Energía y calidad de vida
La calidad de vida de las personas está ligada profundamente con la energía, pero su producción y uso final deben ser gestionados de manera sostenible.
Según el informe de Naciones Unidas del 2021 se expone que:
- Más de 1.200 millones de personas —una de cada cinco personas de la población mundial— viven sin electricidad.
- Alrededor de 2.800 millones de personas dependen de la madera, el carbón, el carbón vegetal o los desechos de origen animal para cocinar y calentar la comida.
- La contaminación del aire en locales cerrados debido al uso de combustibles para la energía doméstica causó 4,3 millones de muertes en 2012, seis de cada diez de estas fueron mujeres y niñas.
Considerando estos datos, se genera el interrogante de qué manera se podrán satisfacer dichas necesidades.
Para intentar poner fin a estas problemáticas es necesario involucrar a las comunidades y a los diferentes actores sociales en el proceso de toma de decisiones. Atendiendo éstas y otras necesidades, se diseñó un plan llamado Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), al 2030, con la meta de intentar poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo. Los ODS constituyen un llamamiento universal a la acción. En 2015, todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron un plan para alcanzar los 17 Objetivos como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. (Fuente: Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030).
Dentro de los 17 Objetivos, el número 7 denominado: “ODS 7, Energía asequible y no contaminante” propone como metas al año 2030:
- Garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos.
- Aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas.
- Duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética.
- Aumentar la cooperación internacional para facilitar el acceso a la investigación y la tecnología relativas a la energía limpia, incluidas las fuentes renovables, la eficiencia energética y las tecnologías avanzadas y menos contaminantes de combustibles fósiles, y promover la inversión en infraestructura energética y tecnologías limpias.
- Ampliar la infraestructura y mejorar la tecnología para prestar servicios energéticos modernos y sostenibles para todos en los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados, los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países en desarrollo sin litoral, en consonancia con sus respectivos programas de apoyo.
Objetivo ODS 7, Energía asequible y no contaminante.
Algunos efectos directos del calentamiento global, como sequías, deshielos, inundaciones y fenómenos climáticos extremos, repercutirán en la agricultura, la seguridad alimentaria, el abastecimiento de agua, la salud pública, la calidad de vida y de los ecosistemas, causando daños incalculables en la organización y supervivencia de la población.
Para que una mejora en la calidad de vida no represente un incremento en el consumo de energía, es importante el rol de la sociedad a través de la adopción de tecnologías que disminuyan la cantidad de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), y de un cambio en los patrones de consumo. (Fuente: Gobernanza para lograr una Transición Energética Justa en Argentina)
En este sentido, es necesario promover la educación y una cultura energética responsable, que fomente la eficiencia energética y el uso racional de la energía para garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles y fiables.
En conclusión, la transición energética no solo tiene beneficios ambientales al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas. Es fundamental la participación de comunidades, gobiernos, empresas y sociedad civil en la toma de decisiones y en la implementación de políticas y acciones para promover la transición energética sostenible. Esto implica colaboración, cooperación internacional y el desarrollo de infraestructuras y tecnologías que no emitan GEI.
Para superar este desafío global se requiere la combinación de políticas, tecnologías y cambios en el comportamiento para lograr un sistema energético sostenible y mitigar los impactos del cambio climático. Es fundamental actuar de manera decisiva y enérgica para avanzar hacia un futuro energético más limpio, seguro y sostenible.