Presidencia de la Nación

Biodiversidad


Ecosistema

Los sedimentos transportados desde las altas cuencas forman albardones a los costados del cauce o, como ocurre con frecuencia, los colmatan y dan origen a la divagación de los ríos. Con el tiempo, estos traslados de los cauces llegan a formar verdaderos abanicos fluviales, caracterizados por la presencia de paleoalbardones con una cobertura vegetal, y paleocauces de suelos arenosos, generalmente cubiertos por pastizales de aibe (Elionurus sp.) que atraviesan la matriz boscosa característica de la región.

En el caso de la Reserva, sus límites norte y sur están determinados por dos cursos de agua naturales, el Arroyo Teuquito hacia el norte y el Río Bermejo marcando el límite sur del Área Protegida.

El Río Bermejo es muy dinámico en cuanto al caudal de agua que transporta, con un régimen irregular por la notable estacionalidad de las lluvias. Aún así, su cauce es permanente y permite la formación de un gran número de pozones que constituyen ambientes singulares para el desarrollo de la fauna ictícola. No posee un valle aluvial definido por lo que el río avanza horadando sectores de la costa, con un rumbo divagante que da lugar a la formación de meandros.

Este río alberga un número importante de peces, tales como el dorado, el surubí, el pacú, entre otros. Muchos de ellos de suma importancia para la dieta de las familias que viven a sus orillas.

En las márgenes del Bermejo se depositan bancos de arena que son arrastrados por el río. Sobre estos arenales se desarrolla una sucesión vegetal que da lugar a la formación de arbustales y bosques de la ribera del Bermejo. Colonizando la arena aparecen en primer lugar arbustales de suncho (Baccharis salicifolia), conocidos localmente como “sunchales”. A medida que estos arbustales “maduran” va creciendo el palo bobo o aliso de río (Tessaria integrifolia) formando los“bobadales” y luego aparece el sauce (Salix humboldtiana). En una etapa posterior aparecen renovales de otras especies arbóreas como el palo flojo o timbó blanco (Albizia inundata), enredaderas y lianas. El desarrollo de estos ambientes es muy dinámico ya que está asociado a las divagaciones y fluctuaciones del río Bermejo.

Carpinchos, lobitos de río y yacarés son habituales moradores de este ambiente, acompañados de cigüeñas, garzas y otras aves que se alimentan y anidan en él.

El Arroyo Teuquito, en cambio, no posee un cauce permanente, secándose en varios tramos de su curso durante el período seco. La presencia en la zona de un canal derivador (que une el Río Bermejo con este arroyo a fin de abastecer de agua dulce a la localidad de Laguna Yema y alrededores) ha modificado el lecho del Teuquito aguas abajo, aportándole gran cantidad de sedimento cada año, provocando así su sequía prácticamente en todo su recorrido durante buena parte del año. Aguas arriba mantiene su forma original, con “pozones” de agua permanentes, cubiertos por un tapiz de vegetación flotante de repollitos (Pistia stratiotes) y lentejas de agua (Lemma sp.), entre otros. En sus márgenes, sobre suelos bien drenados, se desarrolla el bosque de ribera. Es un bosque alto (supera los 16 m.), húmedo y diverso; ya que en él confluyen elementos de la flora chaqueña, paranaense y de las yungas. En el borde interno, el bosque tiene un estrato arbóreo alto y denso donde aparecen especies de gran porte como la mora amarilla (Maclura tinctoria), el guayaibí (Cordia americana) y el palo flojo (Albizia inundata). Hacia el exterior se desarrollan comunidades de quebrachales y algarrobales donde aparecen especies como el quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco), el algarrobo blanco (Prosopis alba), el mistol (Ziziphus mistol) y algunas especies de chaguares (Aechmea sp.). Además, en las márgenes barrosas son características las galerías de palo bolilla o palo jabón (Sapindus saponaria).

Cada ambiente tiene su fauna asociada, y el bosque de ribera no es la excepción. El mayuato (Procyon cancrivorus) encuentra en el cauce del arroyo gran cantidad de peces y cangrejos para alimentarse. El coipo, el martín pescador (Chloroceryle americana) y la cochapolla (Aramides ypecaha) también habitan estos lugares.

Varias familias viven del otro lado del arroyo, siendo la “chalana” (balsa) imprescindible en épocas de crecidas.

Clima

Subtropical semiárido, con estación seca marcada y gran amplitud térmica. Las temperaturas medias van desde los 12°C en invierno (con heladas ocasionales) y 25°C en verano (con máximas absolutas que superan los 48ºC). Hay 350 a 750 mm anuales de lluvias, concentrados en la época estival.

Se recomienda su visita de mayo a septiembre. Antes hace demasiado calor y después las lluvias pueden cortar los accesos.

Flora y fauna

En los sectores más altos, no inundables y sobre suelos profundos limosos se desarrolla el bosque de quebracho, que constituye el ambiente predominante en la reserva. Este bosque se encuentra en distintos estados de degradación debido a su historia de uso. Es así que en algunos sectores se encuentran ausentes los árboles de gran porte como el quebracho colorado (Schinopsis lorentzii), que han sido extraídos históricamente para postes y tanino.

Los quebrachales son bosques bajos, con un dosel denso de 5-7 m y emergentes dispersos que alcanzan los 15-20 m de altura. Entre las especies vegetales que forman parte este bosque se pueden mencionar además al quebracho blanco, mistol, palo cruz (Tabebuia nodosa), chañar (Geoffraea decorticans), guayacán (Caesalpinia paraguariensis), duraznillo (Ruprechtia triflora).

En sitios degradados es común la presencia de especies leñosas y tolerantes o resistentes al fuego como lo son: garabato hembra (Acacia praecox), garabato macho o teatin (A. gilliesii), tusca o churqui (A. caven), brea (Cercidium praecox), quimil (Opuntia quimilo), brea de agua (Mimosa detinens), sacha limón (Anisocapparis speciosa) y otras especies de la familia Capparaceae conocidas localmente como sachas, y varias especies de cactáceas como el cardón (Stetsonia coryne), entre otras.

En algunos sectores, el duraznillo – fácil de distinguir por su corteza enrulada, su ramificación desde la base y sus hojas caducas que se van manchando con un tono pardo rojizo- se convierte en la especie dominante, razón por la cual estos bosques son conocidos como duraznillares.

En las áreas próximas a cursos de agua y madrejones, por donde posiblemente hayan divagado los ríos, sobre los albardones conocidos localmente como “bordos”, se establecen los algarrobos (Prosopis alba mayormente). Estos algarrobales son bosques abiertos que se encuentran degradados por la intervención humana e invadidos por muchos arbustos y cactáceas, pudiéndose encontrar tocones como indicadores de la actividad extractiva.

En las zonas más bajas, sobre suelos arcillosos mal drenados, anegables y con cierta salinidad; se desarrollan los bosques bajos y arbustales.

Dependiendo del estado de degradación existen formaciones donde predomina el palo santo (Bulnesia sarmientoi), conocidas como “palosantales” y formaciones donde la especie predominante es el vinal (Prosopis ruscifolia), llamadas “vinalares”.

Los palosantales son bosques bajos (3-6 m) con emergentes dispersos de 10-16 m. El suelo es descubierto y tiene un dosel denso donde domina el palo santo. Lo acompañan ejemplares de quebracho blanco, quebrachillo (Aspidosperma triternatum), palo cruz, algarrobo blanco y algarrobo negro. Si bien existe un continuo en el dosel de este bosque, en algunos sectores se interrumpe por una estructura más baja de arbustal donde se registran brea, talas (Celtis sp.) y varias especies de sachas: sacha sandía, sacha poroto, sacha membrillo.

El desarrollo de los vinalares, en cambio, está asociado a sitios que han sufrido intervención humana (tala, pastoreo o fuego). El vinal es una especie pionera y como tal se establece en lugares degradados. Acompañando al vinal se encuentran algunos ejemplares de palo santo, algarrobo, quimil (Opuntia quimilo), cardón y especies herbáceas que persisten el lugares anegadizos.

Salpicando esta matriz de bosques es común encontrar abras de suelo desnudo conocidas como plazuelas o peladares, donde aparecen cactáceas del genero Opuntia, como así también cardones y ucles (Cereus sp.). Si bien constituyen formaciones naturales muchas de ellas -generalmente las de mayor tamaño- han sufrido un proceso de antropización y degradación, ya que fueron utilizadas por los pobladores para su establecimiento. Los desmontes en torno a las viviendas, asociados a las actividades humanas fueron aumentando su superficie y modificando su estructura. En estos peladares antropizados es común encontrar árboles de gran porte como el quebracho colorado y blanco para sombra, y algarrobos que se conservan como sombra y como fuente de alimento para animales.

La gran horizontalidad del relieve en esta región hace que sus ríos suelan ser divagantes, cambiando de cauce en períodos reducidos, dejando paleocauces (cauces abandonados o ríos muertos) conocidos como bañados y madrejones.

Los madrejones son entonces acumulaciones de agua (lluvia y/o crecidas estacionales) que cobran vital importancia, en las épocas de sequías prolongadas. Se encuentran generalmente próximos a los cursos de agua activos (ríos, arroyos) y albergan una gran biodiversidad. Son además sitios ideales para la observación de aves acuáticas: garzas, cigüeñas, espátulas, jacanas, entre otras.

Dispersas en toda la reserva, pero restringidas a hondonadas del relieve -como podrían ser antiguos meandros- donde se acumula agua de lluvia, se desarrollan las ciénagas o “ciénagos” como suelen llamarlas los lugareños. Constituyen un tipo de humedal pantanoso con un cuerpo de agua estancada, de fondo más o menos cenagoso, donde prosperan gramíneas y vegetación acuática.

Conocé más información técnica en el Sistema de Información de Biodiversidad

Activar: 
0
Scroll hacia arriba