Presidencia de la Nación

Última semana para disfrutar la exposición de Molina Campos


En el Ministerio de Educación de la Nación, en el espacio de arte de la Biblioteca Nacional de Maestros, en Pizzurno 953, se puede visitar la exposición de Molina Campos realizada junto con la Galería Zurbarán hasta fines del mes de mayo.

La muestra se puede visitar hasta el jueves 31 de mayo de lunes a viernes de 8:30 a 20:30 hs. en el espacio de arte de BNM.

Florencio Molina Campos (1891-1957)

El almanaque propone una forma visual para organizar un elemento inasible como es el tiempo. Nos brinda alguna tranquilidad poder ver un proyecto de vida ordenado en cuadrados y números. Sobre ese ideal de la vida armónica, Molina Campos fue trazando su poema en forma de viñetas humorísticas. Sus pinturas fijan un instante, pero todo en ese instante es movimiento. Hay acciones frenéticas, caballos corcoveando, partidas de truco en la que está juego algo más que el destino de unas cartas, solemnidades rituales en la preparación de un mate o en la trascendente payada. Todo eso se concentra en la mirada del artista. Hay colores vivos, máscaras caricaturescas que rescatan un tiempo ya en proceso de desvanecimiento al momento en el que Molina Ocampos lo retrató y que, gracias a su obra, vive para siempre.

Todo en su pintura atenta contra ese ideal de una temporalidad que puede organizarse, una realidad que encuentra un balance. De allí la potencia de adosarla a un calendario. Porque son pinturas para ver a diario, para el consumo popular, para recordarnos que la vida está próxima a encontrar un camino distinto al fijado por esos cuadrados y esos números, así como el gaucho domará a ese potro que se le resiste o saldrá despedido por los aires, en el día a día todo puede suceder. El gauchesco, afirmaba Leónidas Lamborghini, es un arte bufo. El bufón tiene esa capacidad de decir verdades desde la risa. El trabajo de Molina Campos y las sonrisas que todavía nos saca tienen ese sabor. Es una obra que nunca busca ser realista y, sin embargo, tiene gusto a verdad bufonesca, a esa que sólo puede conocer el que supone los oscuros designios de un mundo y un tiempo que se resisten a agotarse en un almanaque.

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