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Rehabilitación de arroyos urbanos e implementación de Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN) en Argentina

Investigadores del Instituto Nacional del Agua (INA) y de la Universidad de Buenos Aires (IEGEBA-CONICET) llevan adelante diferentes estrategias de rehabilitación ecológica y la implementación de soluciones alternativas para mitigar los impactos de las aguas residuales a partir del uso de biofiltros.

Investigadores del INA y del CONICET/UBA desde 2019, vienen trabajando en forma transdisciplinaria en el “Proyecto Hábitat Claypole”, donde se desarrollan experiencias de co-producción en torno al manejo ecológico del Arroyo San Francisco, uno de los muchos arroyos urbanos degradados que atraviesan el área metropolitana de Buenos Aires.

Este trabajo se enmarca dentro en lo que se denominan “Soluciones basadas en la Naturaleza” (SbN) que complementan las herramientas clásicas de gestión del agua y permiten alcanzar resultados superadores, mediante un convenio entre el Municipio de Almirante Brown, con el INA, a través de la Subgerencia Centro de Tecnologías para el Uso del Agua (CTUA), la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y la Asociación Civil “Galpón Cultural”.

En un reciente artículo publicado, se cuentan distintas experiencias desarrolladas desde Proyecto Hábitat Claypole. En una de ellas, se evaluó la reintroducción de plantas acuáticas nativas junto con los trabajadores de una cooperativa social local. Las intervenciones se basaron principalmente en el trasplante de especies vegetales nativas ausentes en el arroyo y el análisis de su capacidad de supervivencia en el tiempo.

Los resultados muestran una supervivencia en los primeros meses de los trasplantes de macrófitas, con una fuerte disminución creciente de la supervivencia en los meses posteriores. Esta experiencia demostró la fuerte motivación de los trabajadores locales para generar acciones transformadoras para mejorar su calidad de vida.

Recientemente, en diciembre 2021, se estuvieron instalando junto a las cuadrillas de trabajo, biofiltros a la salida de los desagües doméstico-pluviales. Los biofiltros consisten en una serie de capas de diferentes materiales: grava gruesa y fina, pometina, leca y arena dispuestas en un granulado decreciente.

En la última capa se colocan totoras (Typha latifolia), especie de planta muy empleada en sistemas de tratamiento natural, como los humedales artificiales; por su capacidad para la retención y asimilación de nutrientes y materia orgánica.

“Tratamos de elaborar un dispositivo que sea de fácil implementación, mantenimiento y económico con el objetivo que la comunidad se pueda apropiar de los mismos”, señala la licenciada Bárbara M. Gomez, investigadora del INA. Y espera que estos dispositivos puedan ser: “replicados en aquellos barrios que no cuentan con infraestructura sanitaria y en donde los efluentes domésticos llegan a los arroyos sin ningún tratamiento”.

Además, se trabaja en un rediseño participativo del paisaje basado en la restauración de un humedal urbano. Los humedales urbanos cumplen funciones importantes a escala local y de cuencas hidrográficas: son importantes para la protección contra inundaciones, el almacenamiento temporal de agua, el aumento de la biodiversidad local de la flora y fauna asociada y proporcionan beneficios espirituales y culturales para la comunidad.

Para estas tareas se realizaron varios talleres participativos con la comunidad local, donde se discutió la importancia de los humedales urbanos y en donde se seleccionaron especies de vegetación nativa en base a atributos estéticos, florales y ecológicos.

También se trabaja en el fortalecimiento de las cooperativas ambientales locales a través de la producción en invernadero de plantas acuáticas nativas para este y futuros proyectos.

Esta experiencia nos muestra que estas nuevas tecnologías basadas en la naturaleza podrían ser una potencial herramienta en la mitigación de la contaminación de cuerpos de agua en áreas urbanas, como el vertido de aguas residuales sin tratar, presentes en tantas ciudades de nuestro país.


FOTOS: Martín Graziano (IEGEBA-CONICET)

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