Presidencia de la Nación

Sol, energía y espíritu sumergidos en un profundo y aromático té


Guillermo Casarotti es un emprendedor ingeniero en sistemas y especialista en marketing que, luego de la crisis del 2001, decidió cambiar el rumbo de su vida y combinar su experiencia laboral en empresas multinacionales con su pasión por el té. Se asesoró con Inés Bertón, la reconocida catadora de tés argentina, para así crear las primeras combinaciones de la marca. Finalmente, en el año 2003 fundó Inti Zen junto a su esposa Anne-Sophie Casarotti.

Inti Zen es una marca de té gourmet en saquitos que se especializa en lograr blends muy particulares, que a través de las especias, flores y frutos seleccionados, combina sabores de Oriente con los de Latinoamérica. Su denominación es un reflejo de esta característica: Inti, en quechua significa “sol, energía, espíritu”; mientras que Zen en japonés: “silencio profundo y verdadero. Meditación sin objeto. Vuelta al espíritu original y puro del ser humano”.

La firma obtuvo la certificación de Empresa B, que se le brinda a empresas con responsabilidad social: aquellas comprometidas a dar solución a problemáticas sociales y medioambientales de la comunidad sin perder sus fines de lucro.

En una nota telefónica, Guillermo Casarotti nos cuenta la relación que tiene su empresa con la propiedad industrial.

¿Cómo empezó la historia de Inti Zen?
La historia comienza en el 2003. Estaba aburrido de trabajar tantos años en empresas multinacionales y un día quise emprender solo. Tener esa experiencia me ayudó a construir mi emprendimiento de base, porque cuando empezamos con Inti Zen solo éramos tres personas y aún así ya teníamos las ISO9001. Quería hacer todo un sistema de gestión tal como yo veía trabajar a las multinacionales, por eso buscamos hacer las cosas bien desde el día uno, la facturación como correspondía, la habilitación como correspondía, todo ordenado. Y por supuesto, el registro de marcas era fundamental para hacer marketing, ¿no? Me parecía que no podía empezar una empresa sin haber registrado y tener asegurado un nombre.

¿Actualmente a dónde exportan?
Supimos exportar a 20 países. Actualmente, nos encontramos exportando a Uruguay, Paraguay, Chile, Brasil y en países europeos como Francia, España y Alemania.
A nivel país, comercializamos desde La Quiaca hasta Tierra del Fuego. ¡Estamos en todos lados! En nuestras fanpages recibimos historias muy lindas de personas que nos encuentran en lugares insólitos y que tienen una conexión muy fuerte con nuestros tés.

¿Cuándo registraste la primera marca?
La primera fue Inti Zen, que lo hice antes de salir al mercado. Creamos algunos nombres y empezamos a hacer búsquedas para ver si estaban registrados o no. Entonces, dentro de los que no, el que más nos gustaba era este, y lo registré en la clase 30. Fuimos registrando otras marcas por necesidades, y no solo acá; sino también en Europa, en Estados Unidos y en otros países. Al abrir nuevos mercados, antes de aterrizar queríamos hacerlo de la mejor manera posible, es decir, registrando las marcas.

¿Te brinda algún beneficio tenerlas registradas a la hora de exportar?
Sí, por supuesto, me da tranquilidad. Junto con Inés Berton registramos la marca Chamana. Uno de sus blends protegimos bajo el nombre Alegra Chamana. Cuando llevamos el producto a Estados Unidos, me contactó el departamento de abogados de la empresa Whole Foods, para decirme que habían detectado la marca y que teníamos que sacarla de circulación porque ellos tenían una muy parecida: Allegro. Entonces les mostramos el título que certificaba que habíamos registrado la marca en Argentina, así que finalmente llegamos a un acuerdo para evitar problemas y que hubiera un parecido. Fue así que decidimos cambiarla y registrar en su lugar Abrazo Chamana. Lo cómico fue que enseguida llegaron con su batallón para atacarnos y les dijimos: “No, mirá, acá está el registro”, como si fuera nuestro escudo. La empresa retrocedió y terminó pidiendo disculpas. Creo, entonces, que es sumamente importante tener registradas y protegidas las marcas.

¿Qué valor agregado creés que te da el registro frente a la competencia?
Te doy otro ejemplo para responderte. Otro de los blends de Chamana que lanzamos fue Lovely, que no habíamos registrado porque creíamos que era una palabra común, y por eso no era importante. Cuando lanzamos el producto en Estados Unidos, una empresa de la competencia registró la marca en el INPI y a los pocos meses nos pidieron que la saquemos del mercado.
Estuvimos con este tema unos dos años, con abogados de por medio. Cada vez que venían los peritos a la fábrica les mostrábamos que teníamos todas las pruebas: la compra de materia prima, la titularidad de Chamana, facturaciones, fotos, packaching, etcétera, pero no la marca del blend. Finalmente, el veredicto judicial fue favorable hacia ellos por tener el registro, y nosotros cambiamos el nombre del blend a Amour, y registramos Chamana Amour.
Con esto aprendimos una lección: aunque lancemos una “submarca” hay que registrarla igual, porque te da mucha tranquilidad y la garantía de que es tuya. Entonces, si nos protegemos, vamos a estar seguros de que este tipo de situaciones van a disminuir o directamente desaparecer.
Tener registradas nuestras marcas y hacer las cosas bien nos da libertad para crear, sin perjudicar a nadie.

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