Ser Más: La vocación permanente de los pilotos de caza de la Fuerza Aérea Argentina
Existe un hilo conductor entre las generaciones de pilotos de caza de la Institución, una tradición que los iguala en determinación y profesionalismo: ¿cuál es y de qué se trata?
Por 1er Ten Gustavo Liébana
Quienes realizaron su “Vuelo Solo” en el marco del Curso de Estandarización de Procedimientos para Aviadores de Caza (CEPAC) 2020 –tradicionalmente conocido como CB2–, se convertirán, con mucho esfuerzo y sacrificio, en los futuros pilotos de caza de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), la Institución educadora y formadora de estos jóvenes pilotos.
Para llegar a esta instancia, previamente fueron seleccionados entre los oficiales con los mejores promedios que egresaron con el título de aviador militar de la Escuela de Aviación Militar (EAM). Esta tampoco es una instancia menor, dado que el piloto militar debe cumplir con altas exigencias y estándares que una vez alcanzados lo ubican en un lugar de honor y privilegio.
Sin embargo, tener las mejores notas sólo garantiza la oportunidad de realizar el CEPAC, curso intensivo que comprenderá un año de instrucción académica y práctica de vuelo. Todo este tiempo demandará un necesario proceso de adaptación y transformación del oficial dentro del curso, en el que se conjugarán la pasión primaria de volar con un deseo superior que es el de defender los intereses de la Nación. Este proceso implicará arduas jornadas de estudio, entrenamiento, preparación y práctica.
En esta metamorfosis los instructores de vuelo resultan ser una pieza clave, puesto que son quienes exigen al oficial cursante, lo incentivan a mejorar y evalúan constantemente sus avances en el proceso de aprendizaje. Para ello son seleccionados entre los mejores de los escuadrones de combate de la FAA, debido no sólo a las habilidades y destrezas que los distinguen como pilotos de caza, sino también a los conocimientos y experiencias adquiridos en comisiones de intercambio con escuadrones de instrucción de otros países.
La carrera militar demanda en general de un verdadero espíritu de sacrificio y vocación de servicio. El que se decide a abrazar la profesión de armas debe ser movido por el compromiso, primer deber de todo militar, predisposición permanente y determinación que lo deben guiar junto a la firme creencia de que el bien común de la Nación está por encima de todo lo demás.
En el piloto de caza todos estos valores se conjugan en el noble y desinteresado deseo de servir a la Nación, especial predisposición en la que confluyen un profundo sentido del deber y una amplia conciencia de lo que significa la Defensa Nacional y el costo que esta supone.
Luego del “Vuelo Solo”, momento único e irrepetible en el que el piloto sabe que realmente puede hacerlo solo, comienza a tomar forma la idea de “SER MÁS”, sentimiento que impulsa hacia adelante y que sólo debe ser entendido como un sentimiento de superación personal, no como una mera vanidad, sino como la genuina intención de ser el mejor para los demás y por lo que está en juego con su actividad.
“Ser más”, lema del Grupo 4 de Caza, es un expresión que proviene de la Carta Encíclica Populorum Progressio del Papa Pablo VI, en Vocación al desarrollo, párrafo 15 , que promueve el progreso y la superación de los hombres como forma de encontrar su verdadero destino, exhortándolos a potenciar sus aptitudes y cualidades a partir de la educación recibida y del esfuerzo personal, a hacer uso de su inteligencia y voluntad para “crecer en humanidad, valer más, ser más”.
Es la total disposición de cuerpo y mente a ser más instruido, a conocer, a investigar y a mejorar lo aprendido través de la instrucción, a adquirir la sabiduría necesaria para cumplir con las tareas y conducir a otros cuando sea necesario, a ser profesionales. Pero también de honrar con la tarea diaria a quienes antes han entregado su vida en defensa de la soberanía nacional, marcando una trayectoria a seguir dentro de la Institución.
Por último, es importante recordar que todo esto se sustenta en una gran estructura de personal que también mediante su esfuerzo contribuye y hace posible el desarrollo constante de la actividad aérea. Esto es porque el interior de los hombres y mujeres de la Fuerza Aérea alberga un sentimiento común, muy profundo y poderoso, que se traduce en el orgullo de pertenecer, de compartir los mismos valores y creencias, de ser parte de su historia y sus tradiciones, de poder con sus tareas colaborar con el cumplimiento de su misión.