abraham Waksman. En 1947 los investigadores Maurice Ewing e Ivan Tolstoy lograron descubrir y detallar la primera llanura abisal a bordo del Atlantis. En sus 33 años en servicio para la WHOI recorrió más de 700.000 millas en 300 campañas realizando múltiples investigaciones con científicos de todo el mundo.

En 1964 fue desafectado del servicio, llamando la atención del recientemente creado Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y se llega al acuerdo de ser vendido por una suma simbólica y el compromiso de ser utilizado para realizar investigaciones oceanográficas. El 18 de enero de 1967 el Dr. Bernardo Houssay, por entonces máxima autoridad del CONICET recibió oficialmente en Buenos Aires al navío, el cual fue rebautizado como “El Austral”. Sin embargo, no navegaría hasta 1970 debido a que eran necesarias ciertas reparaciones. En abril de 1970 inició su primera campaña de investigación. Su actividad se extendió durante ocho años realizando 40 viajes y estudiando perfilajes sísmicos, relevamientos geológicos e hidrográficos entre otros. Pero para 1978, el motovelero quedó inactivo, y su estado de deterioro era tal que se consideró hundirlo, pero la intervención del Centro Nacional Patagónico (CENPAT) impidió esto, realizando algunas campañas de investigación, pero volvería a quedar inactivo a fines de 1985. En enero de 1996 mediante el trabajo voluntario de la Prefectura Naval Argentina fue puesto nuevamente en servicio, y en 1998 el CONICET decide entregarlo en comodato a la Prefectura, rebautizándolo como “Dr. Bernardo Houssay". En 2009 fue sometido a un gran trabajo de reformación, y desde entonces ha participado en cinco campañas antárticas, en el proyecto Pampa Azul entre otras investigaciones.

La CONAE también tuvo oportunidades de estar a bordo del motovelero, una de ellas fue en el año 2018, junto al Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), cuando se llevó a cabo una campaña oceanográfica de tres días para colectar Firmas Espectrales tanto para el uso de las mismas dentro del Proyecto Satelital SABIA-Mar como para la Biblioteca de Firmas que la CONAE tiene abierta a sus usuarios.


Participantes de la campaña oceanográfica del proyecto SABIA-Mar a bordo del motovelero.

Esta no es la única conexión que hay entre la Argentina y el programa del Transbordador Espacial, a lo largo de su historia, múltiples proyectos y experimentos argentinos han volado en distintas misiones del programa, acá reunimos algunas de las más destacadas:

Entre 1997 y 1998, durante las misiones STS-94 y STS-91 se llevaron a cabo experimentos del Proyecto Chagas Space, un proyecto internacional cuyo objetivo era obtener un medicamento a la Enfermedad de Chagas mediante la cristalización de proteínas. Fue una colaboración internacional de múltiples entidades del continente americano. La participación argentina fue llevada a cabo por CONAE y el Instituto Nacional de Chagas.

La misión STS-88 lanzada el 4 de diciembre de 1998 desplegó el satélite SAC-A para CONAE. El satélite permitió verificar múltiples tecnologías y constituyó una experiencia fundamental a los miembros de CONAE para los futuros proyectos satelitales.

Entre 1998 y 2000 se llevó a cabo el Proyecto Educativo SEM de la CONAE en conjunto con NASA. El proyecto permitía a estudiantes, maestros y profesores la oportunidad de diseñar sus propios experimentos espaciales pasando por las etapas de selección, calificación espacial, vuelo, análisis de los datos obtenidos y publicación de los resultados. La primera experiencia fue el Proyecto GERMINAR (GERMINación ARgentina) durante la misión STS-95. Este primer proyecto piloto permitió que estudiantes y profesores de cuatro colegios (Colegio Santa Hilda, Instituto Ana María Janer, Instituto Educacional Fátima y el Instituto Don Jaime) pudieran poner en órbita semillas autóctonas de diversas variedades, para estudiar el efecto que la radiación cósmica y la microgravedad pudieran tener en su poder germinativo y en su estructura genética. En el año 2000 el Proyecto fue ampliado a todos los niveles educativos, desde escuelas primarias hasta universitarios. En la misión STS-101 lanzada el 29 de mayo del 2000 viajaron 19 experimentos de 13 instituciones educativas (Colegio Nacional Buenos Aires, Colegio Santa Hilda, Universidad Nacional de Rosario, Universidad Nacional de la Patagonia – Esquel, Complejo Educativo Brig. Gral. Estanislao López, Instituto Ana María Janer, Escuela Técnica Nro. 8235 Ing. Enrique B. Gomara, Instituto Monseñor Boneo, Colegio Mariano Moreno, Escuela Técnica 468 Ing. Luis Bernardo Laporte, Instituto Superior del Profesorado N°1 Manuel Leiva, Escuela Técnica 469 Estanislao Zeballos y la Unidad Educacional Instituto Sarmiento). Al igual que en la misión anterior, el objetivo de los experimentos era analizar como la radiación y la microgravedad afectaban distintos materiales, incluyendo diskettes, agua, tierra, aceites, semillas, película fotográfica y cristales para detectar partículas solares, crustáceos como la Artemia salina entre otros.


Parches y banderas que volaron en el espacio durante la misión STS-101

El 5 de diciembre de 2001 fue lanzada la misión STS-108, aquí voló el experimento RESUME (Restrain Release Using Melting-Wire Experiment), un experimento conjunto entre la Universidad Tecnológica Nacional - Haedo, CONAE y la NASA para calificar un mecanismo de liberación de satélites. También voló el experimento CRISTANAR de la Universidad Nacional de Rosario, en el cual se analizó la cristalización de sustancias detectoras de partículas de alta energía en el ambiente de microgravedad. Por su parte, la Asociación Argentina de Tecnología Espacial junto a CITEFA, la Universidad Tecnológica Nacional, el INTA y la Universidad del Comahue llevó a cabo el Paquete Argentino de Experimentos, realizando experimentos dedicados al comportamiento de fluidos, crecimiento de cristales y registradores de aceleraciones, entre otros.

El transbordador Atlantis terminó su travesía hace 10 años, pero la nave que inspiró su nombre ha sido testigo de toda la historia de la exploración espacial humana, y continuará sirviendo a la nación y la ciencia por muchos años más.

Autor: Juan Kulichevsky.
Agradecimientos: Capitán Pablo Andrés Perez Segovia (PNA), Dr. Pablo de León y Lic. Diego Córdova por su colaboración en este artículo.


STS-135 Space Shuttle Atlantis en su aterrizaje final. Foto NASA/Tom Farrar and Tony Gray.

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