Las fuentes radiactivas se utilizan en diversos ámbitos, como la medicina, la industria, la agricultura, el transporte, la construcción, la geología, la minería y la investigación, ofreciendo múltiples beneficios sociales y económicos.

Una fuente radiactiva sellada es un recipiente de material radiactivo encapsulado, que tiene normalmente el aspecto de una pequeña e inocua pieza de metal. La cápsula o el material de la fuente sellada es lo suficientemente resistente para conservar su estanqueidad en las condiciones de uso para las que fue diseñada originalmente y también, ante posibles percances.

Como todo material radiactivo, supone un riesgo que debe ser controlado. Una buena gestión de estas fuentes, durante todo su ciclo de vida, nos protege de la exposición accidental a la radiación y las mantiene alejadas de personas con intenciones maliciosas.

Para proteger a las personas y al ambiente de cualquier riesgo radiológico asociado es sumamente importante garantizar la seguridad en el uso de las fuentes de radiación y la explotación de las instalaciones conexas. Para garantizar la seguridad radiológica y física es preciso aplicar un sistema de control de las fuentes de radiación, desde el principio hasta el final de su ciclo de vida.