Presidencia de la Nación

Ataque al submarino ARA “Santa Fe”


Para el submarino ARA “Santa Fe”, las operaciones comenzaron el 27 de marzo de 1982, cuando zarpó desde la Base Naval Mar del Plata bajo el comando del Capitán de Corbeta Horacio Bicain. Tenía dos misiones: la primera era desembarcar al personal de la Agrupación Buzos Tácticos en las inmediaciones del Cabo San Felipe, al norte de Puerto Argentino, para luego destacarse a un área de patrulla asignada.

Durante su navegación hacia las islas, el “Santa Fe” soportaría un mar violento y fuertes vientos australes. En la madrugada del 2 de abril efectuó el desembarco de las fuerzas especiales navales en las costas al norte de Punta Celebroña, próxima a la Caleta Riñón. A las 3:35 los botes se lanzaron de la cubierta del submarino hacia Malvinas.

Tras el desembarco, el submarino regresó a Mar del Plata, donde se le asignó una nueva misión: transportar una sección de Infantes de Marina para reforzar a las fuerzas que se hallaban en las Islas Georgias del Sur. El Comandante del ARA “Santa Fe” tenía la orden de evadir la posible presencia enemiga para desembarcar los refuerzos en Grytviken.

Zarpó desde la Base Naval Mar del Plata el 16 de abril, con 23 torpedos y los Infantes de Marina equipados para reforzar militarmente las Georgias. Durante su travesía, el submarino sorteó fallas en los sistemas y muy mala meteorología, pero todo pasó a segundo plano cuando cerca de la medianoche del 24 de abril comenzó el desembarco del personal de Infantería de Marina sobre las costas de la Caleta Capitán Vago.

El 14 de abril, encabezados por la fragata HMS “Brilliant”, los buques HMS “Arrow”, “Coventry”, “Glasgow” y “Sheffield” se dirigieron al sur, a gran velocidad. Una semana después, la “Brilliant” se separó del grupo para apoyar al crucero HMS “Antrim” y a la fragata HMS “Plymouth” en las Islas Georgias, reuniéndose con estas unidades 150 millas al norte de ese archipiélago.

La invasión británica a Georgias se había fijado para el 25 de abril, pero la sabida presencia del “Santa Fe” los obligó a posponer el desembarco hasta haber eliminado esa amenaza.

El “Santa Fe” también sabía del despliegue de los buques ingleses y por ello realizó su aproximación de entrada a la Bahía Guardia Nacional de la Isla San Pedro navegando en superficie, muy cerca de la costa, para burlar los radares de búsqueda y cumplir con su misión. El 25 de abril, un helicóptero Wessex del “Antrim” divisó al submarino saliendo de la bahía.

La aeronave inglesa inició un decidido ataque con cargas de profundidad, mientras que otro helicóptero Lynx de la “Brilliant” fue destacado para unirse al ataque contra el submarino argentino. El Wessex estaba suspendido en el aire, tras lanzar dos cargas de profundidad, esperando la llegada de su relevo aéreo antes de volver al “Antrim” a rearmarse.

El submarino argentino, producto del primer ataque inglés, al quedar averiado, puso rumbo de regreso a la Bahía Guardia Nacional en busca de resguardo; pero las cargas de profundidad recibidas hicieron que dejara un rastro de aceite por la popa. Minutos después, el Comandante del “Santa Fe” vio por el periscopio caer un torpedo con su paracaídas, por lo que decidió quedarse en la superficie para evitar su impacto, ya que esos torpedos operaban a profundidades mayores a 9 metros.

De inmediato la tripulación del submarino se resguardó en el puente, para luego armarse con fusiles y repeler la aproximación enemiga. Se formó en el interior una cadena de hombres para aprovisionar municiones. El helicóptero pasó una y otra vez, a unos 90 metros de distancia y 10 metros de altura.

De repente un misil guiado AS-12 disparado por un helicóptero impactó directamente en la vela del submarino traspasándola sin explotar, pero costándole la pérdida de una pierna a uno de los tripulantes que se encontraba en la cadena de amunicionamiento.
Desde tierra, los efectivos argentinos empezaron a repeler con el armamento disponible, en apoyo al submarino, que retornaba defendiéndose, averiado y con un herido grave.

El Comandante ordenó el desembarco de los 76 tripulantes y del herido al muelle, mientras las tropas británicas desembarcaban en todos los frentes. Evaluada la situación, a las 17: 00 del 25 de abril, la guarnición argentina, en cumplimiento de las directivas recibidas por la superioridad, llevó a cabo una inicial resistencia por mantener las islas hasta la deposición de sus armas, evitando mayores bajas.

Al día siguiente, el Comandante de la “Brilliant”, Capitán John Coward, voló a Grytviken para inspeccionar al “Santa Fe”, ahora amarrado en el muelle y hundiéndose lentamente. Estaba inclinado a babor y con la proa levantada, su torreta agujereada y partes arrancadas por el ataque del misil. La veterana nave exponía innumerables impactos de metralla.

El estado de la nave decidió a los ingleses a sacar al submarino del muelle y ubicarlo en un amarradero vacío de la vieja estación ballenera donde pudiera hundirse.

Tripulantes argentinos designados por su Comandante serían los encargados de hacer funcionar los sistemas y mecanismos para navegar la nave unos 300 metros dentro de la Caleta Capitán Vago bajo la supervisión de un oficial británico y la estricta vigilancia de los Royal Marines; los capitanes Bicain y Coward estarían en el puente de comando.

El submarino comenzó a moverse lentamente con una grave falta de flotabilidad, el Comandante argentino dio a toda prisa órdenes por intercomunicador en español a su reducida tripulación para estabilizar la nave, lo que requirió del Suboficial Primero Maquinista Félix Oscar Artuso rápidos movimientos para accionar válvulas neumáticas de la Sala de Control. Creyendo que se intentaba hundir la nave, el guardia inglés que lo custodiaba lo hirió de muerte con su ametralladora. Es el único marino argentino que descansa en las Islas Georgias del Sur.

Durante el desenlace de este trágico incidente, el “Santa Fe” llegaba finalmente a su amarradero horas más tarde y, producto de las averías, solo la torreta quedó a flote.

Entre 1983 y 1984 el submarino fue reflotado por los británicos, posiblemente para su traslado a Gran Bretaña; sin embargo, el buque terminó por hundirse en aguas abiertas dando así un fin honorable a su veterana carrera de servicios a la Armada Argentina.

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